lunes, 14 de febrero de 2011
92.- Ejemplar de almendro en Socuéllamos (Ciudad Real)
92.- Ejemplar de almendro en Socuéllamos (Ciudad Real).
Buscaba una vía pecuaria, la Vereda de Los Serranos, el punto en que será interceptada por un tendido de tubería de abastecimiento de aagua en proyecto. El lugar exacto quedaba lejos. Suelo emperrarme en encontrarlos, es una cuestión de orgullo. Pero a veces eso supone una larga caminata y el tiempo a veces escasea. Buscas un tramo de la vía que luzca en la imagen y das por bueno lo obtenido aunque el punto de contacto esté unos centenares de metros o álgún kilómetro más allá. Cuando alcancé el borde de una pequeña llanura en alto vi el árbol de la imagen. No soy experto en distinguir especies, lo cual es un pecado por mi profesión. Si el ejemplar conserva la hoja el problema se suele poder solventar. Pero en invierno los problemas son graves. A veces la hojarasca del suelo te saca del problema. Me acerqué y vi que conservaba algun fruto. Me sorprendí un tanto. Parecían almendras. Pero es que nunca había visto un ejemplar de almendro tan grande. Suelen ser los supervivientes de antiguas plantaciones frutales. Arbolitos de 4-5 metros como mucho. Este duplicaba con creces esa talla. No tenía más remedio que experimentar. Cogí una drupa y comprobé que en su interior efectivamente había una almendra. una de las cosas más divertidas del campo es comer lo que encuentras. Me llevé la almendra a la boca y, ay, estaba verde. O amarga, no sabría decir. El caso es que hice el camino de retorno al coche escupiendo sin cesar.
Comí en Sucuéllamos media hora después. Me bebí medio litro de agua en el primer ataque a la bebida. En las paredes del restaurante había pruebas fehacientes de lo crudos que pueden ser los inviernos en la zona. Fotos de las calles que acababa de recorrer completamente nevadas. Cierto que eran fotos antiguas, pero por la Mancha, por algunos de sus pueblos, no parece haber pasado el tiempo. Pude resarcirme del mal aperitivo. Comí espléndidamente por 8 euros. Los menús son lo único que ha bajado de precio en estos años.
Lo normal es que los árboles queden oscurecidos en las fotografías. La luz a través de la fronda y del cielo circundante tiende a oscurecerlos en la imagen. Pero en este caso no ha sido así. El azul intenso del cielo proporciona un marco excelente. Y esas dos estelas de aviones a reacción parecen las trayectorias relentizadas de dos proyectiles, de dos balas que se hubiera pretendido que impactaran contra su copa. Una de ellas errada, tras el gesto para apartarse las ramas. Abajo, las viñas trazan arabescos en los campos, como mensajes cifrados cuyo código hubiera que descubrir. El paisaje guarda sus secretos después de todo, aunque en apariencia no pueda ocultarse nada. También La Mancha tiene sus misterios, sus lenguajes secretos, sus palabras enmudecidas por el pudor de los campos. Sentir que lo que ves ha de significar algo. O tal vez no, pero tener la certeza de que el mensaje te ha llegado. Doy aquí acuse de recibo.
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