lunes, 30 de mayo de 2011

106.- Playa de los dos Cárabos (Melilla)



106.1.- Playa de los dos Cárabos (Melilla).

la imagen muestra la Playa de los Cárabos, la que discurre junto al paseo marítimo de Melilla, con el dique sur en último término y el Puerto de Nador, ya en territorio marroquí. Llegué a Melilla una mañana de un estupendo día de noviembre, con buen tiempo. Sabiendo las escasas dimensiones de la ciudad, decidí ir desde el aeródromo al puerto, mi lugar de trabajo, mediante una caminata tranquila, aprovechando que el paseo iba a ser cuesta abajo, ya que el aeropuerto se sitúa en lo más alto del territorio español. Espero que si algún melillense lee esto no se moleste, pero quizás lo que más me sorprendió de la ciudad fue su normalidad, su aspecto típicamente español, sin estridencias. En el camino hacia el mar me cruce con mucha gente, he hice una parada para desayunar. Diría que el acento de las personas del lugar era casi andaluz, parecido al malagueño tal vez. Algo curioso, casi hermoso visto desde el punto de vista de alguien ajeno a Melilla, es el uso de los dos idiomas que se suponen oficiales, el Árabe y el Español, con la particularidad de que se podía escuchar tanto a gente ataviada con prendas europeas el Marroquí, como a gente con ropa árabe el Español. Un desorden que me pareció apropiado. En todo caso, gente hablando en otros idiomas es algo habitual en Madrid. Es más, la colonia más grande de musulmanes se ubica en mi propio barrio, en Tetuán.

Llegar al puerto me llevó quizás una hora, pero tenía tiempo. Toda una jornada para fotografiar un puerto, además pequeño. Las posibilidades de encontrar objetivos, cosas que fotografiar en un puerto son muy reducidas. El mar queda muy anodino en una foto si no se incluye nada más en el encuadre, un trozo de playa, un barco, un muelle. Y de camino al puerto pasee por la playa de Melilla, vi la desembocadura del Río de Oro, que tiene más nombre que caudal, es apenas un riachuelo que escurre desde lo alto de la ladera juntando la escorrentía de la lluvia de las pendientes cercanas. Estaba en África, pero en pleno corazón de España. Eso me emocionó un tanto. Y entiendo que pueda parecer excesivo, pero eso es lo que sentí.



106.2.- Playa de Los dos Cárabos (Melilla).

Al final de la playa, junto a la cala del puerto deportivo y pesquero y que preludia el puerto comercial, hay un pequeño tramo con algo más de anchura, con la arena más limpia y mejor cuidada y con varias hileras de sombrillas, tan pequeñas que no tuve claro al verlas su uso para bañistas o como mero adorno. Camine entre ellas y volví al territorio de asfalto. Había un establecimiento de Burger King en un local comercial que me ubicó en coordenadas españolas. Un posible lugar para comer aquel día. Ahora no lo recuerdo pero no me extrañaría que hubiera sido allí. Momento: 17 de noviembre de 2007.

sábado, 28 de mayo de 2011

105.- Capilla de San Bartalomé de Vilalvite (Lugo)



105.1.- Capilla de San Bartalomé de Vilalvite (Lugo).

Al contrario de lo que afirma esa creencia tan generalizada, la religión no es algo grande, tan enorme que nos supera. Al contrario, es diminuta y nos rodea por todas partes, que es empujada por el viento y está en el aire que respiramos. Y por eso es capaz de empaparlo todo. No hay filtro con cedazo de agujero lo suficientemente pequeño para evitar que se filtre en todos los sustratos, en el subsuelo que pisamos, que percole en la mente de la gente, gota a gota si es necesario. Viajando por España no impresionan tanto las grandes catedrales, que también, aunque más bien por otros motivos, más lúdicos, como las modestas muestras de fervor diseminadas por todas partes. Incontables, en tal cantidad que abruma. Recorres un sendero cualquiera en un paraje que parece olvidado y, si estás atento, siempre encontrarás una ermita en un recodo o en la cima de una colina, un santuario en un lugar considerado como mágico o histórico, un punto en la ruta para que el viajero muestre su devoción, una imagen de la virgen apoyada sobre las rocas y adornada con flores, que inevitablemente algún aldeano ha de reponer periódicamente, una cruz solitaria en un lugar visible desde la distancia, con o sin inscripción. En los pueblos sigue habiendo el mismo sentimiento que antaño. Seguramente porque ya casi todos los que los habitan sus viejos más entregados a sus recuerdos que su exiguo futuro. Y cuando hay sentimiento real no importan los adornos. Una ermita es un lugar pensado para la devoción real no para la magnificencia. Vale una simple estructura que resguarde de la lluvia una imagen en la que poder focalizar el fervor.

La Capilla de San Bartolomé es una simple edificación de muros de piedra encalados y techumbre con tejas de piedra también. Parece difícil pensar en algo más modesto. Pues he de decir que he conocido docenas de ermitas aun más modestas. Se encuentra junto a una carretera local de trazado sinuoso, que probablemente antes fue camino de tierra, y antes que eso sendero o trocha entre los prados. Por que los caminos siempre se trazan por los mismos lugares. Por eso los viajeros de todos los tiempos partieron y arribaron a los mismos lugares, llegaron a las mismas conclusiones en la discusión de todos los misterios que nos atormentan. Ahora que la religión parece haber muerto en la ciudad y solo encuentra refugio en los campos o en el monte, otras supercherías la reemplazan, que también inventa sus paraísos y sus infiernos, como la Ecología y la Política. La Naturaleza y la Democracia son nuestros nuevos amos, quienes nos juzgan, con sus ejércitos de acólitos y obispos que nos excomulgan por nuestro comportamiento blasfemo a las creencias. Me gustaban más las religiones antiguas, ahora fosilizadas en la distancia. Me siento más afin, tal vez por mi educación. Porque tengo que reconocer que siempre que veo una iglesia o una ermita, un lugar para la devoción católica me siento en casa, en mi territorio, entre mi gente. La Iglesia percoló hasta mi corazón descreído hace tiempo y ahora empapa todo lo que soy. Ateo pero devoto católico. Tampoco trato de que se entienda.



105.2.- Prado de siega en el entorno de Vilalvite (Lugo).

Algo igualmente pequeño en Galicia es la agricultura, donde abundan los pequeños campos de cultivo, a menudo en el entorno de las propias viviendas, porque estás se integran en los mosaicos de campos de labor, sin separaciones entre las zonas de cultivo y las áreas residenciales, como ocurre en otras tierras, por ejemplo, en Levante. El terreno ovalado de la imagen es el prado de siega que se adivina en la anterior imagen a espaldas de la Ermita de San Bartolomé, a su izquierda. Y si incluyo la fotografía es porque me gusta el dibujo geométrico de la hierba recién segada con el tractor. El mundo es bonito por sus detalles. A veces la belleza es casual y no tiene más propósito que hacernos felices por unos instantes.

104.- Río Miño a la altura de Lugo capital.


104.1.- Río Miño a la altura Lugo capital.

Ronde la ciudad toda la mañana, los prados y bosques que la rodean por el oeste y por el sur. Y al iniciarse la tarde entre en Lugo de forma furtiva, sin necesidad, solo por el ver el transcurrir del río por su interior. Cuando el agua se calma y la luz es la correcta el dibujo del mundo en la corriente mejora el modelo real. Hay tonos de azul que no están presentes en el cielo y el blanco lechoso que se esparce y lo tiñe todo arriba abajo se concreta en nubes de perfiles definidos. Apenas unos minutos para captar dos imágenes y huí de la civilización en busca de otros objetivos en el monte. Una ciudad te atrapa y te baraja como un naipe hasta que dejas de saber tu ubicación en el mazo. Te obliga a avanzar en la dirección que tal vez no quieras y acabas en el límite urbano equivocado, con la ciudad entre medias de tí el objetivo. Por eso trato de evitarlas. Además crecen muy deprisa, sobre todo en sus bordes, y los mapas se vuelven obsoletos en pocos años. Tras conseguir encaminarme hacia donde realmente quería paré a comer en el primer restaurante que encontré. Pulpo y tarta de santiago. El segundo no lo recuerdo.



104.2.- Río Miño a la altura Lugo capital.

Quien pudiera vivir la vida por duplicado. Experimentar también, quizás al mismo tiempo, esa realidad imagen especular de la que sufrimos. Esa otra en que ella te corresponde, en que responde a tus llamadas, no se enoja por tus sentimientos, transige con tu existencia. Vista al revés la vida a veces es perfecta. Derecha por izquierda, y las manecillas del reloj desandando el camino para poner distancia entre el presente y la muerte de todos los sueños. La superficie rizada del agua, la piel del río, es donde los ojos se abren para vivir un nuevo día, o se cierran para iniciar un sueño alternativo. Pero en ambos lugares tu recuerdo sobrevive a la victoria o la derrota. Tus ojos tan niños que se harán adultos para otro que sepa conciliar arriba y abajo. Son palabras éstas que me saben a despedida. Ahora sí. Fluye el río pero el reflejo no avanza, por que la memoria es quien labra en el terreno su cauce, por que el agua avanza siempre en pos de sus recuerdos.

viernes, 27 de mayo de 2011

103.- Río Miño a la altura de Vilalvite



103.1.- Río Miño a su paso por Vilalvite (Lugo).


El punto fuerte del trabajo, un tramo de autovía entre Nadela y Villamoure para la A-54, era el paso del Río Miño. Estaba convencido de que el acceso al río me iba a ser imposible. Tenía malas experiencias previas en Galicia acerca de lo que protege la vegetación y el relieve del terreno el acceso a la orilla de los ríos. Puedes estar mucho tiempo luchando contra zarzas y aulagas, un matorral con flores amarillas y las ramas blindadas con púas, hasta conseguir alcanzar la lámina de agua, si es que es posible lograrlo. Pero en este caso un sendero me condujo hasta un tramo del río en forma de meandro y con una pequeña zona de vega. El lugar era un verdadero paraíso, solo para mi. No lo hube de compartir con nadie. La orilla contraria, más abrupta que aquella por la que descendí, presentaba una masa arbolada compacta, con multitud de verdes de matices diferentes, desde el oscuro de los pinos resineros (Pinus pinaster), hasta el más claro de los sauces (Salix ap.) y fresnos (Fraxinus sp.). Podían verse multitud de rapaces sobrevolando el cauce.



103.2.- Río Miño a su paso por Vilalvite (Lugo).

Como ya he dicho alguna vez, me cuesta encontrar un encuadre que me guste cuando tengo que fotografiar un río desde una de sus orillas. Pero en este caso un remanso en el río me permitió añadir agua a la izquierda de la imagen dando una cierta sensación de haberse realizado desde una posición algo centrada dentro de la corriente. El árbol más próximo de la orilla izquierda es un olmo (Ulmus sp.). Los árboles grandes cuando crecen solos suelen adquirir portes majestuosos. No me pude resistir a fotografiarlo. Tan próximo a la corriente no podía ser de otro modo que la viva imagen de la vitalidad.



103.3.- Río Miño a su paso por Vilalvite (Lugo).

Como es fácil de entender, una regla básica en los reportajes fotográficos cuando toca fotografiar un río, una carretera o una vía pecuaria, algo lineal en definitiva, es captar una imagen en cada sentido desde el lugar donde te sitúes. Luego ya en casa ante el PC eliges tranquilamente la vista más pinturera. En este caso no tenía mucho que envidiar a la anterior. Una cosa que he averiguado documentándome en Google acerca del lugar exacto de las imágenes es que detrás de la línea de arbolado de follaje más claro que puede verse en la otra orilla se sitúa una depuradora. Pues mis felicitaciones a quienes la construyeron por que su integración en el entorno natural es perfecta.

102.- Masa de robledal en el entorno de (Lugo)



102.1.- Masa de robledal en el entorno de Donalbán (Lugo).

La leña de roble, el carbayo, como lo llaman allí, me dijeron una vez que da más calor al arder que la leña de pino, lo hace más despacio y dura más en el fuego. Ahora llueve en Madrid, con truenos y relámpagos incluidos, y eso me ha recordado los fuegos dormidos, que son enormemente peligrosos. Se producen tras una tormenta con aparato eléctrico, mejor si es seca, es decir, sin lluvia, algo muy habitual en el sur. Un rayo incide sobre el tocón de un árbol y el calor que deja en la madera va madurando poco a poco en las siguientes horas hasta conseguir que arda, pudiendo ser el punto de inicio de un incendio forestal. Es un fenómeno no tan raro como pueda parecer, y por eso tras cada tormenta seca ha de extremarse la vigilancia en busca de columnas de humo.

Es raro que los robledales ardan, y por eso mucha gente que desprecia los pinares creyéndoles propiciadores de los incendios. A veces la explicación es tan simple como que los paisanos de la zona ven en el pino un árbol inútil y no lo cuidan e, incluso, procuran su desaparición, incluso arrimando una llama al bosque. Aquellas masas que reportan beneficios económicos a las gentes del entorno suelen estar relativamente a salvo del fuego. Normalmente la identidad del responsable de un fuego forestal es un secreto a voces, es difícil que no lo sepan o sospechen sus vecinos.

La luz que se filtra a través de la floresta deja un verdor en el aire parecido al verdín de los ríos de corrientes mansas. También la tarde se estanca en el tiempo mientras buscó el mejor encuadre. No se que facinación me provocan la visión de los fustes retorcidos dentro de una masa de arbolado.



102.2.- Masa de robledal en el entorno de Valvite (Lugo).

Tratando acceder a la orilla del Río Miño a la altura de la localidad de Valvite encontré esta otra masa de robledal junto al sendero que me permitió bajar hasta el nivel de la corriente. La sensación del interior del robledal es mucho más anárquica esta vez, tal vez porque se trate de un bosque natural mientras el Donalbán proceda de una repoblación.

101.- La Casilla (Lugo)



101.- La Casilla (Lugo).

La Casilla es una pequeña agrupación de casas, quizás algo más de media docena, situada en la margen suroeste de la Carretera N-VI, a pocos kilómetros de Lugo. La cortina de piedra caliza que delimita la parcela a la izquierda del camino, los propios materiales de las edificaciones, nos indican la rusticidad del lugar, a un tiro de piedra solo de la capital provincial. Es una isla de ruralidad en mitad de la marea urbana que se extiende en círculos al modo de una onda expansiva de la explosión. El Orense la transición entre la ciudad y su entorno era más suave. El lugar, tal vez por la influencia de la A-6, esta transición tiene problemas de equilibrio territorial.

Recorrer un sendero al azar en Galicia es una aventura. El horizonte siempre está oculta tras una arboleda o de una colina. No dejo la orilla de la carretera para no deslizarme hacia el extravío. Con un mapa en la mano como si fuera un salvavidas puedo nadar sea cual sea la profundidad del caos geográfico. Pero prefiero permanecer donde hago pie y el territorio me resulta coherente. Ante mi la agrupación de casas, con los árboles de la parte trasera de la edificación principal que acaban de echar la hoja, un almendro y un castaño quizá. Se que la fachada delantera mira a la N-VI desde su misma margen, y que si cruzo la calzada de esta vía en perpendicular accederé a un camino entre bosques de robles que me llevará a un puente sobre la Autovía del Noroeste. Lo tomaré después para traducir el tiempo en distancia. La unidad de medida de los viaje no esta clara cuando estamos lejos de nuestras referencias habituales.

Me acuerdo de Carolina, que vive donde la lluvia es cálida al contrario que en Galicia. Traté de explicarle muchas veces que aquí los bosques crecen desmesurados donde casi siempre hace frío y la bruma la trae lo desapacible de la mañana y no la humedad de la calorina de la tarde. Esa mañana me hice una foto para enviársela por el messenger. Conozco perfectamente sus rasgos morenos, delicados y aniñados, la forma en que sonríe, su expresión cuando se sorprende, el peso de sus cejas cuando se enoja, pero ella no puede ponerme cara. No me gusta exhibir mi fealdad, pero se lo que se trata es de hacer lo justo. Por la noche la llamaría por teléfono y hablaría más de una hora con ella para volver a experimentar esa paradoja cruel de sentirse piel con piel junto a alguien que está en el otro lado del planeta.

100.- Cauce del Río Chamoso (Lugo)



100.1.- Cauce del Río Chamoso (Lugo).


¿Por qué una cámara digital? Use en algunos viajes al principio una Kónika heredada de mi padre, ahora en poder de mi hermano, capaz de fotografiar enfocando directamente a la luz. En mis manos era lo mismo que el teclado de un PC en las de un chimpancé, un desperdicio tecnológico, pero a pesar de mi torpeza me dio buen rendimiento, y nunca tuve con ella ese enojoso problema de no poder captar la panorámica o imagen que deseara por situarse el sol frente a mi. En cierto viaje a Murcia cerré mal la cámara después de cargar el carrete y al llegar a Madrid comprobé que todo el negativo estaba velado. Mil kilómetros más de carretera que hube de sumar en aquel trabajo. La culpa fue mía por no prestar atención a las instrucciones de mi hermano. Se pone muy pesado cuando activa su faceta didáctica y desde niños hemos tenido esa estúpida pelea sorda entre nosotros tratando de demostrar el uno al otro de que, a pesar del cariño, qué remedio, no tenemos nada que aprender del otro. Le dije: "Que sí, que ya me he enterado como se hace, no lo repitas más", y me cubrí de gloria. Claro que en el pecado tuve mi penitencia por que me hice un millar de kilómetros adicionales, en el viejo Passat, que no tenía radio ni aire acondicionado. Sí, lo habéis adivinado, a Murcia voy siempre en verano, es un corolario de la Ley de Murphy. Con las ventanillas bajadas el aire que entraba en el coche era espeso y cálido como el que emana de un plato de sopa recién servido.

La primera cámara digital la estrené en un viaje a Barcelona relacionada con la Línea de Alta Velocidad. Accedí a la plataforma del ferrocarril aun en construcción al trote, no recuerdo por qué, y no vi que había un alambre a ras de suelo. Caí hacia adelante con el objetivo de la cámara desplegado porque venía haciendo fotos. Las décimas de segundo que duró la caída fueron eternas y el pánico mientras mi cara se iba acercando al suelo se centró en el destrozo que el impacto podía causar en el juguetito recién comprado. Así que utilicé mis manos para amortiguar el golpe de la cámara, no el de mi cuerpo. Yo salí magullado y el objetivo quedó dañado. El estreno fue accidentado pero las prestaciones de una cámara digital han demostrado ser enormes.



100.2.- Cauce del Río Chamoso (Lugo).

Resumiendo: con una cámara digital puedes despreocuparte de los fallos del carrete, no estás sometido a la tiranía de un número máximo de imágenes. Hay viajes en los que tomo hasta 200 fotos si se me calienta la mano. De todo objetivo suelo tomar al menos dos imágenes. Nada más cabreante que fotografiar una ermita que está donde Cristo dio las tres voces y comprobar en casa que en la imagen le falta un cachín de la veleta por que en el último instante te tembló el pulso. Así que tiendo a ser redundante. Más con los objetivos importantes de un viaje, tratando que haya detalles que distingan las imágenes entre sí, pero sin preocuparme en exceso por ello. Será en el PC donde puedan juzgar si una imagen es buena. Te lo podrá parecer en la pantallita de la cámara, pero hay que estar prevenido ante posibles decepciones. También a las sorpresas agradables. Entre 200 imágenes no es nada raro que surja una obra maestra inesperada. Porque el mundo es precioso y no siempre uno está atento a su belleza cuando la tiene delante.

En este viaje al entorno de la Ciudad de Lugo que hice hace tres años mi primera cámara digital empezó a fallar. A veces se desenfocaba sola y no siempre me daba cuenta. La solución era encenderla y apagarla y se corregía el fallo. Al principio era un fallo muy ocasional, pero llegó un momento en que estaba varios minutos sin la cámara operativa. también ocurría a veces que el grado de desenfoque era leve, aunque lo suficiente como para malograr la imagen, y no me daba cuenta hasta revisar el trabajo en Madrid. En alguno de los últimos viajes me llegó a malograr fotografías importantes. La solución fue comprar una nueva. Ahora voy por la tercera. La segunda se la terminé regalando a Patricia que, como no, la acabo rompiendo de la forma más absurda. La quemó usando en la recarga un cargador que no era el suyo. Es una auténtica depredadora de móviles, un gremling ella en sí misma. Cualquiera modo de que se te estropee un teléfono móvil ya le ha ocurrido a ella, incluyendo la caída en la taza de un váter. Mi cámara actual la tiene ella en guardia y custodia. Tiemblo ahora al recordarlo.

Sobre las imágenes poco que decir. Se trata de uno de tantos ríos de Galicia, en concreto de los alrededores de la Ciudad de Lugo. He curioseado en Google y he averiguado que algo más adelante aguas abajo se ensancha y remansa lo suficiente como para que se haya habilitado una zona de baño con playa de arena incluida. En Galicia son muy aficionados a las zonas de baño fluviales. Lo que no se si saben aquellas gentes es que, a pesar de su aspecto "fermoso" los ríos gallegos son de los más contaminados de España. Por el déficit de infraestructuras de depuración principalmente. El caos que supone que haya tanta dispersión en las poblaciones, quien no conozca Galicia le aclararé que en buena parte es una interminable sucesión de aldeas y agrupaciones de casas, pone muy difícil tener una red de saneamiento eficaz. Los colectores siempre necesitan nuevos ramales para dar servicio también a aquella otra casa que han construido hace poco en aquella colina de más allá. La ganadería en extensivo tampoco ayuda. La vacas hacen sus necesidades donde pastan y luego la escorrentía del agua de lluvia deja el prado limpio y reluciente, pero más que nada porque arrastra la suciedad fecal hasta el cauce que discurre al pie de la ladera. Con solo un par de vacas ya hemos generado un problema de salubridad.

jueves, 26 de mayo de 2011

99.- Sierra del Baladre (Hellín - Albacete)



99.1.- Sierra del Baladre (Hellín - Albacete).

En el camino de acceso al Embalse del Cenajo desde el norte hay que atravesar dos pequeñas sierras, la Sierra del Búho y la de la imagen, la Sierra del Baladre, que dos años después de tomarse la imagen, allá por 2007, fue declarada microrreserva natural. Se trata de una zona con clima extremo, repleta de endemismos en función de ese clima tan árido, del tipo de suelo yesoso y las escarpadas cumbres. A pesar de todo el pino carrasco, bendito sea, es capaz de formar masas densas que le dan colorido vivo al paisaje, con ese verde intenso. Si no tuviera perfectamente ubicada la imagen en su carpeta correspondiente seguramente la confundiría con la Sierra de Blanca ya dentro de Murcia, antes de llegar a la zona netamente agrícola.

El pino carrasco es la avanzada en lo que a arbolado se refiere. Coloniza los lugares en los que por excesivo calor, escasez de agua o pobreza en nutrientes en los suelos otras especies arbóreas son incapaces de vivir. Si el no puede ningún otro podrá. Incluso las prestaciones ecológicas de la encina son menores. La siguiente especie en la lista es la carrasca, un arbolillo de la familia del roble y la encina de dureza extraordinaria, que en realidad es más bien un matorral, con una hoja muy pequeña y coriácea para reducir la transpiración y ahorrar agua. Fijaros si está hecho a todo, pobrecito mío, que ha desarrollado adaptaciones a los ecosistemas en que los incendios forestales son recurrentes. El calor del fuego, y el que rezuma de los suelos calcinados, propicia la apertura de las piñas y la diseminación de la semilla. Tras cada desastre se recupera rápidamente. El pino carrasco es un patriota que ama las tierras que habita, las protege de la erosión recibiendo muy escasa paga a cambio. Una vida difícil y en precario.



99.2.- Sierra del Baladre (Hellín - Albacete).

A pesar de todo, como se evidencia la imagen, el pino carrasco busca los lugares más frescos y llenos, busca los cauces de las ramblas donde alguna humedad queda de las lluvias pasadas, aunque la escorrentía se lleve toda el agua del valle al poco de caer la lluvia. En las sierras de Murcia y del sur de Albacete hay poco margen de maniobra, el pino ha de andar con pies de plomo, cubriendo el terreno muy poco a poco, generalmente con la ayuda del hombre. En otros tiempos se exigía poco menos que este tipo de tierras se repoblasen con hayas. A los ecologistas no les cabía en la cabeza que no podías tener en ayunas a aquellos acostumbrados a darse atracones. En muchos lugares el pino prepara el terreno, sujeta el suelo con raíces, lo enriquece con su propio humus, ayuda a mejorar la tierra para que otras especies menos agrestes pero más evolucionadas. Pero no aquí, nada será capaz de desplazar al carrasco, salvo quizás las condiciones extremas. Y entonces el desierto ampliará su territorio. Por si alguien aun no ha caído en la cuenta lo diré claramente: amo este árbol.

miércoles, 25 de mayo de 2011

98.- Embalse del Cenajo (Hellín - Albacete)




98.1.- Lámina de agua del Embalse del Cenajo (Hellín - Albacete)

El Embalse del Cenajo detiene las aguas del Río Segura en la divisoria de los municipios de Hellín y Moratalla o, lo que es lo mismo, en la divisoria entre Albacete y Murcia. Tal vez lo haya escrito antes y me repita ahora, pero la visita a un pantano suele ser una apuesta segura si se quiere disfrutar del paisaje y naturaleza. Las razones son varias. Suelen construirse en lugares accidentados, de orografía complicada, generalmente en escarpes o cadenas montañosas, en lugares elevados en todo caso respecto de su entorno, para que sea posible un aprovechamiento energético. Es una realidad que en España la agricultura a acaparado prácticamente todos los terrenos que por escasa pendiente son arables. La montaña suele ser el refugio del bosque. Además, tal vez por una mera cuestión de seguridad, los embalses suelen estar situados en lugares alejados. Nada ensucia más el paisaje que la presencia del hombre. Hay una relación de proporcionalidad entre ambas variables. Finalmente, la construcción de un embalse incluye una labor de repoblación forestal por motivos técnicos, para frenar la erosión de las laderas cuya escorrentía vierte a la cubeta del embalse. Así que, suelen estar rodeados de masas forestales, generalmente de pinar. En el caso del embalse del Cenajo se dan las tres condiciones: se sitúa relativamente lejos de poblaciones, en un lugar de orografía complicada, a la que se suma la labor de desgaste del terreno ejercida por el propio río, que excava su cauce por donde parece más complicado, y entre masas de pinar de carrasco (Pinus halepensis), el árbol por excelencia de los terrenos forestales de la España semidesértica.

A medida que avanzas por la A-30 procedente de Albacete, hay un punto en que el paisaje se torno típicamente murciano. eso ocurre más allá de Hellín. Primero aparece el desierto y después poco a poco el terreno empieza a poblarse de balsas de riego. Hellín es, por tanto, como una avanzada de La Mancha en Murcia o, si se prefiere, como una cuña de territorio murciano en plena Castilla.

Ascendí hasta la presa del Cenajo por un camino asfaltado de recorrido sinuoso y complicado, rodeado de pinares de follaje verde intenso. Recuerdo haber tenido que frenar por que una de esas ardillas de cola roja se le antojo cruzar la carretera justo cuando yo circulada a la altura de donde ella estaba. Me paré y no pude evitar sonreir ante su andar de juguete, su trote de extraña mecánica, tan liviano como el arrastre de una hoja por el viento.

Hay poca agua en el vaso del embalse. La imagen fue captada el 24 de agosto de 2007, en plena sequía, con la cuenca del Segura a su paso por Murcia bajo mínimos. Abastecer la Región de Murcia, que tanta agua necesita con recursos de La Mancha fue una solución de emergencia. De eso se trataba, de abastecer la Comunidad de Regantes del Taibilla con agua del Cenajo, a través de la correspondiente tubería.



98.2.- Presa del Cenajo vista desde el camino de acceso al embalse

En lo alto de uno de los peñascos que cierran la presa puede verse una inmensa cruz. Es la obra conocida como Cruz del Obrero. Imagino que trataba de inspirar a aquellos que estuvieron involucrados en la construcción de la obra de ingeniería hidráulica, allá por los años cincuenta. Imagino la vista desde ese punto elevado y ahora me arrepiento de no haber investigado acerca de la posible existencia de un modo de acceso. Tantos lugares que visitar y tan poco tiempo, que el trabajo se convierte en una continua labor de descarte de objetivos. Ese peñasco de piedra caliza, descarnado de vegetación por su pendiente casi vertical y la labor del agua de lluvia, que allí es muy ocasional, pero cuando se presenta y para dejar recuerdo por la torrencialidad, me ofrece el cierre perfecto para la imagen. Roca que oculta el cielo. Tierra, aire, agua en la cubeta del pantano. Solo falta el fuego. Las masas de pino carrasco que arden como la yesca en verano.

lunes, 16 de mayo de 2011

97.- Villarreal de Huerva (Zaragoza)


97.1.- Villarreal de Huerva (Zaragoza)

El pueblo flotando sobre el mar de trigo verde, con la sensación de que existe incluso oleaje que se sirige hacia una cala o una playa situada a la izquierda, más allá de la imagen. El dificil captar la sensación de movimiento de los campos de cereal movidos por la brisa, incluso cuando los tallos son altos y se ondulan por el peso de las espigas cargadas de semillas. Por eso el efecto óptico de las variaciones en la coloración, las lineas que se insinuas, tal vez debidas incluso a esa brisa que es invisible en una fotografía, ayudan a dotar de movimiento a la imagen.

Cuando viajaba, porque casi ya lo he de relatar en pasado al ser bastante el tiempo transcurrido desde el último encargo, siempre rehuía las ciudades. También los pueblos. Me gusta fotografiarlos de lejos, emplazados en el paisaje en que respiran. Al verlo ahora me parece más grande quizás de lo que me dicen la memoria y el recuerdo, por que Jiloca, en realidad casi todo Teruel y zonas limítrofes, es un territorio habitado básicamente por viejos, por la gente que se agarra a la tierra y no quiere soltarla, mientras sus descendientes emigran. Y hacen bien porque cuando lo hagan el territorio se deslizará hacia el abismo, hacia la nada. Pueblos grandes aun pero sin apenas población. Líneas de ferrocarril apenas transitadas. Carreteras fantasmas. El retrato de Teruel más parecido al modelo.



97.2.- Villarreal de Huerva (Zaragoza)

Imagen captada en el mismo lugar girando el ángulo de visión. En este caso sobre el skyline de la localidad se destaca la silueta de la Iglesia de San Miguel, con su campanario que probablemente en otro tiempo fuese minarete, porque ésta es tierra mudéjar.

domingo, 15 de mayo de 2011

96.- Ermita de Santa Ana (Cucalón - Teruel)

96.1.- Ermita de Santa Ana (Cucalón - Teruel)

La zona que tenía que visitar se encuentra en la Comarca del Jiloca, al norte de Teruel, lindando con el sur de Huesca. Por eso quizás son frecuentes en el paisaje los campos de trigo, en las zonas alejadas de los cursos de los ríos y donde la amplitud de la llanura permite su cultivo. Una de las glorias de Teruel es el arte Mudéjar. Curiosamente, la ermita de la imagen, uno de tantos edificios religiosos que fotografie aquel día es de estilo barroco, aunque el ladrillo visto sea el material constructivo predominante, comoe s característico en la zona. El ladrillo es un invento que nos legaron los musulmanes, seña de identidad del Mudéjar y, hoy en día, el Neomudéjar.

Un minuto basta para fotografiar una iglesia de un lugar que no volverás a visitar nunca. Saberlo hace a veces que ardas en la fiebre por registrarlo todo. Pero también quieres iniciar el viaje de regreso lo antes posible. Cucalón estaba en mi ruta y la ermita en la margen de la carretera. paré, salí del coche e invertí unos segundos en hacer dos fotos. Pero tanta era la prisa que no me acerqué a consignar el nombre de la construcción. Una mañana entera llevaba indagando en internet y ha sido mi amiga Abssa quien ha resuelto el misterio fijándose en el mojón que hay ante la iglesia que indica un punto kilométrico exacto y el cartel indicativo. Le decía que tenía que ser en Ferreuela de Huerva y ella me propuso Cucalón. Trazó un círculo de km en torno a Villahermosa del campo y voilá. Mi amiga es muy inteligente y mañosa.



96.2.- Ermita de Santa Ana (Cucalón - Teruel)

En internet puede recabarse la siguiente información: Obra barroca del siglo XVIII, de mampostería, con nave única y bóveda de medio cañón con lunetos. Ubicada en la localidad de Cucalón bajo la advocación de Santa Ana. Tiene el crucero cubierto por cúpula con linterna, la cabecera centralizada con tres absidiolos de planta semicircular y el pórtico, a los pies, con cubierta a dos aguas. Al exterior, las cornisas y la linterna son de ladrillo. Destaca el cimborrio octogonal y la linterna que lo corona. La nave central está reforzada por contrafuertes. En los tres brazos semicirculares hay también unas bandas de piedra que enmarcan el muro de mampostería. Destacan los dos frisos de ladrillo en esquinillas uno y otro de ladrillo aplantillado imitando sencillos modillones bajo el alero de ladrillo aplantillado. Elementos destacables:

1.- Guarda en el lado del evangelio una imagen del Niño de la Bola del XVII, y dos lienzos dieciochescos que representan a la Inmaculada y a San Francisco Javier.

2.- En el crucero se concentran dos retablos del rococó dedicados a San Antón y San Roque, además del barroco de Santa Ana, que preside el presbiterio.

Por si alguien quiere recorrer la zona. Aquel día solo vi paisanos esquivos y motociclistas de los que hacen motocros por caminos de tierra por el gusto de levantar polvareda. Teruel ofrece las ventajas del desierto, entre otras la posibilidad de practicar el gamberrismo motorizado. El único ruido de aquella mañana, acabo de recordarlo eran los ecos lejanos de motociclistas utilizando sendas y vías pecuarias con firme de tierra.

sábado, 14 de mayo de 2011

95.- Río Huerva a su paso por Villarreal de Huerva (Zaragoza)

95.1.- Río Huerva a su paso por Villarreal de Huerva (Zaragoza).

Las líneas de ferrocarril requieren que la pendiente longitudinal, la de avance del tren, no sea excesiva, por esoen su construcción suele abusarse del uso de viaductos o túneles. También suelen discurrir por lo alto de caballones artificiales de gran tamaño, a veces de 3-4 metros de altura. Llevaba toda la mañana recorriendo la línea de ferrocarril, sin testigos, encaramándome a lo alto del talud para alcanzar la plataforma ferroviaria cuando quería fotografiar panorámicas o elementos del territorio interceptados, como caminos o cursos de agua. Debía fotografiar esta vez el cruce de la línea sobre el río Huerva. Lo ideal es fotografiar los cauces en la misma dirección que avanza el agua, desde lo alto o justo al ras de lámina. Los puentes son lugares privilegiados, por que permiten fotos desde arriba y normalmente existen senderos para conectar con las orillas. Así que trepé la pendiente del caballón por donde me fue más fácil y avancé por las traviesas hasta alcanzar el Huerva, flanqueado por las cortinas de vegetación que evidenciaban el abandono de la línea, su deficiente cuidado. Una vez en el viaducto de cruce me concentré en buscar el mejor encuadre del río. Disparé una primera foro, la que puede verse arriba. Oí entonces un pitido, pero no hice caso. Pero mientras me preparaba para hacer una segunda foto, una vocecilla en mi interior subrrayó el dato evidente: "suena a silbato de tren". El razonamiento fue casi instantáneo: "estoy sobre una vía de ferrocarril y acabo de oir un silbato". Miré atrás y vi que un tren venía a toda velocidad hacia mi. Bueno, quizás avanzaba despacio, pero no dejaba de ser aterrador verlo llegar tan decidido. A unos 4 ó 5 metros sobre el nivel del suelo, además sobre la vertical de un río de muy escaso calado y orillas irregulares, saltar se hacía complicado y arriesgado, así que eche a correr con el tren pisandome los talones y pitando constantemente, como en una película de cine mudo. Y cuando volvió a haber talud allí que me lance pendiente abajo como pude. No recuerdo si aterrice abajo bien o mal, pero no debió ser una gran caida porque aquí estoy y sin una fractura de hueso en mi expediente.



95.2.- Línea de ferrocarril Teruel-Zaragoza a la altura de Villarreal de Huerva (Zaragoza)

Quien lo iba a decir, el único tren que vi discurrir por la vía en todo aquel día casi me atropella. El aspecto de la línea me hizo suponer desde el principio que estaba en desuso. En muchos tramos las ramas del arbolado llegaban casi a la altura de las traviesas. A veces Teruel parece que desaparece de los mapas, que te desvaneces con ella. Pero esta bien viva, y aun late pulso, quien sabe por cuanto tiempo. Teruel existe pero recorrerla procura una sensación de irrealidad, de perderte en el tiempo. Después de recomponer mi dignidad seguí camino. De todo se aprende, si se sobrevive, claro.

Aclaración: Erroneamente siempre he creído que la vega del río Huerva pertenecía a Teruel. Siempre he pensado que mi destino en este viaje era esta provincia. En realidad la divisoria con Zaragoza se sitúa al sur, aguas abajo del río. Relativamente cerca, aunque no por ello dejan de ser erróneos los textos. A pesar de ello me resisto a cambiarlos cuando se trata de párrafos literarios. No así cuando aporto datos. Un lector del blog me ha advertido de mi equivocación. No es el primero que me hace este tipo de apuntes, que agradezco sobremanera. Es indicativo de que han entrado en el blog y lo han leído, y que se han tomado la molestia de ayudarme a mejorarlo. Muchas gracias a todos ellos y ojalá me sigan indicando los gazapos, errores y lapsus cometidos en los textos. (5-12-2011).

94.- Rebaño de ovejas en Villadoz (Zaragoza)


94.- Rebaño de ovejas en Villadoz (Zaragoza).

Podrá parecer fácil, pero fotografiar un rebaño de ovejas y que quede en un encuadre razonable requiere más que pericia paciencia y mucha suerte. La distancia es primordial, y como siempre está en movimiento hay que acertar con el momento justo. Fotografiar desde atrás simplifica las cosas, porque siempre cabe el recurso de correr tras el grupo si se te aleja. En Teruel y su entorno no hay miedo a hacer el ridículo porque nunca hay testigos de lo que haces. Las personas son también accidentes inusuales del paisaje.

El rebaño de la imagen discurría por la Carretera A-2509 a la altura de Villadoza, otro pueblo somniolento de la zona. Por la carretera discurrian coches aparte del mío. El factor suerte se manifestó en la existencia de un paso superior sobre la vía de ferrocarril Teruel-Zaragoza la altura del P.K. 510+700, elemento de infraestructura que tenía que fotografiar de todas maneras por ser la carretera vía pecuaria y mi propósito en aquel viaje ilustrar las afecciones de la vía ferroviaria al territorio. ¿Y que mejor modo de ilustrar una cañada ganadera que en pleno uso?

Los animales tuvieron que apretujarse los unos contra los otros para salvar el estrachamiento del camino, momento en que decidí disparar tres fotos, que parecerán modestas, pero son de las que más orgulloso me siento de las miles que atesoro de mis viajes de trabajo. Momento: 18 de junio de 2005.