miércoles, 23 de noviembre de 2011

227.- Estadio Santiago Bernabéu por dentro (Madrid)



227.1.- Estadio Santiago Bernabéu por dentro minutos antes de un partido (Madrid).

Llevaba años sin ir al Bernabeu. La última vez que estuve, solo como esta vez, en un partido de la Liga contra es Español de Barcelona, la sensación de soledad fue abrumadora. Nadie con quien comentar. El fútbol es para compartirlo. Durante mucho trecho de mi vida lo hice con mi padre, con quien veía todos los encuentros de los mundiales en la TV, uno tras otro, y si en vez de tres al día hubieran sido más no hubiera habido mayor problema. El me enseñó la liturgia del Bernabeu, me mostró el rectángulo verde por primera vez, el territorio de la ilusión, el lugar geométrico de los puntos que equidistan de un sentimiento colectivo. Aquella pradera inmensa y la gradería contraria que parecía arder por el humo que se desprendía de los miles de cigarrillos y puros encendidos, suponen un shock parecido al que experimenté al ver la Mezquita de Córdoba o el Pórtico de la Gloria por primera vez. Pudo ser en ese primer partido cuando vi debutar a Camacho en el primer equipo en una semifinal de Copa. También asistí a aquella maravillosa jugada en que Maradona se introdujo con el balón en la portería dejando sentados por el camino a Chendo y no recuerdo quienes más. El estadio aplaudió a aquel tipo que parecía convertir en imposible batir al equipo en el que militaba, y luego lo hizo al Madrid por ser capaz de arrancar un empate en campo propio a base de garra y vergüenza torera.

Mi padre me lleva siempre a buenas localidades, siempre gracias a la reventa. Él no hacia colas. Pero en aquel entonces las mejores localidades en un estadio en que casi todas eran para estar de pie, consistían en un poyete de hormigón cuya dureza era paliada por una almohadilla apenas un poco menos dura. Cuando accedías a tu sitio casi rezabas por encontrarlo vacío, porque no eran infrecuentes las riñas entre el auténtico poseedor del billete que daba derecho a usa una localidad y quien le había usurpado. Muchos madrugaban y accedían al estadio con tiempo por este motivo. También frecuenté el Bernabeu con mi amigo Guillermo, barcelonés, con quien me colocaba en los fondos y participaba en las avalanchas de los goles. En tiempos mucho más recientes fui con mis amigos Jose Luis y Juan. Partidos de Copa de Europa en vez de los de Copa de la UEFA a los que me llevaba mi padre. Con ellos asistí desde el gallinero, la mejor posición para saborearlo, casi en la vertical, al último regate de Butragüeño a un defensa del Estrella Roja de Belgrado.

Muchas años he estado sin ir al Bernabeu, que no está a más de 500 metros de mi casa. Hasta ayer. Partido de la liguilla de Uefa Champions League de la temporada 2011-2012 entre el Real Madrid y el Dinamo de Zágreb. Pensé en no acudir a pesar de tener entrada porque me falló la compañía en el último momento. era un día gris, lluvioso, que se me hizo eterno por motivos personales. No quería como colofón a la jornada verme solo una vez más ante buenos momentos con nadie con quien compartirlos. Pero allí que fui. "Haré algunas fotos...", me dije, "... y las colgaré en el blog". Me alegro de haberme convencido, aunque no fue fácil, porque fue una noche mágica. Seguramente me he vuelto resistente a la soledad.



227.2.- Estadio Santiago Bernabeu durante un partido (Madrid).

Lo cierto es que desde el gallinero es desde donde mejor se ve el fútbol. La disposición de los jugadores sobre el terreno de juego, la ubicación del núcleo de la jugada. Sorprende el poco espacio que ocupan los jugadores de los dos equipos dentro del disponible. Todo se desarrolla en un tercio del campo. La noche cera desapacible, lluviosa y fría, pero todos estábamos a resguardo y calientes. Unos enormes braseros colgados del techo irradiaban lo justo para sentir a gusto dentro la atmósfera del estadio conectada con el exterior. Antes de que el público corease el tradicional "Illa, illa, illa, Juanito maravilla", el Madrid ya llevaba dos goles de ventaja. A la celebración del segundo corresponde la imagen. El partido me sirvió para olvidarme de ti durante casi dos horas. Bueno, casi, porque te recordé en algún momento y desee que hubieses estado conmigo. La melancolía de los imposibles. Dos gradas había a mi derecha, una para tí y otra para mi padre. No se cual de los dos está más lejos y más ajeno a mi vida.

226.- Edificio Europa (Madrid)



226.- Edificio Europa (Madrid).

La Torre Europa ocupa una de las esquinas del complejo AZCA, extraño complejo de edificios que cuenta con su red de carreteras subterránea propia. Cuando era niño este complejo solo era un enorme descampado rodeado de una valla donde cientos de máquinas eran empleadas para remodelar el terreno a capricho de los constructores. La obra años en terminarse, y muchos más en empezar a ver sus frutos. En su extremo sur se sitúa lo que actualmente es el núcleo de la empresa El Corte Inglés, y que lentamente, como una mancha de aceite se va extendiendo y ampliando el área que cubre. Los negocios situados junto al conglomerado van desapareciendo y siendo ocupados por nuevas dependencias de la empresa, nuevas líneas de negocio. El proceso es lento pero cierto. Algún día todos perteneceremos a El Corte Inglés, por que la mancha no deja de crecer año a año. En el extremo norte, justo al otro lado del gran rectángulo que ocupa AZCA, en la confluencia de la Avenidas del General Perón y La Castellana, se sitúa el Edificio Europa, de 121 metros de altura y 30 plantas. Lo terminaron de construir en 1985, con proyecto de Miguel Oriel e Ybarra, siendo su obra más conocida, según dicen. En 2002 sufrió una atentado de ETA, aunque con pocos daños.

El edificio forma parte del Sky Line de mi vida. Siempre he vivido a su sombra y a la de los otros rascacielos que la rodean, como la Torre Picasso, hasta hace unos pocos años el edificio más alto de España. A sus pies se extienden los jardines de piedra, los laberintos de pasarelas peatonales, escaleras y calles subterráneas, que alguna vez cruce de madrugada sin que sorprendentemente me ocurriera nada. Hay un mundo ajeno a todos nosotros bajo esos edificios. Un mundo de poder basado en el dinero. A veces cuando circulo por el sótano primero con mi coche alguno de los edificios abre sus puertas interiores dejando entrever que es lo que hay al otro lado de la frontera del dinero. En mi cuento "Sirenas varadas en archipiélagos de luz" (lo siento, pero a mi me gusta) situaba la puerta a otra dimensión en los subterráneos de la Estación de Metro de Diego de León. Cuando equivocado estuve. La realidad paralela ocurre al otro lado de un umbral situado en los subterráneos de AZCA

viernes, 18 de noviembre de 2011

225.- Etapa 13 del CN del Guadiana. Cordel de Navalrincón (Puebla de Don Rodrigo - Ciudad Real)



225.1.- Etapa 13 del CN del Guadiana. Cordel de Navalrincón (Puebla de Don Rodrigo - Ciudad Real).

Las pequeñas batallas que se pierden son las que hacen al mundo hermoso: La floración de los almendros, la persistencia de la nieve, un sendero que se desdibuja, la sombra vertical de los árboles. El Cordel de Navalrincón cruza la Etapa 13 cerca de su desenlace. Se desliza por la ladera de la montaña, entre los pinos, y tras cruzar el camino se adentra en las tierras de labor hace tiempo abandonadas por falta de mano de obra. Ahora lo utiliza rebaños de cabras. Uno de ellos avanzaba por la línea de arbolado, buscando su resguardo ante el sol de justicia. Se demoraban en los círculos de sombra y seguían avanzando hacia la derecha. Lo que se ve al fondo, las edificaciones de la primera loma, es Puente de Retama, supuestamente una localidad, aunque en realidad cuatro casas contando por lo alto. Dudo siquiera de que estén habitadas. El nombre alude al puente de la carretera N-430 sobre el Guadiana. Y da a su vez nombre a un albergue juvenil donde finaliza la etapa 13. Lo digo siempre, me encanta las fotos de vías pecuarias, cuando son senderos y se pegan en su trazado al relieve del camino. En esta imagen el sendero tiene mucho recorrido dentro del encuadre. A pesar de ser un camino de tierra rudimentario su color y el de los pastos del entorno lo destacan claramente. Las dos líneas de estacas contribuyen a delimitarlo también. Es una foto hermosa en su conjunto y en los detalles. Las cabras, diminutas por la distancia, le dan un toque naïf.



225.2.- Etapa 13 del CN del Guadiana. Cortijo de la Teja Chueca (Puebla de Don Rodrigo - Ciudad Real).

Me intrigaba el término "teja chueca". Haciendo búsqueda en internet obtuve montones de referencias al barrio de Madrid. Un diccionario de los muchos que hay en internet me indicó que era un sinónimo de tocón. El chiste fácil casi sale solo, pero en realidad el vocablo alude en este caso a la porción radicular del árbol que queda en pie cuando se tala. También me ofrecía como otros sinónimos: burla o chasco. Ha sido el diccionario de la Real Academia quien me ha sacado de dudas. Más o menos. Al solicitar ayuda alguien en Twitter me facilitó el link del vocablo dentro de la web de la institución. Parece ser que chueca es una palabra americana y que significa curvada, torcida, estevada. Ya sabemos que las tejas habituales, las de cerámica, son curvas, así que imagino que el arco en este caso es longitudinal, no se con que finalidad. Estética es lo más probable, porque debe ser una pesadilla armar un techo, encajar piezas entre sí que se revuelven en dos dimensiones de las tres posibles.

Lo que ahora puede verse en el Cortijo de la Teja Chueca es una granja agropecuaria, con silos de metal y con las inconfundibles naves alargadas que se utilizan para la cría de animales, generalmente pollos y cerdos. Ni se me pasó por la cabeza acercarme para inspeccionar. Quien haya oído los ruidos procedentes de una granja de cerdos no querrá volver a aproximarse a una. Ese si que es un horror sin explicación, el terror de un animal que se prolonga a lo largo de una vida de esclavitud y penuria, con final ignominioso además. Que contraste con el rebaño de cabras que pasa ante las instalaciones siguiendo la línea de sombra del arbolado. En grupos o a su aire, despreocupadas en el desvarío de calor de la tarde, sin senderos que dicten su avance una vez han abandonado el Cordel de Navalrincón, desde el que tomo las imágenes, las veo avanzar hacia el Guadiana sin la más mínima pizca de apremio en su paso Ojalá hubiera podido quedarme para verlas llegar al fin del mundo en el final de los tiempos.



225.2.- Etapa 13 del CN del Guadiana. Vega del Guadiana en Puente de Retama (Puebla de Don Rodrigo - Ciudad Real).

La fotografía pretendía obtener con un zoom una imagen más cercana del rebaño de cabras, sin embargo, ofrece más información, se anticipa al futuro. Antes que nada decir que con ejemplares blancos, negros, mezcla de ambos, así como gris-azulados, el ganado caprino es el más ameno y el más agradecido a la hora de ser fotografiado. También es verdad que el desorden contenido que posee hace casi imposible meter un rebaño entero dentro de un encuadre, algo al alcance de la mano cuando se trata de ovejas. No digo que no os fijéis en las cabras, que tienen su aquel, parecen figuritas a escala en el paisaje de un belén, pero no paséis por alto el fondo boscoso. Justo donde está situada la torre del tendido eléctrico de alta tensión es donde mi coche dijo basta. El monte donde están situados las antenas repetidoras es el Morro de Castilnegro, una de las principales referencias de la siguiente etapa.

224.- Etapa 13 del CN del Guadiana. Camino de los Malos Pasos (Luciana - Ciudad Real)



224.1.- Etapa 13 del CN del Guadiana. Vega del Guadiana (Luciana - Ciudad Real).

Ni siquiera tiene un topónimo, así que no puedo dar una referencia. Tras cruzar el vado llegué a una pequeña zona de vega, aprovechada para el cultivo de cereal. En otro tiempo aquellas tierras se destinaban a regadío. Vi bombas hidráulicas para extraer aguas del río y cabezales de riego. Tras cruzar el río el camino sigue en perpendicular al cauce para cruzar el estrecho valle, ganando la otra ladera, donde gira en ángulo de 90º para discurrir a partir de entonces otra vez en paralelo al Guadiana. Justo en la curva había un socavón bastante profundo que cruzaba de lado a lado el sendero. Tenía miedo de quedarme varado en él si intentaba salvarlo. Ahí estuve un buen rato sudando tinta china acopiando el suficiente aplomo para intentarlo. ¿Que podía detenerme tras haber logrado cruzar uno de los ríos más importantes de la Península? Cuando logré envalentonarme ahí estuve metiendo la rueda delantera en el surco y volviendo marcha atrás al lugar de partida en varias ocasiones tras ser incapaz de hacer que el todo-terreno remontara el desnivel. Días después me acordé de algo elemental. En todos los 4x4 hay una palanca con la que se puede distribuir la tracción entre todas las ruedas o centrarla en las delanteras o las traseras. Así que ya tiene que ser profundo el surco, casi una zanja, para que el vehículo no pueda salir de él. Mientras haya una rueda bien asentada en el firme hay escapatoria. En realidad estuve un rato largo ahogándome en un vaso de agua. Pero el pasarlo mal es lo que te hace recordar mejor las cosas para la próxima. Y la vez siguiente si que caí en una zanja. Ahí fue donde recordé lo de la puñetera palanca.

La Sierra del Campillo, sus últimas estribaciones en su extremo occidental, cierra el valle por la izquierda. Los altos de la derecho ni siquiera llegan a la categoría de sierra. Justo donde acaban hay una pequeña laguna, más bien una charca, en mitad del trigal, que ha sido segado no hace mucho. Una sola nube en el cielo. Aun menos personas en el valle.



224.2.- Etapa 13 del CN del Guadiana. Camino de los Malos Pasos (Luciana - Ciudad Real).

Cuando pude echar a correr ocurrió lo imprevisto, una valla me cerro el camino, con su prohibido el paso, su candado y su mensaje claro y directo de aquí no es usted bienvenido. Cuando he hablado con quienes supervisaron mi trabajo les he tratado de explicar que es un hecho harto infrecuente. Casi todos los caminos son servidumbres y no puede prohibirse el paso a nadie aunque sean particulares. Más con un río próximo, ya que los ríos son de dominio público, no puede prohibirse el acceso. Intenté después acceder al camino en algún punto más allá de la verja. Los senderos que encontré que podían hacerme ese servicio partiendo de la carretera N-430 también estaban cerrados con cadenas. Algo muy extraño. He recorrido toda España y es la primera vez que me ocurre algo así. La derrota era inapelable. No podía seguir. Hacer la ruta a pie era un suicidio laboral. Tenía que hacer una media de un par de etapas por día. El Camino de Los Malos Pasos lo fue de verdad. Y fue una pena porque empezaba a divertirme. Había otro vado que cruzar un poco más adelante. Le había cogido el gusto a chapotear con los neumáticos en el agua.

Caminos que se bifurcan y al trazar una curva dejas de ver lo que quedó detrás. Tuve que desandar el camino marcha atrás porque el ancho del sendero no era suficiente para dar la vuelta al vehículo, al menos para alguien con mis horas de vuelo con un 4x4. Algún día quiero volver y saltar las verjas que encuentre a mi paso. Son innumerables las que he saltado y en decenas de sitios. Nada más cierto que esa máxima de que no pueden ponerse puertas al campo, sobre todo en su sentido más literal. Tampoco centinelas.



224.2.- Etapa 13 del CN del Guadiana. Lentisco (Pistacia lentiscus) en el Camino de los Malos Pasos (Luciana - Ciudad Real).

Durante mucho tiempo estuve convencido que los dos Pistacia de nuestra vegetación peninsular, el lentisco y el terebinto, eran los árboles que daban los pistachos. Ese es mi nivel de botánica. Muy lentamente lo voy subsanando. Y el lentisco conviene distinguirlo. Árbol o arbusto capital de la España Mediterránea. Se echó al monte para formar parte de dos de las formaciones más guerrilleras del monte español, la garriga y el maquis. Especie pionera, vive a sus anchas en lo que el hombre destroza. Levante es su Shangrilá, esos territorios martirizados por la sequía y el urbanismo. Ser vanguardia es como ser infante de marina: primeros en los avances y últimos en las retiradas. Por eso el lentisco lo mismo coloniza territorios recién recuperados como sobrevive donde la frontera retrocede, ocupando las parcelas abandonadas de cítricos o los barrancos y ramblas que no pueden ser cultivadas por lo accidentado del relieve. Obvio que tuve que bajarme del coche para reconocerlo. Formaba una masa compacta en la ladera junto al Camino de los Malos Pasos. Al principio pensé que podría ser boj. De lejos ofrecía un aspecto parecido. Bueno, quizás no, pero dentro de mi exiguo catálogo de formaciones aprendidas era lo más similar. Pero carecía de la inconfundible hoja del Buxus sempervirens, discolor, color pistacho, precisamente, por el envés. Además, la del pistacho es una hoja compuesta, con foliolos parecidos a los del nogal. No se si los angostos valles de Luciana, con el frío invernal que debe imperar, es el lugar idóneo para el lentisco, más bien intuyo que no. Pero allí también estaban el encina y la coscoja, especies que lo resisten todo. Quien soy yo para dudar de lo que ven mis ojos y tratar de reinventar la realidad.

jueves, 17 de noviembre de 2011

223.- Etapa 13 del CN del Guadiana. El Río Guadiana al pie de la Sierra del Campillo (Luciana - Ciudad Real)



223.1.- Etapa 13 del CN del Guadiana. El Río Guadiana al pie de la Sierra del Campillo (Luciana - Ciudad Real).

Una cierva apareció en mitad del sendero. Al verme huyó en la dirección errónea. En vez de dirigirse al río decidió ganar la espesura del bosque en la ladera de la monta. Trató de saltar el vallado cinegético y las patas se le quedaron enredadas entre la malla. La ladera detrás era empinada. En río discurría en ese tramo casi en una garganta. El encinar descendía la abrupta cuesta casi en vertical, con arbolillos distribuidos de forma muy irregular. Había mucha sombra en aquel paraje. Un escenario casi privado donde de repente los animales aparecían por doquier. Vi por el rabillo del ojo zambullirse en la corriente un galápago de caparazón muy oscuro. En el monte todo sucede tan rápido, es tan corto normalmente el lapso de tiempo disponible para ver aquel animal que se cruza en tu camino, que si no estás atento, rápido y tienes suerte te lo pierdes. Y no hay segundas oportunidades. Digamos en este orden de cosa que rocé con la punta de los dedos a la tortuga de río. La cierva seguía debatiéndose en el vallado. Su cuerpo se estremecía de miedo mientras lo sacudía para zafarse de lo que la aprisionaba. En realidad tan solo su torpeza y sus ansias mal empleadas. Tras unos instantes angustiosos lo logró, y con un brinco de atleta ganó el otro lado del cerramiento. Ya más tranquila subió el talud de la montaña, con una cierta parsimonia que venía a desmentir lo que había parecido un ataque de pánico. El Guadiana volvió a escindirse en dos brazos. Uno de ellos, el situado junto al camino, parecía tan quieto que más que cauce fluvial parecía laguna. Me detuve para inspeccionarlo. Al acercarme al agua las ranas saltaban a mi paso, docenas de ellas, diminutas ranas de San Antonio (Hyla arborea), que trazaban en el aire parábolas perfectas para zambullirse en el río a cámara lenta. Lentas en el aire, se aceleraban de repente, parecían dispararse como balas, al entrar en contacto con el agua. El fenómeno de la difracción de la luz, pero aplicado al movimiento de anfibios. Había renacuajos y patinadores en las zonas más calmas. Fotografié el río a lo largo y traté de situarme en el mapa. Cuando encuentras la primera referencia todo se esclarece. Luego las decisiones llegan casi solas, sin necesidad siquiera de meditarlas. ¿Qué es ese reflejo en el agua en la esquina inferior izquierda? Tiene el contorno de un corazón, deformado por el peso de la columna de agua o de lo que siente. No se lo que es pero lo sospecho. Soy una tumba porque no me concierne. O tal vez si y es una historia que no debe ser contada. Lo que no trasciende es como si nunca hubiera ocurrido, lo que no es pronunciado nunca acaba de ser verdad del todo. La duda elimina la certeza y el silencio es la duda absoluta.



223.2.- Etapa 13 del CN del Guadiana. Vado en el Río Guadiana (Luciana - Ciudad Real).

Un kilómetro más adelante tenía que cruzar a la otra orilla y el lugar era este, un vado a la altura del Arroyo de la Pizarrilla. Yo lo pase sin problemas a pesar de su anchura, pero tengo claro que un usuario del Camino Natural lo encontrará excesivo, el tener que cruzar a las bravas. En otras etapas por un ahí es nada los gestores del Camino Natural del Guadiana han colocado pasarelas. Aquí, donde más se necesita, brillan por su ausencia las ayudas al caminante. Y el problema es que la imagen está captada a finales de septiembre, en el final del verano, con caudal mínimo en el río. Habría que ver este vado en noviembre o febrero. Ya hemos visto que en las navidades de 2010 una crecida del río derribo un puente al principio de esta misma etapa, a menos de 10 kilómetros río arriba. Así que a la incomodidad se une la inseguridad. Cuando me paré en la orilla para sopesar las posibilidad de poder cruzar el Guadiana con el 4x4 una gineta (Genetta genetta) apareció en la otra orilla, justo a la altura del vado, en el pasillo sin vegetación. Al principio creí que era un zorro, pero era más pequeño y con la cola más esponjada. era como un limpiador de tubos, densa, gruesa y cilíndrica. Que fuera realmente una gineta es una conjetura mía después de mirar fotografías, porque nunca antes había visto una en el monte, y tampoco me dio tiempo a tomar notas. Fue otro indicio más para reafirmarme en la idea de que por aquellos lugares hace tiempo que no pasan personas.

Al cruzar las aguas sentí esa emoción infantil que se tiene al hacer algo que entraña un riesgo incierto y que uno piensa que jamás podrá hacer. Me sentí como en un really de aventuras. Supongo que las posibilidades eran ínfimas, pero si el 4x4 se hubiera quedado parado en mitad del cauce habría sido divertido sacarlo de allí, encontrar ayuda en mitad de ningún sitió un viernes por la tarde en un sitio inaccesible para grúas. No creo que exagerase porque mismamente dos días antes mi coche quedó tirado en otro lugar del camino Natural y hubo de ser rescatado. Aunque eso es otra historia que contaré cuando toque. Me hubiera gustado estar acompañado. Se que Patricia habría gritado de júbilo con la experiencia. A veces lo hace cuando se come un helado o se compra una blusa. El otro día, sin ir más lejos, después de ayudarla a completar una mudanza. También pienso en otra persona. Alguien que solo podrá ser real en el futuro en lugares tan recónditos como este lugar de Luciana, como mi corazón, como la noche cerrada.



223.3.- Etapa 13 del CN del Guadiana. Vado en el Río Guadiana (Luciana - Ciudad Real).

¿Un río que discurre corriente abajo ha de parecer como un río que se desangra?¿Por qué me lo parece cuando veo esta foto? Será mi estado de ánimo ahora. En realidad me lo pareció entonces, cuando iba dentro del 4x4 y capte la imagen desde el centro del cauce. El lecho del río adquiere pendiente y la corriente se acelera y desaparece en un estrechamiento y un pequeño recodo, como si fuera un desagüe. En 13 etapas recorridas del Camino Natural del Guadiana tal vez sea esta la única vez que lo vi adquirir paso alegre. Siempre calmado, sesteando, meditando sus pasos. A veces hasta detenido. Tal vez quisiera adquirir su mismo ritmo para fingir que yo también puedo escapar del camino trazado, de mi destino, del surco decidido desde siempre

miércoles, 16 de noviembre de 2011

222.- Etapa 13 del CN del Guadiana. La Umbela (Luciana - Ciudad Real)



222.1.- Etapa 13 del CN del Guadiana. La Umbela (Luciana - Ciudad Real).

Tras intentar atacar la etapa desde su final y toparme con un barranco que cruzaba el sendero al kilómetro y pico de empezar y que no se lo saltaba un gitano, menos mi coche, me tuve que resignar a dar por imposible el recorrerla. Me prestaron un 4x4 dos días después, con el que volví a la carga, un viernes que fue el primero de 5 días a solas perdido en el monte, con base de operaciones en Pueblo de Don Rodrigo. Nada más llegar a Luciana procedente de Madrid cruce el vado del Guadiana y me dirigí hacia el arroyo que me había cortado el paso. Ni que decir tiene que el 4x4 ni se despeinó cuando lo cruzó. Nada más acceder a la otra orilla tuve clara la sensación de que me adentraba en un territorio poco frecuentado por el hombre. Con el río siempre a la derecha y, más allá de él, el mundo habitado por el hombre. El camino se convirtió en un canchal y hasta tuve dudas de si era apto para un todo-terreno. Era la segunda vez que conducía uno y no tenía ni idea de que podía exigirle.

Accedí a la misma zona que había fotografiado desde la Casa de San Andrés, desde la Carretera N-430, un paraje amplio, al pie de la Sierra del Campillo, antigua zona de cultivo, como delataban algunas infraestructuras abandonadas para el regadío, y que los mapas denominan La Umbela, quizás una mala traducción, por la forma de su contorno en el lado que bordea el río, que parece el dibujo de un paraguas abierto. Podría ser una explicación, aunque no me imagino a unos manchegos hace siglos eligiendo para un paraje un nombre inglés. la umbela en realidad es un tipo de inflorescencia, compuesta, es decir, formada por muchas flores individuales, y que tiene precisamente la forma de un paraguas abierto.

Lo más destacable en la imagen es el color ocre oscuro de la tierra, en un tono de marrón cercano al del chocolate. Sospecho que ese color delata una tierra de calidad  que, además por su proximidad al río, hacia rentable ponerla en regadío, en un ámbito donde el secano es casi la norma. Las nubes, con su forma filiforme y dispuestas casi todas como los radios de un círculo con centro en la mitad de la sierra, hacen que la imagen parezca la viñeta de un comic donde la montaña es un personaje que se admira de algo. Más allá de la llanura cultivada hay una dehesa con encinas enormes. Ni tractores en el campo ni ganado en los pastos ni personas en los caminos. Solo silencio. Hay ausencias prolongadas que fraguan en silencios sólidos, con poderosos cimientos, y presencias recientes que revelan de repente el relieve sonoro de la vida.



222.2.- Etapa 13 del CN del Guadiana. La Umbela (Luciana - Ciudad Real).

Es la dehesa que puede verse en la primera imagen del post al pie de la sierra. La imagen está tomada al final del arco de la umbela. Un conejo se asustó al oír el traqueteo del 4x4 y se agazapa en el suelo tratando de averiguar que pasa. Me paré para intentar fotografiarlo, pero la distancia y el encuadre no me convencían. Si que capturé varias imágenes de la dehesa, porque me fascina la sensación que ofrecen de ser interminables, inabarcables, de que continúan más allá de donde la vista alcanza, al otro lado de la ladera en este caso. Encinas de copas pequeñas y compactas, sin ramas en el tronco. Da la sensación de que han sido podadas para lograr la conformación deseada. Ni una brizna de hierba, ni siquiera ajada y agostada. Ni un matojo. El calor de la primera hora de la tarde. La sensación de soledad. El silencio espeso. La quietud del paisaje donde nada se movía, salvo la nariz del conejo, que brinco al verme salir del vehículo y se alejo para esconderse entre los únicos matorrales del otro lado del vallado cinegético. Volví a ponerme en marcha y aunque el sendero era inequívocamente el que seguía, a pesar de no estar señalizado, en algunos tramos comenzó a entrarme la sospecha de que fuera realmente un sendero pensado para ser recorrido por personas.

martes, 15 de noviembre de 2011

221.- Etapa 13 del CN del Guadiana. Vista desde la N-430 a la altura de la Casa de San Andrés (Luciana - Ciudad Real)



221.1.- Etapa 13 del CN del Guadiana. Vista desde la N-430 a la altura de la Casa de San Andrés (Luciana - Ciudad Real).

Tras dejar atrás El Batán el camino comenzó a empeorar notablemente y mi coche a padecer la tortura de un firme desigual y con piedras. Empezaron a ser evidentes los síntomas de que el camino era poco transitado a esa altura, a unos 2 kilómetros de Luciana. Las plantas herbáceas que sobreviven en un sendero son un signo claro. por ahí poca gente debía aventurarse. En realidad los caminos de tierra apartados de las carreteras se recorren cuando hay explotaciones agropecuarias en activo o viviendas habitadas. ¿Para que sino? Los visitantes ocasionales en el monte son muy infrecuentes una vez te alejas de las vías de comunicación y te adentran en las zonas despobladas.

Después de martirizar al coche por espacio de medio kilómetro tal vez, me topé con un arroyo que cruzaba el sendero, sin obra de drenaje transversal para solventar el paso de la corriente. No era gran cosa pero no me atreví a vadearlo. Mi coche no es Indiana Jones, aunque a menudo le haya exigido que actuara como tal. Lo dejé a unos metros del charco, en situación complicada para dar la vuelta para volver a Luciana, aunque con ese problema ya me enfrentaría luego, y fui a explorar más allá del Arroyo del Despeñadero de Michoso, que así era como se llamaba. Tal vez el camino mejorará después y salvar el arroyo me evitara desandar el camino, que ya digo que era malo. Pero poco necesité para descartar esta posibilidad. Unas cuantas fotos y volver atrás. La sensación de desanimo fue enorme. Tenía dos opciones aun, buscar un camino que me permitiera retomar la ruta más adelante o recorrer la etapa desde el final. Intenté lo primero sin éxito. Todos los senderos que partía de la N-430 hacia el río estaban vallados con candado. Esto es raro en el monte. Casi todos los caminos son servidumbres y no puede prohibirse su utilización, aunque sean particulares. Los caminos que se dirigen a cursos fluviales son servidumbres por que los ríos son del dominio público, es decir, de todos. Pero en esa zona había un celo excesivo por guardar las haciendas. Lo normal es que cuando cruzar terrenos particulares solo se te exija que dejes tras de ti las puertas de los vallados cerrados, para que las reses no se extravíen. A veces ni siquiera eso. Los propietarios instalan pasos canadienses que no pueden ser cruzados por el ganado y ni siquiera tienes que pararte y bajar del coche para abrir y cerrar verjas.

Paré en la N-430 a la altura de la Casa de San Andrés e hice unas pocas fotos de la zona por la que discurre la Etapa 13. La montaña al frente es la Sierra de Villarreal. En mitad de la imagen pueden verse claramente dos silos de almacenamiento pertenecientes a una explotación ganadera semi-abandonada, situada muy cerca del arroyo que me cerró el paso. La línea de arbolado que discurre de derecha a izquierda indica el trazado del Guadiana. Hay un cortafuegos en la montaña y el pasto agostado al final de septiembre, con el calor aun apretando, es pura yesca.



221.2.- Etapa 13 del CN del Guadiana. Vista desde la N-430 a la altura de la Casa de San Andrés (Luciana - Ciudad Real).

La sierra de la imagen es en este caso la de El Campillo, más alargada pero de menor cota que la de Villarreal. La línea de arbolado del río es en este caso más definida. En la otra margen se extiende una dehesa abierta con encinas de gran tamaño en la mitad más cercana a la ladera de la montaña y un pastizal en la mitad más cercana al Guadiana. Son áreas ganaderas. Bien pudieran ser de ganado bravo, por que su aislamiento del entorno es total, aunque ni allí vi reses por ninguna parte ni las observo ahora al analizar la fotografía. Hay lo que parece a primera vista una columna de humo a la derecha de la imagen, justo en el bordo. También podría se polvo alzado por un remolino de aire, o por el paso de un todo terreno. La luz del sol queda un poco en frente y hay cierta semilla de oscuridad en la claridad del cielo y en el pasto calcinado por el sol.



221.3.- Etapa 13 del CN del Guadiana. Corro de eucalipto rojos (Eucalyptus camaldulensis) en el acceso a la Casa de San Andrés (Luciana - Ciudad Real).

En el arranque del acceso desde la carretera a la Casa de San Andrés hay un corro de eucaliptos. Tener el coche aparcado justo junto a él me servía de referencia para evidenciar sus dimensiones. No tiene que ver con el Camino Natural. Ni siquiera esta especie es característica de la zona. Pero cuando algo es hermoso no son necesarias las justificaciones. Hacer entrar el grupo dentro del encuadre fue una proeza.

lunes, 14 de noviembre de 2011

220.- Etapa 13 del CN del Guadiana. El Batán (Luciana - Ciudad Real)



220.1.- Etapa 13 del CN del Guadiana. Río Guadiana a la altura de El Batán (Luciana - Ciudad Real).

Tras superar el sendero que conduce al vado el Camino Natural se acerca al río Guadiana, cuya orilla no abandonará hasta que llegue el momento de volver a cruzar el cauce. En los primeros centenares de metros el camino se sitúa en el borde de la terraza del río, discurriendo la corriente unos metros más abajo, con una situación elevada que privilegia el punto de vista del observador. Al principio una línea de árboles entorpece las panorámicas e impide acercarse al borde del pequeño barranco, pero cada vez que falta uno en la hilera todo se convierte en un festín para los ojos. Aquí, donde han talado uno hace tiempo, del que queda aun el tocón, pude divisar el río por primera vez sin obstáculos, y en la otra orilla un caballo de color beige apagado y las afueras de la localidad de Luciana.



220.2.- Etapa 13 del CN del Guadiana. Sierra de Villarreal a la altura de El Batán (Luciana - Ciudad Real).

En la otra linde del camino hay una verja, y tras ella una explanada pedregosa en la que en otro tiempo se practico la agricultura, aunque uno no se lo explica en aquel pedregal. Muchos arados y rejones han debido romperse tratando de labrar esta tierra. Hay una pieza con forma de medio arco, y que parece de metal, en primer término a la derecha. juego a conjeturar de que se trata. De lejos aventuro que una herradura, pero al aumentar la imagen compruebo que no lo es. ¿Tal vez una hoz? Me gusta esta respuesta, pero no parece tener filo. Podría ser la pieza de un arado que arrastra un tractor. Tal vez se partió tratando de desenterrar una de esas piedras que cubren el suelo y que debieron depositarse ahí en una crecida extraordinaria del río. Al fondo de la imagen se alza la Sierra de Villarreal, como una animal tumbado en el suelo víctima de su desidia. la vegetación verde oscura de la ladera, quercínias sin ningún género de dudas, tiene vetas a mitad de la cuesta de un verde más vibrante. ¿Pinos tal vez? Al observar el detalle de la imagen se comprueba que son los claros de la masa. No es época para que la hierba luzca aun. El tomillo tiene una tonalidad más dorada. Aunque la exposición es hacia el norte, y tal vez una u otra opción sean factibles. Tal vez la imagen no sea espectacular. Quizás es incluso aburrida. pero por alguna razón a mi me gusta. Azul en la capa del cielo, gris por la roca que aflora y dos tonos de verde para la vegetación en la zona de la montaña. Y los tonos pajizos y crudos del campo de labor. La verja y el campo abandonado me estaban advirtiendo de algo. Hace mucho que estos parajes no camina nadie. Tierra que no es virgen pero que se ha plegado sobre si misma.



220.3.- Etapa 13 del CN del Guadiana. Colonia de nenúfares blancos (Nymphaea alba) en el Guadiana (Luciana - Ciudad Real).

El primer momento de euforia tras tres etapas del camino. Vi una colonia de nenúfares en un paraje denominado El Batán. A la orilla del río, avanzando a partir de ella. Había pájaros y algún ave acuática posadas sobre las hojas flotantes, que se marcharon en cuanto me vieron acercarme. Imagino que deben ser un reclamo para la avifauna. Las anátidas valoran mucho la vegetación acuática que les ayuda a ocultarse.

El Nenúfar blanco (Nymphaea alba L) es una planta acuática de hojas y flores flotantes, que enraíza en el fondo de canales, lagunas o ríos, a profundidades que pueden superar los dos metros. Vive en aguas dulces, limpias y de escasa o nula corriente. Sus flores son blancas, muy grandes, de 10 a 20 cm, olorosas, flotantes, largamente pedunculadas, con numerosos pétalos patentes; sépalos blancos por encima. Las hojas, también flotantes, son de 10-30 cm de diámetro, con el limbo casi circular pero con una escotadura estrecha y profunda. Son rojizas por el envés, ovario globular. En la actualidad esta planta escasea en todo el cauce del Guadiana ya que es muy sensible a la falta de agua y el alto grado de contaminación, por lo que solo la encontramos en aquellas zonas más libres de contaminación, convirtiéndose en una especie bioindicadora de agua limpias.



220.4.- Etapa 13 del CN del Guadiana. Río Guadiana a la altura de El Batán (Luciana - Ciudad Real).

Un batán es un ingenio mecánico cuya función es aumentar la densidad de las telas, su urdimbre, por el socorrido método de golpearla con unas pequeñas mazas. la máquina se mueve por impulso hidráulico. Un pequeño canal deriva parte del agua de un río hasta una rueda con cazoletas, que es impulsada por la corriente. El giro de la rueda se transmite a su eje, que a su vez contagia su movimiento a las mazas encargadas de incrementar la densidad del tejido. Parece ser que solían emplearse con mantas de lana, mejorando su calidad al tiempo que eran lavadas. Al tratarse de una zona ganadera, orientada hacia el ganado lanar, parece fácil de aceptar que en este tramo del río hubo una vez un batán que acabó dando nombre al paraje.

Estaba tan contento por las fotos de los nenúfares, cuya realización había prometido a @GirlFLebanon tras saber de su presencia en el río consultando en internet, que apenas me subí al coche me volví a parar aprovechando que el camino se alejaba un tanto del río y empezaban a proliferar los sitios donde aparcar sin entorpecer eventuales usuarios del camino. Dejé el coche donde primero pude y me dirigí hacia el Guadiana para obtener fotos a la orilla del cauce. Ninguna novedad especial. Algo más anchura de cauce, eso sí. se empezaba a notar el aporte del Bullaque. Un tramo de carrizal que cubría totalmente el río de orilla a orilla aguas abajo.



220.5.- Etapa 13 del CN del Guadiana. Río Guadiana a la altura de El Batán (Luciana - Ciudad Real).

Hacia aguas arriba las piedras asomando en la corriente insinúan la posible presencia de otro vado. En la otra orilla se puede ver la ladera norte del valle, y en ella los campos de olivar, entre los que discurre la carretera N-430, que conecta Ciudad Real con Badajoz. Es una carretera que discurre entre pequeñas montañas, sin mucho tránsito, más bien el local, aunque con paso de camiones de forma regular. Uno de ellos delata en la imagen la existencia de la vía. El matorral presente en ambas orillas es taray (Tamarix sp.), especie habitual en los ríos españoles, sobre todo en el sur, pero que hasta ahora no había visto tampoco demasiado en las tres etapas recorridas.

domingo, 13 de noviembre de 2011

219.- Etapa 13 del CN del Guadiana. Vado de Luciana en el río Guadiana (Ciudad Real).



219.1.- Etapa 13 del CN del Guadiana. Vado de Luciana en el río Guadiana (Ciudad Real).

Muy cerca del vado en el río Bullaque, a unas pocas decenas de metros, existe otro vado que permite el acceso a Luciana a través del área recreativa que ya vimos en una entrada anterior. Es fácil confundir ambos y, sobre todo, en que río se encuentra cada uno. Solo se puede resolver las dudas mirando el plano, porque el lugar de confluencia entre ríos es poco clara sobre el terreno y la proximidad entre ambos pasos tampoco ayuda. La primera vez que trate de recorrer la Etapa 13 provenía del Molino del Comendador y había cruzado el río por la pasarela que hay allí. No traté de utilizar el vado porque iba en mi coche particular, del que no estaba seguro que pudiera afrontar la prueba. tampoco había necesidad. Me contenté con tomar algunas fotos, y como iba con prisas, apenas me metí en la corriente para fotografiar el paso. Lo justo para lavar el polvo de las zapatillas colombianas que calzaba.



219.2.- Etapa 13 del CN del Guadiana. Vado de Luciana en el río Guadiana (Ciudad Real).

La segunda vez que cruce el vado del Guadiana conducía un todo terreno. La sensación que procura cruzar un río es de poder, de que nada puede detenerte, de estar en otro nivel de capacidad. Si, exactamente esa que se tiene cuando en un video-juego se da con la clave, con la estrategia para solventar una situación de peligro en la que se lleva fracasando mucho tiempo. Tan sencillo todo de repente. Y cuando crucé he de reconocer que lo hice a las bravas, sin preocuparme de si iba rápido o despacio, haciendo olas o dándole la tarde a las pobres ranas. Que se apartaran ellas si tenían algún inconveniente con mi llegada. El cartel de advertencia hablaba de 30 centímetros como límite de seguridad para el calado del río en el vado. Mucho parece. Aunque no se si me hubiera gustado intentarlo en tales condiciones. Esto es así, un día eres un cobarde y al siguiente un paladín... a la taza.



219.3.- Etapa 13 del CN del Guadiana. Vado de Luciana en el río Guadiana (Ciudad Real).

Llegué en la Etapa 13 hasta donde pudo, que no fue ni mucho ni poco, sino todo lo contrario, y a la vuelta, deshaciendo el camino porque no me quedaba más remedio, me encontré con este regalo, con un caballo pastando a la orilla del río, con los cascos casi dentro del agua. Paré el vehículo en mitad de la corriente y le tiré unas cuantas fotos. Solo me faltó pedirle posturas y motivarlas con mis palabras, como hacen los fotógrafos profesionales según las películas y las series de TV... "Ahora una pose briosa como cavallino rampante". Estuve un buen rato disfrutando del momento.



219.4.- Etapa 13 del CN del Guadiana. Vado de Luciana en el río Guadiana (Ciudad Real).

El caballo me miro un momento y tras sopesar la amenaza siguió a lo suyo. Ahí me hubiera quedado todo el día, pero lo cierto es que yo también tenía hambre. Comí en el área recreativa uno de los dos bocadillos que me había hecho preparar. El otro lo reservé para la noche. ¿Si entonces no me pesó la soledad, por qué ahora me parece una estampa triste la mía comiendo en silencio en una de aquellas mesas rústicas de madera? No digamos ya la de la noche en el modesto hostal de Puebla de Don Rodrigo devorando el bocata de atún con tomate ante el televisor. La gente irrumpe en tu vida sin avisar y de repente lo que creías una ventaja se convierte en un inconveniente, lo que creías un valor una carencia, una rato de libertad un mal de ausencias. Entiendo que cambies las expectativas del futuro, las ganas de verlo o recorrerlo sonámbulo. Entiendo que seas como un terremoto en el presente. Pero no puedes alterar el pasado. Te lo prohibo. No es razonable. No es verosímil. Ni siquiera es justo. Tras mirarme, el caballo agachó la cabeza y siguió pastando, pero en una postura menos relajada, mostrando su musculatura de sus patas y el cuello.



219.5.- Etapa 13 del CN del Guadiana. Vado de Luciana en el río Guadiana (Ciudad Real).

Esta es la imagen intermedia a las dos anteriores, realizada con algo de zoom óptico. Capta el momento exacto en que el caballo se hace cargo de mi presencia. Tal vez la del 4x4, porque me consta que otros animales no, pero creo que un caballo si que entiende que dentro del coche hay una persona. El acercamiento del encuadre al animal elimina la pequeña zona de rápidos donde el agua corre alegre entre las piedras. Todo parece más tranquilo y relajado. En esta imagen se aprecia claramente que lleva un bocado. Tal vez se tratase de un caballo para montar en su momento de descanso. Es muy probable.



219.6.- Etapa 13 del CN del Guadiana. Vado de Luciana en el río Guadiana (Ciudad Real).

Hay mucho cielo en el encuadre, pero es que quería que apareciese la totalidad del álamo de la izquierda. Los fresnos que están junto a él, al final del tramo de río, son los que pueden verse cerrando la imagen en la entrada dedicada al vado del río Bullaque. Un hermoso sitio para perder una tarde, para no hacer nada, para recoger los mimbres de las horas y hacerse un canastillo de silencios y medias palabras. Para hablar contigo como solemos hacer cuando la tarde expira, callando lo que en realidad nos gustaría decirnos, escuchando el murmullo del agua cuando las palabras que no queremos pronunciar amenazan con brincar de nuestras gargantas. Imprimiré la imagen a tamaño de póster y la colgaré en una pared para que haga de paisaje de fondo a nuestros desordenados parlamentos.

sábado, 12 de noviembre de 2011

218.- Etapa 13 del CN del Guadiana. Molino del Comendador (Luciana - Ciudad Real)



218.1.- Etapa 13 del CN del Guadiana. Molino del Comendador (Luciana - Ciudad Real).

Entre los fresnos, a su sombre, se encuentra el Molino del Comendador, uno más de los existentes en el río Guadiana que solo son ruinas ahora mismo. ¿Qué hacer en estos casos?¿Tiene sentido restaurarlos cuando no se trata de elementos de patrimonio cultural, es decir, con valor artístico añadido, al ser construidos con fines prácticos o industriales? No sabría contestar. Está claro que la crisis va a hacer que se encare este dilema de otra manera. También es cierto que no hay dos molinos iguales, que su valía es muy variable. Por supuesto también discutible. En todo caso ha de buscarse un uso, aunque sea didáctico, ya que lo que no se utiliza se conserva peor por no invertirse esfuerzo y dinero en su mantenimiento.

El Molino del comendador son puras ruinas, creo que sin excesiva dignidad. El techo se vino abajo y al menos quedan las cuadro paredes de la construcción. Claro que podría haber sido peor. A inicios de 2010 una crecida del río se llevó por delante el puente junto al que se situaba. La explanación en las riberas, imagino que para ordenar el curso del río y eliminar la maleza, ha modificado el entorno. Se adivina el canal de derivación del molino, el brazo artificial de río por el que se detrae el agua.

La construcción es grande, de dos pisos, con los huecos de la fachada principal distribuidos irregularmente, como al capricho. fabricada con mampostería de piedra y con una cubierta de tejas, ahora mismo se ve invadido por la maleza. La línea de fresnos en la que se inserta maquilla sus años. Esos fresnos que nunca me dejan de sorprender. Es un árbol en el nunca había reparado y desde este trabajo me tiene ganado para su causa. Enorme, majestuoso, casi diría que impasible, domina su entorno con la tranquilidad de saberse dueño del paisaje.



218.2.- Etapa 13 del CN del Guadiana. Molino del Comendador (Luciana - Ciudad Real).

Detrás de la construcción grande, en el lado que da al río, hay otra bastante más pequeña y aneja. También carece de tejado. Por eso se ve iluminado su interior, aunque de la sensación de tener cubierta por conservar las tejas de los bordes. Junto a esta construcción discurre un angosto paso, lo que parecen ser los restos de una carretera, es posible que el arranque del puente que arrastró la corriente. Se ha construido una nueva pasarela en su lugar con bastante celeridad, para mantener la comunicación por carretera de Luciana con algunas localidades próximas, entre ellas Pozuelos de Calatrava. El nuevo camino respeta el molino, que deja intacta, tal como estaba antes de realizarse las obra. Ese miedo reverencial por las ruinas, por no tocarlas ni moverlas, como si fueran el escenario de un crimen que algún día habrán de revisar los miembros de un CSI. Otros decidirán que hacer con el molino. Mientras tanto éste se va desintegrando poco a poco.



218.3.- Etapa 13 del CN del Guadiana. Pasarela sobre el Guadiana junto al Molino del Comendador (Luciana - Ciudad Real).

La pasarela es bonita, aunque el haber eliminado la vegetación en el cauce ha desvirtuado el entorno. El puente atraviesa una explanada en vez de un río. Este parece haberse detenido antes de alcanzar la estructura, para desaparecer y volver a surgir después. Nada que ver con lo uno imagina que debe ser la furia de un río que se lleva consigo un puente, que arranca y lo secuestra para ocultarlo bajo sus aguas. ¿Quien puede tomarse en serio un río de aguas verdes?

El Molino del Comendador puede observarse en el otro extremo del arco que forma el tablero del puente. Aquí empieza la décimo tercer etapa del Camino Natural del Guadiana. Una de las trece que se me encomendaron recorrer, la tercera de la lista y la que más problemas me dio. Crucé por primera y única vez el puente y seguí por la otra orilla del río camino de Luciana, situada del otro lado de los chopos que pueden verse a la izquierda del cordón de arbolado. Los chopos como los cipreses, crecen esbeltos, sin formar una copa redondeada, y lo hacen aprisa y sin descanso.

La madera amarillenta, casi color mostaza, seguramente por el barniz protector, ayuda a paliar en parte el impacto visual que produce ver un tablero de cemento. No, no puede decirse que la pasarela sea inequívocamente hermosa, aunque da sensación de estabilidad, de firmeza. Y no es poco consuelo. A veces basta con eso, con la certeza de que las cosas permanecerán en el lugar donde nos son útiles o queridas pase lo que pase, sea cual sea el empuje de las circunstancias. Lo que se lleva el río nunca nos será devuelto, habrá de ser sustituido, si es que eso es posible. Lo que la vida borra hay que aprender a dibujarlo de nuevo, y será difícil lograr los mismos rasgos que aprendimos a amar. Desde la memoria, que es el mejor ingeniero, aunque más atento a lo que conviene que a lo que nos gustaría. Construir es solventar una necesidad, dar una respuesta a una pregunta que nadie se había atrevido a formular. Vadear un río o salvarlo gracias a un puente es dejar atrás esa pregunta que inmediatamente queda obsoleta ante el enigma inabarcable que supone la tierra virgen. Un puente une lo que siempre estuvo separado por lógica. Construirlos es desafiar lo razonable. No resignarse a que la separación venza, por ser siempre intentar menos en vez de más la estrategia que parece ahorrarnos el fracaso. Mientras llegue la crecida del río tendremos un paso franco para conocer la otra orilla. Mientras el agua no discurra furiosa entre ambos tendremos una forma de poder hablarnos. No compartimos la misma ruta. Soy para ti tan solo un desvío que te aparta de tus metas. Pero mientras el río esté detenido y no te veas exigida tendrás todos los momentos que quieras en mitad del tablero de cemento.



218.4.- Etapa 13 del CN del Guadiana. Pasarela sobre el Guadiana junto al Molino del Comendador (Luciana - Ciudad Real).

Desde el cauce la pasarela no parece mucho más razonable. El puente parece justificarse por la necesidad de salvar un desnivel, siendo no obstante un accidente geográfico menor que podría haberse solventado con una carretera, quizás con un vado central, en el eje del río. A fin de cuentas este parece detenerse manso junto a la escollera instalada para lograr una plataforma seca desde la que trabajar. Construido con mampostería de piedra del mismo río imbuida en argamasa, tal vez también cemento para darle solidez al conjunto, su aspecto mejora respecto a la que se obtiene desde el propio tablero. Los ojos son rectangulares, ofreciendo el mínimo perfil posible en la dirección de la corriente para minimizar el empuje de las aguas durante las avenidas. Hay huellas de buldozers en la arena. El agua no ha mojado aun en la práctica totalidad de la superficie del cauce, por lo que nada ha podido borrar las marcas dejadas por la maquinaria. El molino parece una garita para la vigilancia del cruce. No es un símil tan desacertado, porque esta pasarela permite el paso a una zona de tránsito muy restringido, como pude comprobar días después.



218.5.- Etapa 13 del CN del Guadiana. Río Guadiana a la altura del Molino del Comendador (Luciana - Ciudad Real).

En este punto el río tiene dos brazos. El primero de ellos, el situado más al este, sino fuera por su intenso e inequívoco color verde, parecería una colada de lava solidificada, o un reguero de barro espumeante. Tampoco el verde, que desmiente ambas hipótesis, contribuye mucho a darle un aire de naturalidad. La imagen es sorprendente. Se diría que una barricada de tierra y piedras ha logrado detener al río. Doy gracias a quien fue capaz de semejante proeza porque me ha procurado una imagen muy de mi gusto.




218.5.- Etapa 13 del CN del Guadiana. Pasarela sobre el Guadiana junto al Molino del Comendador (Luciana - Ciudad Real).


El otro brazo es más de lo mismo. Aunque aquí el río no parece detenerse por su viscosidad sino por la lógica del relieve. Incapaz de superar el desnivel de la plataforma del puente. La extrañeza surge cuando uno se pregunta por donde avanza el río entonces. ¿A través de un brazo que no he logrado ver?¿De forma subterránea?¿Se ha detenido realmente en espera de las lluvias de otoño? En pocos metros el río Bullaque vendrá en socorro del Guadiana, y cesarán estas imágenes de embolias fluviales. No se de que otra forma definirlas.

viernes, 11 de noviembre de 2011

217.- Lavadero en Baio (Vimianzo - La Coruña)



217.1.- Lavadero en Baio (Vimianzo - La Coruña).

Tengo dos lugares predilectos para pasar la noche del primer día cuando viajo a Asturias por trabajo y el destino esta cerca del eje de la A-66 (Campomanes-Mieres del Camino-Gijón. Uno es el polígono comercial de Silvota, al norte de Oviedo. Está un poco por encima de mis posibilidades o, si se prefiere, de lo que considero razonable en cuanto a precio. Pero al día siguiente, mientras saqueo el buffet del desayuno y arramblo con cuanta bolsita de leche condensada encuentro para esconderlas en los bolsillos (madre, como si el hotel no se resignase a que abundasen los clientes piratas), y acabo con las existencias de churros congelados, se me quitan todas las reticencias. El otro lugar es el Hotel Cardeo, situado en una aldea a 2 kilómetros al norte de Mieres. Cuesta llegar, por más que esté anunciado el lugar desde Pola de Lena, nada más bajar del tobogán que es la A-66 en la vertiente norte de los Picos de Europa. El hotel, baratito y muy apañado, está dentro del pueblecito, y justo en su entrada, al otro lado del camino de acceso, hay un lavadero antiguo, donde el agua corre, cual si se tratase de una fuente y no de un lugar donde antes se lavaba la ropa. Imagino que está alimentado por algún manantial que surge en alguna grieta de la montaña. El elemento tiene ahora un fin meramente decorativo, aunque ningún cartel avise de lo que se trata. Podrá parecer un ingenio de los tiempos de la prehistoria o, más bien, de los tiempos anteriores a la energía eléctrica, que nos trajeron como colofón la lavadora y el lavavajillas, pero lo cierto es que yo he visto usarlos en pueblos remotos. Quizá en la última década ha habido un último esfuerzo por llevar luz, agua y saneamiento a todos los lugares de España, pero es seguro que el lavadero es un elemento de antes de ayer mismo, que usaron muchas mujeres de la generación de nuestros padres en ámbitos rurales del noroeste de la Península, es decir, Asturias y Galicia. No se de otros lugares donde los haya ahora o los hubiera. Los de Asturias parecen haberse ganado el derecho a sobrevivir y empiezan a ser restaurados y tratados como patrimonio cultural, a mi modo de ver con acierto. Los de Galicia, más ne precario, empiezan ahora a ganarse el cielo. Vi un conjunto etnológico precioso que incluía lavadero en las afueras de Orense, en Valdorregueiro, que me dejó tranquilo al respecto, y que anda retratado en algún lugar de este mismo blog. Este lavadero de baio pienso que estaba en perfecto estado cuanto lo fotografié por el simple hecho de que su uso era muy reciente en el tiempo. En estas cosas el uso más que desgaste asegura la conservación.



217.2.- Lavadero en Baio (Vimianzo - La Coruña).

No deja de ser un elemento rudimentario. Un tejadillo a dos aguas resguarda un pequeñísimo espacio de terreno, donde las mujeres han de lavar en la tabla de piedra ondulada de rodillas. A resguardo para poder hacerlo en invierno. No tengo claro las garantías de salubridad. El agua estancada en la pila y el terreno que seguramente se verá mojada por las salpicaduras de agua. La presencia cercana del río. La postura incómoda. Seguramente es un paso adelante respecto a lavar en la orilla del río, que discurre a escasos metros del lavadero, donde los mosquitos proliferan en verano y el agua fría invita poco a acercarse a la orilla el resto del año. Trabajo humillante, sin duda. En muchas casas, por ejemplo la mía, sigue habiendo un fregadero en la terraza de la cocina con un lavadero de loza. Cuando yo tenía muy pocos años había una persona dedicada en exclusiva a esta tarea. Dicen que las máquinas acabarán por dejarnos sin trabajo. En realidad hace mucho que lo hicieron.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

216.- Río Grande a la altura de Baio (Vimianzo - La Coruña)



216.1.- Río Grande a la altura de Baio (Vimianzo - La Coruña).

Algo ha de significar un río verde, una senda que avanza y tiene el color de la esperanza. Mirar fotos antiguas trae la ilusión de que son mensajes hacia el futuro, que uno lee en el presente correcto, con la mirada ávida de captar señales que expliquen las cosas o las anuncien. Un río verde, de superficie casi sólida y que parece poder caminarse necesariamente ha de ser uno de esos mensajes. Caminar juntos, porque se trata de un río ancho, calmo, soñoliento, que sueña su curso a medida que lo recorre, como hacemos nosotros. Caminar de la mano y hollar sobre las algas que se nutren de agua dulce. Como leer en los posos de te, en las líneas de la mano del tiempo, mirar fotos es verte explicada en cada viaje que realicé solo.



216.2.- Río Grande a la altura de Baio (Vimianzo - La Coruña).

Un río verde. Ya se que no es tu color. Otro día pintaré tu mundo de naranja, malva o azul marino. Ahora déjame que te enseñe el mío, como era antes de que llegaras con tus tonalidades y tus estados de ánimo. El río parece un prado repleto de charcos. Bastaría con unas botas de aguas para caminarlo sin riesgo, ser capaz de no hundirse en el espejismo. Tu mundo y el mío son realidades discutibles. Un mundo que nos tuviese a ambos al tiempo es una fantasía por la que apuesto todo mi resto. Un viaje a Galicia sería como encontrar un segundo universo alternativo, lejos del peso de las horas vanas pero que llenan nuestros días de tedio y tareas molestas, lejos del peso de las cosas cotidianas que forman barricadas de cachivahes que dificultan nuestros encuentros.



216.3.- Río Grande a la altura de O Mosquerín (Vimianzo - La Coruña).

¿Y de que plantas está compuesta esta maraña de vegetación? Mirando las imágenes creo detectar flores blancas de cinco pétalos en la primera de ellas. Sería indicio de la presencia de ranúnculos acuáticos (Ranunculus aquatilis), especie que cuenta con hojas sumergidas y también flotantes, de distinta forma, siendo las segundas como tréboles. Se trata de una especie adaptada al frío, propio de Galicia, capaz incluso de soportar las heladas, más factible en las aguas estancadas, en charcas y lagunas, aunque no puede descartarse que aparezca en los ríos. Otra especie sospechosa de exhibir las flores blancas es la hierba de agua o cancel de las ninfas (Ranunculus peltatus), más propia de climas mediterráneos, aunque está presente en toda la península. En todo caso, distinguir estas dos especies, y a los tropecientos tipos de ranúnculos existentes es una tarea de expertos, por lo que lo más sensato es suponer que se trata de las especies más comunes dentro género con flores de ese color, siendo éstas las dos indicadas. Una tercera opción para explicar las marañas que afloran más que las zonas que parecen tapizadas con una fina película verde es la espiga de agua (Potagemon polygonifolius), con hojas ovaladas y flores en pequeñas espigas.

sábado, 5 de noviembre de 2011

215.- Hórreos y cruceiros en Canle (Vimianzo - La Coruña)



215.1.- Hórreo y cruceiro ene Canle (Vimianzo - La Coruña).

El Valle de Vimianzo es una llanura con forma triangular, muy alargada, un triángulo isósceles con el vértice al sur y rodeado de pequeñas montañas. La localidad de Vimianzo se sitúa a mitad de altura del triángulo y al este, pegado a los altos de ese lado. Canle se sitúa en el lado opuesto, junto a los altos que cierran por el oeste el alargado valle, y algo más al norte, cerca del vértice superior del triángulo. Es una pequeña aldea formado por la agrupación de un puñado de casas, con sabor plenamente rural y lleno de elementos de carácter étnico. Tres hórreos y un cruceiro pude ver entre las casas.



215.2.- Hórreo en Canle (Vimianzo - La Coruña).

Los hay a cientos en Galicia, puede que miles. Cada aldea cuenta con alguno. Se pueden ver incluso en las ciudades, en su extrarradio. En Vigo y Orense vi unos cuantos. Como siempre que hago la comparación diría que los hórreos gallegos participan del desorden general del paisaje, aportan su granito de arena al mismo, mientras que los asturianos contribuyen a adecentarlo, a hacerlo parecer más pulcro, más racional en la distribución de los elementos. El de la imagen anterior esta encaramado a una tapia, como Humpty Dampty, presto a caerse y servir de moraleja. El de este se sitúa en un lugar marginal, junto a una leñera, con una pared de ladrillo visto que es un atentado a la estética. Los asturianos ocupan un lugar privilegiado en jardines o patios interiores. Los gallegos a menudo parece que estorban haya donde han sido ubicados. Me apresuro a decir que tampoco tomo partido. Ambos paisajes me entusiasman, tanto el más salvaje al oeste de Ribadeo como el más armonioso que se extiende en la otra orilla de esta ría. Si me decanto por el segundo es porque lo he visitado más veces y pienso que el amor por la tierra es inevitable cuando la has ollado las suficientes veces.



215.3.- Hórreo de Canle (Vimianzo - La Coruña).

A pesar de existir varios en la aldea, este es el que se conoce como Hórreo de Canle. En su momento iba a verse afectado por la construcción de una carretera y se analizaba si para su protección podría bastar con jalonarlo y ponerlo así a salvo de la actividad en la zona de obras o iba a ser necesario proceder a su traslado a otro lugar fuera de la franja a ocupar por la nueva vía de tráfico. En Galicia y Asturias todas las construcciones de vías de comunicación lineales, ferrocarriles y carreteras, se "llevan por delante" unos cuantos elementos de patrimonio etnológico: hórreos, fuentes, paneras, lavaderos, molinos. Es divertido buscarlos sobre el terreno a partir de los datos disponibles de su ubicación en textos y mapas. es como ir de caza. A veces es fácil y otras requieren esfuerzo. La dificultad es muy variable, pero localizarlos trae siempre la misma satisfacción. Tanto este hórreo como la anterior están construidos encajando grandes piedras de granito, sin pulir, por tamaños, buscando las adecuadas para cada lugar, como en las construcciones incas.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

214.- Vistas desde el Monte Sangue (Vimianzo - La Coruña).



214.1.- Vistas hacia el sur desde el Monte Sangue (Vimianzo - La Coruña).

No hay carreteras, solo caminos de tierra que resaltar entre el verde de los bosques y los páramos. Nada conecta el Monte Sangue con el horizonte. Quizás por que tras aquellas montañas del fondo está La Costa de La Muerte. La charca al pie de la ladera es la Laguna de Vimianzo. Más al fondo, en la misma dirección, se adivina una segunda laguna, formada en el hueco de una mina de caolín. Fue en septiembre, pero la bruma que difumina la vista, el evocar Galicia, el viento que recuerda que soplaba entonces en lo alto de aquel monte me sugiere el frío de tus mejillas, recoger el hielo de su tacto en mis labios como gemas preciosas. También estás aquí, aunque ya hace de esto 5 años. Momento: 23 de septiembre de 1007.



214.2.- Parque Eólico Monte Redondo (Vimianzo - La Coruña).

El espinazo de muchas montañas se ha transformado por culpa de los parques eólicos. Son como las espinas de un dinosaurio. Las dimensiones son difíciles de apreciar si no hay referencias. Y aun así lo normal es que el cerebro crea que aquello que hay al lado del molino es una miniatura, porque lo contrario sería aceptar su disparatado tamaño. Por eso la arboleda de pinos parece musgo, aun más en la fotografía que allí mismo. He visto de cerca estos molinos y son inmensos. Tanto que uno no se explica como el viento puede mover sus aspas y generar un trabajo que pueda convertirse en energía eléctrica.



214.3.- Vista desde el Monte Sangue (Vimianzo - La Coruña).

No se que son las líneas que surcan la piel del monte. Parecen caminos, pero si lo fueran habrían sido trazados por un loco. Zigzaguean por la ladera sin mucha lógica y ninguno parece llevar a ninguna parte o unir puntos de una forma lógica. hay bastantes antenas repetidoras en la cumbre. Cuento al menos cinco. Este tipo de elementos empieza pareciendo una aberración en el paisaje, pero uno acaba por acostumbrarse y hasta puede llegar a apreciarlos. Me recuerda a la Bola del Mundo en Madrid. la roca de granito que aflora motea de gris la montaña. Lo que vemos que cumbre la ladera del alto desde donde se realizó la imagen son ericoideas, matas que parecen espinos, que se pegan a la tierra para ofrecer la menor resistencia al viento. El convertir las hojas en pinchos es una estrategia para evitar la desecación, más rápida en las zonas donde sopla el viento de forma fuerte y constante.



214.4.- Vista de Vimianzo desde el Monte Sangue (La Coruña).

La vista del valle donde se sitúa la localidad de Vimianzo es espectacular. Aunque de lo que en realidad me acuerdo es de la comida. Nada original: pulpo a feira de primero, trucha de segundo y tarta de Santiago. No soy muy aventurero en lo que a comidas se refiere. No me importa repetir los planes, si se que son efectivos. El pan gallego es único. Esos trozos pantagruélicos, dentro de una cesta donde hay varios. Para un vicioso del pan como yo es la perdición. Mojarlo en el aceite del pulpo. Y la tarta de santiago. nada más aterrizo en Galicia se convierte en el postre recurrente de todas las comidas y las cenas. Soy predecible. Supongo que es un defecto.



214.5.- Vistas hacia el oeste desde el Monte Sangue (Vimianzo - La Coruña).

Imagen compuestas de capas superpuestas, con predominio de las líneas que discurren hacia la esquina superior izquierda de la fotografía. El matorral rastrero que se pega a la ladera de la montaña, el arbolado, la línea de molinos de viento y al fondo la sorpresa: el mar. Presencia insólita en aquel paraje, que parecía hasta ahora, al mirar en otras direcciones, un paisaje forestal de montaña, cuando casi se podría adcribir al litoral gallego. Hasta el oleaje puede apreciarse.



215.6.- Generador eólico en el Monte Sangue (Vimianzo - La Coruña).

No es fácil que en una foto que yo haga en la que haya tanta superficie de cielo no quede oscurecida por la luz del día. Lo he dicho muchas veces, soy hoy fotógrafo muy torpe. Los aciertos casi siempre se deben a la calidad de la modelo, la naturaleza, que a mi habilidad de artística, que oscila entre poca y nula según la generosidad del baremo que usemos. Los molinos tienen su propia belleza. A veces no entiendo como fue posible tanta protesta antes de lograr convencer a la progresía ecologista de que los cortafuegos eran imprescindibles, ahora son ellos los que los exigen de malos modos, y la escasísima resistencia a los parques eólicos, que solo se produce a nivel local. A mi la verdad es que me gustan, sobre todo captados de uno en uno. Por como conjunto no pegan con el entorno. Tengo fotografías de los generadores instalados en el puerto del Abra Exterior en Bilbao y son apabullantes. Es tal su inmensa humanidad que el horizonte apenas le llega a los tobillos, que se están mojando con la franja de mar del horizonte. Para captar sus dimensiones hay que hacerse a la idea de que lo que parece llevar tatuado en el tobillo es en realidad una puerta de acceso abierta, por la que ha de pasar con holgura una persona. Hay también un coche en la mismísima esquina de la imagen, que ofrece otra referencia. El cielo es blanquecino en el horizonte y se va volviendo de una azul cada vez más intenso a medida que se asciende hacia la bóveda celeste. Esta misma imagen con un escenario nocturno ha de ser un prodigio. Me lo anoto para cuando haga esa escapada prometida con @GirlFLebanon para cazar estrellas con un telescopio.