jueves, 30 de junio de 2011

140.- Embarcadero de la Playa del Puntal (Laredo - Cantabria)



140.1.- Embarcadero de la Playa del Puntal (Laredo - Cantabria).

Nuevamente ese tono verdoso en la arena junto al mar que no se explicar. Supongo que se trata de algas. Pero dan a la playa más aspecto de orilla de río que de mar. Lo que en realidad es, también es verdad. Una ría, la de Treto. Es la misma panorámica que una anterior, pero más arrimado al agua. La mezcla de texturas es espectacular. Las zonas en que se adivina el vaivén de la marea. El detalle de la botella de plástico para romper el encanto. O tal vez para desdramatizar. Una imperfección que humaniza el paisaje, en el doble sentido de la frase.



140.2.- Embarcadero de la Playa del Puntal (Laredo - Cantabria).

El desorden en la imagen proviene del exceso de información y la falta de concordancias. No hay puntos de fuga, líneas que discurran paralelas, tendencias en las orientaciones de las cosas. Incluso los barcos parecen situados sin un orden preestablecido, anclados en lugares de la marisma elegidos de forma aleatoria. En realidad eso es lo que parece. Así que si no hay embarcaderos ni pantalanes me pregunto como acceden los duelos a sus embarcaciones. Supongo que es una duda solo posible en alguien de secano, criado a 400 kilómetros de la costa.



140.3.- Embarcadero de la Playa del Puntal (Laredo - Cantabria).

Nunca me ha llamado la atención ni volar ni navegar. En realidad en barco me mareo siempre. Los pocos viajes que he hecho han sido un suplicio. El cruce del Estrecho y el ferry que une Tenerife con Las Palmas. Imagino que en un bote de estos no sobreviviría mucho rato.Es curiosa esa nube cuadrada que cubre la mitad izquierda del cielo. Esas líneas tan rectas no parecen naturales. En sentido literal es un gran bloque de humedad suspendido en el aire. La franja de arena en primer término casi parece barro. Demasiadas cosas inusuales en esta serie de imágenes. Vamos a contabilizarlo como un acierto del fotógrafo. Aunque bien sabe Dios que ha sido azar puro.



140.4.- Embarcadero de la Playa del Puntal (Laredo - Cantabria).

Otra cosa que sorprende en la imagen es la ausencia de aves. Ni una triste gaviota. Una zancuda hubiera estado bien. Algún pato hubiera sido suficiente. Ni un solo ejemplar. Es agosto y el ciclo reproductivo pudiera haber acabado para aquellas especies que usan la marisma para reproducirse. Pero las ubicuas gaviotas deberían haber presentado su tarjeta de visita. Este dato desmiente mi discurso del otro día, ese en el que indicaba que las zonas de transición entre la tierra y el mar son las más prolíficas en creación de vida. Vale, yo digo lo que creo saber. Ya queda a criterio de la realidad el dejarme en entredicho o no. Incluso en el más absoluto ridículo.



140.5.- Embarcadero de la Playa del Puntal (Laredo - Cantabria).

Ciertamente, la zona dominada por las mareas es sorprendentemente amplia, de algunos centenares de metros. El agua discurre en diminutos regueros en dirección a la bahía de Laredo. Se diría que la lengua de mar poco a poco pierde anchura, hasta desaparecer al fondo y a la izquierda de la imagen. Me gusta esta serie de fotos. Retrata perfectamente lo que es una marisma.



140.6.- Embarcadero de la Playa del Puntal (Laredo - Cantabria).

Curioso como a cada imagen la extensión de la lámina de mar es menor. Aquí prácticamente ha desaparecido. Las montañas comienzan a adueñarse del encuadre. ¿Serán parecidos a esto los fiordos noruegos? Lo que si está claro es que Santonia no se parece a nada que haya visto en otro lugar de España.



140.7.- Playa del Regatón (Laredo - Cantabria).

Reconozco haberme extraviado completamente. No se casar esta serie con la que mostré ayer. Se que es la Playa del Regatón, en algún lugar cerca del Puntal. Hasta ahí llega mi información.El desnivel entre playa y tierra me indica que no me equivoco por mucho, es una característica que ya vimos que identifica la playa. El arbolado en la zona de tierra. Dejémoslo así. Lo importante no es lo que yo diga, aunque a veces me lo pueda llegar a creer, sino las imágenes. Y ya solo falta una para completar la serie y poder reconstruir la panorámica completa.



140.8.- Playa del Regatón (Laredo - Cantabria).

Llegamos a la última, en la que se pueden ver algunos bloques de viviendas de la ciudad de Laredo. Este viaje al pasado, a las playas de Santoña, me ha servido para afrontar otro hacia el futuro que llevo realizando estos días, el de mi cumpleaños, que es hoy. Me abstengo de explicar nada más. Solo me queda una hora justa de suplicio.



140.1/8.- Embarcadero de la Playa del Puntal (Laredo - Cantabria).

La imagen transmite sobre todo amplitud, y el desorden antes indicado, la profusión de elementos, texturas, incluso colores, aunque la luz del suele apagar los tonos en las imágenes de costa. El aspa de agua y el canal del Treto que va perdiendo amplitud hasta desvanecerse en los bajíos. El día se acaba. También esta entrada del blog toca a su fin.

miércoles, 29 de junio de 2011

139.- Playa del Regatón y Ría de Treto (Cantabria).



139.1.- Playa del Regatón, en Laredo (Cantabria).


La playa tiene desnivel en su inicio por que tal vez se trate de un banco de arena en un canal, un bajío en la marisma, en el entorno del lecho de la ría. Tiene por tanto mal acceso y quizás eso explique que apenas sea utilizada por los veraneantes. Es una explicación. Alguna tiene que haber.




139.2.- Playa del Regatón, en Laredo (Cantabria).

La Playa de la Salvé se dobla como un codo en El Puntal y en el otro lado de la lengua de tierra recibe el nombre de Playa del Regatón. Playa inmensa, como todas las de la zona. Y uno que ha veraneado mucho en Alicante tiene la sensación de que está infrautizada. Nada que objetar, por supuesto. El hombre tiende a empeorar el paisaje. No siempre, pero es una tendencia innata. Con lo que hace, con el rastro que deja tras de sí, o con su mera presencia. Nada me espantaría más que esta imagen mostrase cientos de bañistas y personas tomando en sol tumbados en la arena. Hay huellas de un todoterreno en el suelo y me dedico por unos instantes a tratar de descifrar el dibujo como si se tratase de un símbolo con un significado oculto. La mañana está muy avanzada y empiezo a notar el cansancio. En esas situaciones mi mente no solo divaga, como suele ser habitual, sino que además patina, deja de avanzar y se atasca en el análisis de nimiedades o la resolución de falsos dilemas.



139.3.- Playa del Regatón, en Laredo (Cantabria).

El punto de fuga de las líneas paralelas de pisadas es el que quisiera que fuera mi destino. Aquellas masas arboladas junto al agua. Eucaliptos es mi conjetura. En ese momento no tengo claro que hacer. me gustaría recorrer la playa tranquilamente, olvidarme de que estoy trabajando, y dejar mi propio rastro de huellas. Buscar ese punto de fuga que parece atraer todos los pasos. Quisiera fotografiarlo todo y no me resisto a hacer una nueva secuencia de imágenes.



139.4.- Playa del Regatón y Ría de Treto (Cantabria).

La localidad al fondo de la imagen probablemente sea Mazuecas. A medida que dirigimos la mirada más hacia el sur la lámina de agua muestra cada vez más bajíos y bancos de tierra. Una lengua de agua paralela a la marisma subraya la línea de la playa. No hay oleaje que bata en la arena, como si el mar no tuviera fuerza y divagase como yo, abstraído en sus propios problemas, ajeno a lo que le rodea, a las mil y una zonas de tierra que la rodean por todas partes.



139.5.- Plata del Regatón y Ría de Treto (Cantabria).

La Marisma de Santonia, la laguna entre Laredo y Santoña, se forma por la confluencia de varias rías, cursos de agua continental anegados por el mar, que se adentra por sus cauces y los desborda. Aquellos barcos varados en la arena parecen un recordatorio. Lejos de todo y sin posibilidad de iniciar una singladura que los lleve a un puerto más propicio. Barcos escorados que me recuerdan que carezco de un equilibrio estable. Estamos hechos para navegar aunque al final sea más el tiempo que permanezcamos en el dique seco.



139.6.- Playa del Regatón y Ría de Treto (Cantabria).

El verde se insinúa en ambas orillas de la ría. Es un color inesperado, tal vez producto del engaño de la distancia. O del juego de luces causados por las nubes, siempre presentes. No hay cielos despejados en Cantabria en esos días de agosto. Al acabar la secuencia de fotos no puedo resistirme a la tentación de caminar hacia el sur siguiendo las líneas de huellas para robarle más imágenes a aquel día.



139.1/6.- Playa del Regatón y Ría de Treto (Cantabria).

Hoy ni siquiera hemos cruzado un saludo. Y eso me hace sentir triste. Tenerte tan cerca y no saber hablarte es una tortura. Y se que habrá más días como este, áridos y amargos hasta que logré borrar todo rastro de sentimiento. El viaje por Laredo y Santonia se acerca a su fin. Quien dispara la cámara jamás sale en la foto. Por eso no aparezco en ninguna de las que he mostrado hasta ahora, ni se me verá en las que aun quedan. Solo quien quiere sin esperanza puede detener el tiempo en una imagen y hacer que la belleza hable. Por que esta solo se muestra cuando ignora que es observada. Ajena a mis sentimientos podré retratarte en mi memoria y conseguir que tu rostro permanezca en ella para siempre.

martes, 28 de junio de 2011

138.- Marismas de Santonia desde El Puntal (Cantabria)




138.1.- Embarcadero de El Puntal, en Laredo (Cantabria).

Me muero de ganas de hablarte porque sigo dando pasos en el aire, porque no asiento los pies en el terreno. Vivo en una nube. Arriba, pero asomado a un abismo. Al abismo de una palabra. La que al pronunciarla desencadenaría el desastre, el desequilibrio de las cosas. No quiero saber mis posibilidades. Aunque se que dudar es dar espacio a la esperanza, y que tener esperanza es desangrarse igual, pero más lentamente.



138.2.- Embarcadero de El Puntal, en Laredo (Cantabria).

¿Por qué has de estar tan cerca, tan al alcance de la mano? No quiero rondarte como si fuera el aire que acude al vacío que dejas al desplazarte, estar siempre a tu vera, en la orilla de tus días, ser la sobra que precede a tu luz, la hora que sigue a tu ocaso. Conozco la frontera del extravío y no quiero volver a caminarla. Jamás encontré una ruta que me llevase a tu territorio.



138.3.- Marisma de Santonia vista desde El Puntal, en Laredo (Cantabria).

La luz varía de unas imágenes a otras de la secuencia. Comienza siendo intensa y decrece paulatinamente en la segunda y la tercera. Me gusta la gradación de dorados de la arena en la primera. La S dibujada en la segunda, como un latigazo en el suelo. Los barcos a merced de la marea, amarrados al embarcadero, rielando en la lámina plateada. Una nube en forma de rayo golpea en lo alto del monte situado al otro lado de la marisma. Pierdo la noción de las distancias. Todo es demasiado inmenso, ocurre a excesiva distancia, como si en nada en concerniese. Como escuchar tu parloteo con otras personas. Volverme invisible para tí es lo que deseo. Y sin embargo, cuanto dolor provoca.



138.4.- Marisma de Santonia vista desde El Puntal, en Laredo (Cantabria).

No quiero cometer el mismo error, por dulce que sea, por tentadoras que seas las promesas de sufrimiento adictivo. Permíteme que renuncie con carácter irrevocable. Mejor incluso que una huida a tiempo es no haberlo intentado siquiera. Lo imposible es la peor ruta de todas para recorrer la jornada. El día tiene demasiadas horas cuando lo quieres todo y miras lo imposible como una montaña de factible escalada.



138.5.- Marisma de Santonia vista desde El Puntal, en Laredo (Cantabria).

Nubes blancas y nubes oscuras. Reconozco que no se si se debe a las fluctuaciones de la luz, a las variaciones en el ángulo de incidencia respecto a la cámara o si se trata de nubes de lluvia. Más que una amenaza serían una bendición si fueran lo segundo. En pleno verano la lluvia puede parecer absurda. Pero hoy se agradecería. Quizá en aquel entonces sí. Entonces no te conocía. Que digo, tampoco ahora. Acabas de llegar a mi vida y solo eres una hermosa desconocida. Un peligro que se concreta en un nombre que ahora me callo para que no te des por aludida.



138.5.- Playa de San Martín vista desde El Puntal, en Laredo (Cantabria).

Después de las panorámicas anteriores me sorprende lo cerca que se ve Santonia desde El Puntal. Al consultar el mapa compruebo que no alcanza los 500 metros la distancia, así que la imagen es congruente con lo que se supone que está plasmando. Ya he dicho en otra entrada que Santonia es un hermoso desorden de tierras y aguas, montañas y llanos. Dan ganas de nadar de una orilla a otra. Ahora que recuerdo, no vi a nadie hacerlo. Supongo que las corrientes serán fuertes y será peligroso. Pero que gozada sería hacerlo. Claro que habría que hacer el recorrido de vuelta, porque la distancia por tierra es enorme. Hay que bordear toda la marisma.



138.6.- Playa de San Martín vista desde El Puntal, en Laredo (Cantabria).

El hombre que está junto a la niña tiene un papel en la mano. Parece un dibujo. Tal vez realizado por la niña. Están vestidos con ropa de calle a pesar de estar en la playa. El tiene el gesto típico en la forma de doblar el cuello y orientar la mirada de quien sopesa algo y medita despacio lo que va a decir. El gesto corporal de la niña es de absoluta atención. ¿Qué puede haber más importante para un niño que saber que opinión tenemos de él, si va a ver recompensa en forma de cariño? Ambos ocupan justo el centro del encuadre. ¿Por qué? ¿Qué pasaría por mi cabeza en ese momento? ¿Puede ser una casualidad? Si no lo fuera es probable que en ese momento sintiese algo parecido a la envidia. Más bien nostalgia por lo que sabes que jamás sucederá. Nunca tendré hijos. Jamás me veré en ese aprieto de tener que medir mis palabras al evaluar el dibujo que me regale una niña que cifra toda su felicidad en lo que sienta por ella. Un lugar tan inmenso y este detalle parece capaz de dar significado a todo el paisaje. Ojalá no hubiera reparado en él al rememorar la imagen. No son días propicios estos últimos. supongo que Santonia merece algo más de esfuerzo por mi parte por mostrar mi mejor cara. Por cierto, feliz cumpleaños si lees esto. Nada más te digo. Mi corazón ahora está ocupado en otra persona. mejor para los dos.



138.1/6.- Marismas de Santonia desde El Puntal (Cantabria).

En la imagen completa la luz se ha igualado en todas las zonas, ya no hay claroscuros. El rayo hecho nube se difumina en el cielo. La angustia provocada al final por la niña expectante ha quedado relegada a una de las márgenes. Al final de la tarde todo vuelve a la normalidad. El calor remite en Madrid. Anochece y ya no me parece tan terrible tenerla cerca. Hemos intercambiado algunas palabras. Las hemos medido, al menos yo, antes de pronunciarlas, no fueran a tener aristas, a dar a entender lo que no debe saberse, que la miro y lo mismo que mis labios callan mi corazón comienza a rezar sus plegarias. Tal vez lloviese aquella tarde. Hoy aquí no habrá esa suerte. La semana que viene viajaré a Sanabria. Es como si algo quisiese que pusiera tierra de por medio con ella, nadar de una orilla a la otra. 500 metros de mar, 1.000 kilómetros de carretera, por que ella vive en el sur. La mejor solución para un problema es conseguir que nunca nos sea planteado por la vida.

lunes, 27 de junio de 2011

137.- Vista de El Puntal desde media ladera del Monte Bucero (Cantabria)



137.1.- Vista de El Puntal desde media ladera del Monte Bucero (Cantabria).

Si fuera una derrota con dignidad, como la de Rocroi. El tercio Zamora formando en cuadro, cobijando los restos de los cuerpos militares de otros países, devolviendo los disparos de mosquete y arcabuz a quemarropa de las tropas francesas con fuego redoblado. Ser derrotado así, dando lo mejor de uno, vendiendo cara la piel, mordiendo en el ánimo del contrario, de quien te quiere preso y humillado. Pero de esta manera, olvidado por quienes ame, sin un logro del que sentirme orgulloso, sin un instante de gloria en el expediente. Es duro pensarlo, pero si no hay nada relevante que recordar de alguien más vale olvidarlo todo. A media ladera del Monte Buciero se acaban los caminos.



137.2.- Vista de El Puntal desde media ladera del Monte Bucero (Cantabria).

Quise buscar un lugar desde el que plasmarlo todo, la cúspide del mundo en un entorno donde lo que predomina es el agua. Pero la carretera por la que ascendía termino abruptamente y sin ofrecerme un punto de vista desde el que obtener una panorámica. Volví sobre mis pasos. Y cuando la carretera volvió a asomarse a la laguna inmensa apunto el objetivo hacia la punta de la Playa de La Salvé.



137.3.- Vista de El Puntal desde media ladera del Monte Bucero (Cantabria).

Tantas veces protesté al escuchar el deseo de algunos por marcharse. Siempre hay lugar para la esperanza. Siempre serás importante para alguien. Pero no se trata de eso, sino de cerrar la historia antes de que carezca de cualquier argumento. Cuando el pasado pesa y el futuro ya jamas volverá a concretarse en un presente cualquiera es el momento de dar las gracias y regresar al lugar de donde vinimos.



137.4.- Vista de El Puntal desde media ladera del Monte Bucero (Cantabria).

El mundo es amplio. Habrá un lugar donde depositar mis cenizas. Volviendo de su casa he pasado con el coche junto al Museo del Prado. Las medias sombras del atardecer. El último pasaje del día. He visto el almez inmenso de la Plaza del Pintor Murillo. Algún día me mezclaré con sus raíces.



137.1/4.- Vista de El Puntal desde media ladera del Monte Bucero (Cantabria).

En la siguiente secuencia habremos dado un salto de gigante sobre la marisma para aterrizar en El Puntal, junto a ese embarcadero. Así que conviene tomar carrerilla en la roca para que haya suficiente impulso con el que alcanzar tierra firme. Tal vez mañana cuelgue esas fotos. Son ya con este 5 días rememorando el viaje a Cantabria. Seguramente volveré. Seguramente lo haré solo.

domingo, 26 de junio de 2011

136.- Vista de la Ría de Santoña desde la Playa de San Martín (Cantabría)



136.1.- Corro de pinos piñoneros (Pinus pinea) en la Playa de San Martín, en Santonia (Cantabria).

Si tuviera que elegir mi árbol preferido con el corazón sería el pino piñonero. La cabeza me diría la encina, por ser el árbol español por excelencia. Pero los piñoneros están ligados a mi infancia. La zona de la sierra de Madrid está repleta de pinares viejos. A los que rodean Torrelodones y la Berzosa iba a buscar piñones en aquellas eternas dos horas que mi madre tenía estipuladas como obligatorias sin baño cuando iba a la piscina y después de comer se imponía en toque de queda para hacer la digestión. Mi padre le quitaba la parte de abajo del plástico que recubría su cajetilla de cigarrillos Malboro o Chesterfield, y con ella me hacía una pequeña bolsita para guardar mis pesquisas. Nada más rico que los piñones recién cogidos, aun húmedos por la savia, con ese ligero sabor a resina.

El verano que estuvimos en Tarifa nos costaba acceder a aquellas playas inmensas. Había que atravesar extensos pinares, sin caminos que indicaran la dirección de la playa. Luego supe cuando estudié la carrera que la capacidad para soportar el aliento salino del mar y su extrema frugalidad, capaz de adaptarse a suelos arenosos, convertía esta especie en la idea para fijar las dunas costeras. En Madrid existen muchos por que la altitud y el clima le son propicios. No tanto dentro de la ciudad, claro, porque al ser de hoja perenne soportan muy mal la contaminación. Tardan 3-4 años en cambiar la acícula. Si el árbol se sitúa en una zona de tráfico denso la contaminación acabará cubriendo la hoja en poco tiempo y dejará de ser funcional. En la calle Raimundo Fernández de Villaverde, donde está el Corté Inglés de Castellana, plantaron dos hileras de pinos piñoneros, una en cada acera, que en 40 años no pasaron de los 3 metros de talla. Poco a poco van muriendo y siendo sustituidos por otras especies de hoja caduca. Los he visto agonizar desde mi infancia. Aun así dan pinoñes en otoño. Pequeños pero funcionales, sabrosos.

Y ese porte inconfundible, majestuoso. Amo este árbol porque es el más expresivo. O tal vez el que mejor entiendo cuando me habla. 5 individuos que parecen uno solo. 5 troncos y una sola copa. Si puedo tolerar que algo me oculte la visión del mar es sin duda un pino piñonero. Tras la última hilera en las playas de Tarifa estaba el regalo del mar, aquellas playas inmensad como estas del norte.



136.2.- Vista del Puntal desde el Castillo de San Martín (Cantabria).

Es la imagen contraria a la que colgué ayer, la Playa de la Salvé, concretamente el denominado como El Puntal, esa especie de codo de tierra que avanza hacia el mar en el extremo de la Playa de Laredo, con el enjambre de embarcaciones deportivas reposando sobre la mansa lámina de la marisma, como abejas libando en un inmenso campo de flores color agua. De una a otra orilla había planeado tender una inmensa tubería. Todo aquello es muy bonito, pero cuando lo visité aquella vez carecía de una red de saneamiento en condiciones.



136.3.- Vista de la Playa de la salvé desde el Castillo de San Martín (Cantabria).

Mirando con detenimiento la foto juraría que uno de los bloques de edificios, el situado más a la derecha y que tiene forma de acordeón, está inclinado hacia adelante como las Torres Kio de la Plaza de Castilla en Madrid. Consultando el mapa a escala 1:25.000 que tengo junto a mi para no errar ningún dato, he averiguado que las montañas situadas más allá de Laredo, las que forman el telón de fondo de la imagen, reciben el emocionante nombre de Sierra de Vida. Pues mira que bien. El paisaje reconforta. Su desorden, su total falta de orden y, sin embargo, la extraña precisión con la que se ensamblan todos los elementos para formar un todo armónico.



136.4.- Vista de Laredo desde el Fuerte de San Martín (Cantabria).

¿Por qué las nubes son tan convincentes en la vida real, cuando las vemos con nuestros ojos, y siempre parecen inverosímiles, inventadas, cuando las vemos dibujadas o en una fotografía? Esa sensación tengo al ver las que cubren el cielo en esta imagen. me gustan los horizontes bajos en las fotografías. Apenas una franja de azul para dar una referencia de lo que abarca el paisaje. Pero aquí me dejé llevar por la profusión de nubes. O quizás equivoqué la tierra con el cielo. Es una tarde soñadora esta. Alguien se acerca de puntillas a mi corazón y me distraigo con poca cosa. La sensación que te procura la proximidad de quien no conoces pero te atrae es parecida a la que se tiene cuando miras un cielo en movimiento. Es algo banal y trascendente al mismo tiempo, liviano pero que pesa sobre los hombros. Las nubes no tienen peso pero sus inmensos volúmenes nos hacen creer lo contrario. Sobre todo si son grises, si prometen lluvia. Los primeros acercamientos suelen procurar tormenta. El aire se carga y llueve profusamente de un instante para otro. En verano los sueños parecen más factibles porque la vida se vuelve irreal, un largo rato de sopor en el calor de la media tarde.



136.5.- Vista de Laredo desde el Fuerte de San Martín (Cantabria).

Habrá quien le pueda parecer ingenuo, pero siempre que me enfrento a esta paradoja de ver tierra al otro lado del mar me quedo embobado. Me pasó también en Huelva. Se asocia instintivamente el mar con lo inmenso, como si fuera una ruta de escape interminable. Y verlo encajonado, dentro de un cajita de tierra causa, el menos a mi, una sensación extraña, de estar enfrentándonos a un sinsentido, un trampantojo, una ilusión debida a la vulneración de las reglas, como esos dibujos de Escher. He aquí que me acerqué a la orilla del mar en Santonia y vi tierra en su otro extremo. Más difícil aun. Viajé al otro confín y repetí la experiencia, como puede comprobarse en la anterior entrada.



136.6.- Vista de Laredo desde el Fuerte de San Martín (Cantabria).

Aquí quería yo llegar. Si seguís la línea de la costa de Laredo, al otro lado del mar, hacia la derecha, hacia el sureste en realidad, llegareis a un macizo montañoso que detiene el avance de la ciudad y la playa. es el Canto de Laredo. Otra de esas montañas de bolsillo que cierran las playas en aquella zona, como le ocurre a la Playa de Berria. En el otro extremo la Playa de la Salvé no hay tal macizo rocoso, y quizás por eso el terreno se dobla sobre si mismo como un codo, En el Canto de Laredo se está construyendo un inmenso puerto deportivo para el uso y disfrute de los bilbaínos. Lo se porque trabajé en la solicitud de la constructora que obtuvo la concesión de las obras. Fue en 2005, el mismo año en que se tomó esta foto. Ver el esqueleto de hormigón del puerto el Google Maps el otro día fue tremendamente grato. Ya lo creo. Entre que un proyecto se licita y la obra se ve terminada pueden pasar de uno a 3 años, dependiendo de la envergadura del mismo. En este caso ya son 6. Algún día iré a verlo, y quien sabe si me la llevaré a ella. Para que sea testigo de mis logros. Bueno, es un decir, ni una piedra he movido. Escribí bastante en su día, eso sí.



136.2/6.- Vista de la Ría de Santoña desde la Playa de San Martín (Cantabría).

Laredo de extremo a extremo, desde El Canto hasta El Puntal y de vuelta. Laredo plegada sobre si misma, como un punta de flecha disparada hacia la marisma. No digas que no es hermoso el sitio al que te llevaría si quisieras huir conmigo. ¿Acaso no hay suficiente mundo como para poder compartirlo? Mi parte te la cedería si la quisieses contemplar estando conmigo.

sábado, 25 de junio de 2011

135.- Vista de Santoña desde la Playa de La Salvé (Cantrabria)



135.1.- Playa de La Salvé, en Laredo (Cantrabria).

Laredo y Santonia se sitúan a uno y otro lado de la desembocadura de la ría. Al norte, al fondo de la imagen, Santoña, con la Playa de San Martín. Al sur, en primer término, Laredo, con la playa de La Salvé, una de las más hermosas de España, que gracias a las mareas y al espigón de su antiguo puerto, ganó profundidad al captar arena del mar. Es importante reparar en esta imagen, luego sabremos por qué, en la construcción circular. que es el Fuerte de San Miguel, y el grupo de árboles, mayores que los de su entorno, que a pesar de la distancia puede apreciarse que se trata de pinos piñoneros (Pinus pinea). Diría que estas playas son más para pasearlas que para bañarse en el mar. Ahora mismo me encantaría estar allí recorriendo cualquiera de los mil rincones que ofrecen las marismas. Incluso solo. Me he acostumbrado a estarlo. Aunque si alguien leo esto de alguna forma sería como volver allí en su compañía. Estoy pensando en alguien con quien me gustaría especialmente hacerlo.



135.2.- Vista de la Peña Ganzo desde la Playa de la Salvé (Cantabria).

El Fuerte de San Martín data del siglo XVII, aunque lo que se conserva de él, y que puede visitarse en la actualidad, es un edificio del siglo XIX, después de varias reconstrucciones. Está situado al final del Paseo de Carrero Blanco. Tiene planta con forma de herradura y dos pisos comunicados por una escalera de caracol. A sus espalda queda una enorme montaña, y que aquella misma tarde fuí a visitar en busca de panorámicas desde lugares elevados, aunque los caminos que recorrí con el coche apenas me ofrecieron esa oportunidad. Hacía fresco a pesar de ser agosto, lo recuerdo porque un amago de melancolía me hizo desistir de mi excursión al finalizar el trabajo y tomar el largo camino a casa.

135.3.- Desembocadura de la Ría y la Marisma de Santoña (Cantabria).

Un bloque de edificios tapa lo que parece ser el hueco de una antigua cantera. Si se trata una visual hasta él obtenemos la línea imaginaria que delimita el Parque Natural de las Marismas de Santonia y Noja. En primer término, en la Playa de la Salvé, hay regueros en el filo de la playa. Un mar sin oleaje que no cede agua a la arena sino que la sustrae. Es un mar somero, propicio para la vida. Un poco más allá de lo que capta la imagen, a la derecha, está el mar Cantábrico.


135.4.- Desembocadura de la Ría y la Marisma de Santoña (Cantabria).

En el extremo de la montaña, y al pie de la misma, el la entrada a la ría, se sitúa un segundo fuerte. Se trata del Fuerte de San Carlos, construido en el año 1668, y reconstruido como el de San Miguel en el siglo XIX. Si vuelvo, si me acompañas, investigaremos si puede accederse a él para contemplar el mar, Laredo desde el frente, la entrada el océano en la ría, el mundo entero a nuestro alrededor. Cuando vuelves a casa y miras la fotos te arrepientes de no haber invertido algunos minutos más en investigar lo que las imágenes te muestran. Pero de la soledad nunca te arrepientes. Es el estado natural del viajero. Si vas acompañado el viaje se desvirtúa y es en la mirada del otro donde se posan las imágenes que traemos como botín en el regreso.



135.1/4.- Vista de Santoña desde la Playa de La Salvé (Cantrabria).

En el montaje queda clara la potencia visual de la montaña que cierra la marisma. Es toda esta zona es un paisaje lleno de recovecos, que no se repite, con llanos y montañas, bosques y marismas, mar y aire. Me une a Asturias un lazo sentimental por las veces que la he visitado. Tiendo a amar lo que conozco, lo que aprendido a mirar. Pero Cantabria es mucha mujer, un festín para la vista. Una tentación. Cada vez sitúo en mayor medida mi ideal en el norte. Necesito una cura meridional.



135.5.- Vista de Santoña desde la Playa de La Salvé (Cantrabria).

Ofrezco un segundo fotomontaje de la misma panorámica. Las fotos se captaron algo más atrás, apenas unos pasos. La secuencia es esta vez de 5 imágenes. Uno de los barcos veleros aparece por duplicado, y un desorden en el centro, en el mar, procura la sensación de que un segundo acaba de naufragar. Supongo que la perfección es imposible. Aunque estos dos errores tan evidentes casi le dan un toque simpático al montaje.

viernes, 24 de junio de 2011

134.- Playa de Berria y Ría del Boo (Cantabria)


134.1.- Playa de Berria (Cantabria).

La Playa de Berria es la puerta a un gran secreto. Pero tiene suficiente valor en si misma para salir en el blog. Playa no muy extensa en cuanto a longitud, aunque si con gran profundidad, muy característica de las del norte. Ambos extremos quedan delimitados por sendos peñascos rocosos, cubiertos de abundante vegetación. El que la cierra por el oeste es el lugar desde donde se realizó la secuencia de imágenes de esta entrada. Un macizo rocoso que se adentra en el mar que recibe el nombre de Monte Brusco. Existen algunos hoteles en la carretera que bordea la playa, pero el desarrollo hostelero y urbanístico no es muy acusado. La zona tienen pocas infraestructuras de ocio. Quizás eso le reste atractivo para mucha gente.

Al frente, al otro extremo de la playa, se sitúa el Monte Buciero, al pie del cual puede verse si se busca un poquito la Cantera del Sorbal, que fue el motivo de la entrada anterior del blog. La localidad de la derecha de la imagen es Argoños. Como último dato, decir que las construcciones grandes del fondo situadas al pie del monte conforman el Penal del Dueso.



134.2.- Franja de dunas fósiles de la Playa de Berria (Cantabria).

La imagen muestra algo de incalculable valor ecológico, el sistema de dunas fósiles de la Playa de Berria. Cuanto más complicada es la subsistencia en un lugar, mayor será el grado de especialización de las especies que lo consigan. La vegetación que cubre las dunas costeras está altamente especializada. Si a eso unimos el que en la mayor parte del litoral español los sistemas dunares han sido maltratados cuando no eliminados, llegamos a una explicación de por que las dunas de Berria, junto con las del resto de las playas del entorno, tienen un enorme interés ecológico. Desde un estadio inicial sin sistemas dunares, las fases de colonización por la vegetación del ecosistema serían las siguientes: 1) Dunas primarias o embrionarias; 2) Dunas  secundarias o semifijas; 3) Dunas terciarias o fijas; y 4) Dunas fósiles. A medida que se incrementa el desarrollo del ecosistema la diversidad en especies aumenta, el sustrato es más fijo y la estabilidad de las comunidades vegetales aumenta. En otras palabras, las dunas fósiles son las de mayor calidad ecológica, con el sustrato completamente fijado y con una gran biodiversidad. Lo que vemos en la imagen es realmente relevante. Vale que entorpece el disfrute de la playa, pero su eliminación no se justifica en modo alguno.



134.3.- Ría del Boo vista desde el Monte del Brusco (Cantabria).

El pueblo situado junto a la playa es Argoños. Algo desdibujado por las casas particulares venidos de fuera, algunos chalets de lujo, y por los hoteles y bungalows. En la parte trasera de las dunas, en la zona más desarrollada, crecen algunos tarajes (Tamarix sp.) de considerable tamaño. Se trata de un arbusto, típico de las riberas de los ríos en zonas áridas, pero que aquí, probablemente por su gran longevidad, alcanzan el tamaño de pequeños arbolillos. Al fondo vemos de nuevo la Marisma de Santonia, concretamente la Ría del Boo.



134.4.- Playa de Berria (Cantabria).

Dormí esos dos días en una de las construcciones que pueden verse en la esquina derecha, al pie del monte. Se trataba del un conjunto de bungallows, a precio razonable. Sin muchas comodidades. Dos veces me he alojado al menos en ellos. Quizás el tema más complicado fuese el de los insectos. Arañas de gran tamaño campaban por sus respetos por la zona.



134.5.- Argoños (Cantabria).

Contaré el secreto. No creo que nadie haya llegado en su lectora hasta aquí. Así que lo más probable es que quede a salvo. Al otro lado del Monte del Brusco se sitúa la playa más maravillosa que conozco, casi privada, en estado salvaje. El acceso es muy difícil. Una posibilidad es atravesar el propio monte, siguiendo una ruta trazada para los excursionistas y amantes del treeking. No es una caminata excesivamente exigente, pero muy poca gente haría ese recorrido todos los días para bañarse en el mar o tomar el sol teniendo más a mano la Playa de Berria, a cuya cabecera se puede acceder en coche. No hay edificaciones. Eso quiere decir que no hay restaurantes, tiendas, lugares de ocio. De hecho la playa está aprisionada entre el mar y una montaña, de la que El Brusco no sería más que un saliente en su extremo oriental, completamente aislada de su entorno. Así, si se mira hacia el norte se ve el mar y si se mira hacia el sur el bosque denso cantábrico que cubre la ladera de la montaña mencionada. El otro acceso se sitúa en el otro extremo de la playa, en la localidad de Helgueras. Una población a  la que puede accederse en coche siguiendo carreteras bastante tortuosas, pero orientada más al turismo ecológico ligado a las marismas que a la playa. ésta es de una belleza que a mi me dejó sin respiración cuando la visité por primera y única vez. en este segundo viaje a Berria no tuve tiempo para visitarla. Algún día volveré. Ojalá acompañado por alguien que comparta mi fascinación por ella.



134.1/5.- Playa de Berria y Ría del Boo (Cantabria).


Si lo que veis no os parece bello, no os conmueve, es que tenéis el corazón de roca. Viendo la imagen me doy cuenta de que soy un privilegiado por los sitios que he conocido. Sin necesidad de ir al extranjero. De ahora en adelante trataré de prodigarme en panorámicas. Ya se que las cámaras modernas las hacen de forma automática. Pero este sistema me gusta, compartimentalizar la imagen antes de ofrecerla completa. es agotador, pero el resultado hace que te sientas satisfecho contigo mismo. Lo cual, al menos a mi, no ocurre a menudo.

133.- Cantera del Sorbal y Ría del Boo (Santonia - Cantabria)




133.1.- Cantera del Sorbal (Santonia - Cantabria).

En aquellos tiempos hacia secuencias de fotos, de hasta 5 y 6 a veces, para que en la oficina hicieran fotomontajes, dando lugar a una imagen panorámica. Es fácil: Encuadras en el extremo de la izquierda de lo que quieres fotografiar; 2) Buscas una referencia que este a la derecha, pero no en el borde, por ejemplo, la masa de arbolado sobre el peñasco; 3) Desplazo el objetivo de la cámara hacia la derecha situando en el siguiente encuadre la referencia en el centro; 4) Se repite la operación tantas veces como sea necesario hasta que los sucesivos encuadres abarquen todo lo que se quería fotografiar. No queda perfecto, pero el resultado es espectacular. Puede suceder que fotografíes una manifestación del #15m y algún participante quede sin cabeza cuando juntes las imágenes, en cuyo caso los "progres" te dirán que eres un manipulador.

Aquella cámara veía el mundo en colores. Fue la más optimista que he tenido. Si mal no recuerdo fue la primera. El verde resaltaba en especial. Pero me gustaba la exageración de aquella máquina. Muchas paisajes resultaban mucho más espectaculares en las imágenes que en la realidad. Es Cantabria, y ya se sabe que en el norte todo es más bello, pero no deja de ser una cantera lo que vemos, algo que ha duras penas puede resultar hermoso. Pues mi cámara lo conseguía. El color ferruginoso de la piedra. El verde vivo de la vegetación. los espejos oleaginosos del agua.




133.2.- Cantera del Sorbal (Santonia - Cantabria).

Todas las canteras que he visitado en Cantabria se parecen a esta. Suelen ser un peñasco de roca caliza a medio vaciar, en cuya cúspide, en lo que queda de ella, crece un denso eucaliptar. De la cantera se extrae roca que se utilizará en la obra, en este caso un tendido de tuberías de saneamiento. Su oso será para escollera y para relleno del fondo de la zanja, con material filtrante que evite encharcamientos en el entorno de las conducciones. Asimismo, se aprovecha el hueco creado para verter los sobrantes de tierra generados en las obras. Cavas una zanja y cuando la rellenas no te cabe todo lo que habías extraído. Es por que la naturaleza ordena las cosas mejor que nosotros. Si un ecologista viera esta foto seguramente se enojaría más por la existencia del eucaliptar, al ser el eucalipto una especie foránea, que por la de la cantera. Son esos misterios de la vida que nunca llegaré a entender.

Una vez más tenemos una imagen con un ejemplo de simetría cielo-agua. Es sorprendente la fidelidad al modelo en los colores, con ese cachito de cielo azul que puede verse en la marisma, incluso con el pequeño borrón de nube blanca. Se produce solo un pequeño viraje hacia tonalidades más oscuras, con un azul del cielo más intenso en el agua que en el aire, y un verde más apagado en el arbolado. Quizás el agua solo tratara de corregir el exceso de entusiasmo de mi cámara.



133.3.- Cantera del Sorbal y Ría del Boo (Santonia - Cantabria).

La carretera que se adivina en la imagen tiene el inquietante nombre de Calle del General Sanjurjo. Después de incluir al Comandante Franco en el blog esta mención va a confirmar muchas sospechas. Bueno, aquí mando yo, y en realidad Franco hace tiempo que caducó como tema de disputa. Al fondo a la derecha empiezan a verse las primeras casas de Santonia. La amplia marisma que se extiende en el entorno de esta localidad está surcada de carreteras que parecen caminar sobre la superficie del mar, como si el paisaje fuese un pasaje del Nuevo Testamento. La mitad de los edificios del entorno son industrias conserveras de anchoa. Allí estuve y no compré ni una lata por la sencilla razón de que las anchoas no me gustan. Las prefiero en su versión como boquerón. Manías de madrileño, supongo.



133.4.- Ría del Boo (Santonia - Cantabria).

La marisma de Santonia es una gran laguna de agua salobre formada por la entrada del mar en la zona donde confluyen varios ríos, ninguno de ellos con gran recorrido antes de desembocar en el mar. Diríease que más que el delta formado por el aporte del sistema hidrológico continental al mar, se trata del regalo de éste último al continente. En la dirección contraria la carretera conduce a la Playa de Berria, siendo la primera parada, en el extremo oriental de la misma, la localidad de Dueso, con el penal al que le da nombre. Es el final del verano y pueden verse muchos patos nadando en la marisma. El periodo reproductivo de casi todas las anátidas y resto de aves acuáticas se extiende desde principios de primavera hasta mediados de julio, desde marzo hasta julio aproximadamente. Por eso en esta visita no vi patitos chiquititos, que además de bonitos, a ver que cría animal no lo es, son divertidísimos. Si los vi en otra visita, creo que posterior, a esta misma zona, como ya conté en alguna entrada del blog. Momento: 21 de agosto de 2005.



















133.5.- Ría del Boo (Santonia - Cantabria).

Detrás del peñasco que nos tapa el horizonte, más allá de Santonia, se sitúa la playa de Laredo, que si no es la más bonita de España, no anda excesivamente lejos de serlo. Toda esta zona de Cantabria es un rompezabezas de zonas de agua y zonas de tierra que a veces desafía a la lógica. Las zonas de transición entre el continente y los mares son las más productivas en biomasa. Podría decirse que durante el periodo reproductivo los seres vivos retroceden en su estadío evolutivo. Es decir, los mecanismos de reproducción de las especies suelen ser los que más tarde evolucionan. Hay un ejemplo muy claro para lo que trato de decir: Los anfibios viven a caballo entre el agua y la tierra, pero su periodo reproductivo y sus estadios iniciales de vida ocurren íntegramente en el agua. El agua es necesaria sobre todo para la reproducción. siempre hay gran cantidad de vida ligada a las láminas de agua, sean lagos o ríos. Las propias lagunas surgidas de los aprovechamientos mineros junto a los ríos acaban convirtiéndose en vergeles. En Madrid hay muchas en el entorno del Jarama y el Henares. Una marisma es una alhaja. Y cuando se trata de una tan grande como la de  Santonia puede considerarse como la joya de la corona.



133.6.- Ría del Boo (Santonia - Cantabria).

Resulta que la serie tenía 6 imágenes y no 5. Puestos a hacer las cosas bien la añado y repito la fusión de imágenes, esta vez con el software de Canon. Hay diferencias y sería difícil decidir cual es mejor. Pero al menos con el programa de la cámara elimino la publicidad.



133.1/6.- Cantera del Sorbal y Ría del Boo (Santonia - Cantabria).

Creo que acabo de entrar en éxtasis. Toda la tarde invertida en aprender a crear panorámicas a partir de series de fotografías. Pero el resultado merece la pena. Ahora me arrepiento de que sean muy pocas las que haya hecho en mis viajes de trabajo. Paro hay otras de este en concreto. Y creo que el resultado puede ser mucho más espectacular.