sábado, 28 de mayo de 2011

104.- Río Miño a la altura de Lugo capital.


104.1.- Río Miño a la altura Lugo capital.

Ronde la ciudad toda la mañana, los prados y bosques que la rodean por el oeste y por el sur. Y al iniciarse la tarde entre en Lugo de forma furtiva, sin necesidad, solo por el ver el transcurrir del río por su interior. Cuando el agua se calma y la luz es la correcta el dibujo del mundo en la corriente mejora el modelo real. Hay tonos de azul que no están presentes en el cielo y el blanco lechoso que se esparce y lo tiñe todo arriba abajo se concreta en nubes de perfiles definidos. Apenas unos minutos para captar dos imágenes y huí de la civilización en busca de otros objetivos en el monte. Una ciudad te atrapa y te baraja como un naipe hasta que dejas de saber tu ubicación en el mazo. Te obliga a avanzar en la dirección que tal vez no quieras y acabas en el límite urbano equivocado, con la ciudad entre medias de tí el objetivo. Por eso trato de evitarlas. Además crecen muy deprisa, sobre todo en sus bordes, y los mapas se vuelven obsoletos en pocos años. Tras conseguir encaminarme hacia donde realmente quería paré a comer en el primer restaurante que encontré. Pulpo y tarta de santiago. El segundo no lo recuerdo.



104.2.- Río Miño a la altura Lugo capital.

Quien pudiera vivir la vida por duplicado. Experimentar también, quizás al mismo tiempo, esa realidad imagen especular de la que sufrimos. Esa otra en que ella te corresponde, en que responde a tus llamadas, no se enoja por tus sentimientos, transige con tu existencia. Vista al revés la vida a veces es perfecta. Derecha por izquierda, y las manecillas del reloj desandando el camino para poner distancia entre el presente y la muerte de todos los sueños. La superficie rizada del agua, la piel del río, es donde los ojos se abren para vivir un nuevo día, o se cierran para iniciar un sueño alternativo. Pero en ambos lugares tu recuerdo sobrevive a la victoria o la derrota. Tus ojos tan niños que se harán adultos para otro que sepa conciliar arriba y abajo. Son palabras éstas que me saben a despedida. Ahora sí. Fluye el río pero el reflejo no avanza, por que la memoria es quien labra en el terreno su cauce, por que el agua avanza siempre en pos de sus recuerdos.

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