lunes, 20 de diciembre de 2010
84.- Campo de juego del complejo de Zubieta (Lasarte, Guipuzkoa)
84.1.- Campo de juego principal del complejo de Zubieta (Lasarte, Guipuzkoa)
Me despierto hacia las 9 y media. Día laboral pero sábado al fin y al cabo. Es difícil ser responsable cuando se está solo y nadie te vigila. Hacia las Diez y media ya estoy buscando la forma de cruzar la autopista. De una margen a otra de la A-1. Lasarte al este y Oria al oeste. Me sorpendió lo agreste de aquellas tierras. A un tiro de piedra de San Sebastián, esos bosques de pino radiata, robles y rebollos tan densos y ocupando laderas tan escarpadas. "Ahí es donde tienes que ir. Pedazo de melón, pensaste que iba a ser fácil. ¿Qué le dijiste a Patricia? Ah, si, que iba a ser una rápida acción de comandos. Llegar, recoger la información, y salir antes de que el territorio le tiempo a hacerte suyo".
Recorro con el coche la orilla occidental de la autovía. Al pasar junto al hipódromo de Lasarte advierto la decadencia del lugar, y no puedo reprimir una cierta sensación de melancolía. Miro la fotografía de satélite bucando una ruta hacia el objetivo. Veo lo que parece el rastro de un camino que bordea unas instalaciones deportivas. Cuando accedo a ellas descubro con sorpresa que son los campos de entrenamiento de la ciudad deportiva de la Real Sociedad. Dejo el vehículo en el parking de las instalaciones y me adentro en ellas. Se que es zona privada, pero las puertas están abiertas. Momento: 19 de junio de 2010.
84.2.- Campo de entrenamiento aledaño al principal en Zubieta (Lasarte, Guipuzcoa)
Primera regla del explorador: No detenerse nunca mientras no haya instrucciones inequívocas al respecto, mientras no te topes con un prohibido el paso. Y aun así vulnerar instrucciones y prohibiciones si se sospecha que nadie habrá para hacer que las cumpla el viajero.
Subo por la ladera, y mientras lo hago me acuerdo de quien nos arrendó la Taberna de Mou. Son más fotos de las necesarias las que hago. Tal vez alguna sirva para lucirla en la pared tras la barra. Era de esperar: un cerramiento de seguridad delimita la parcela de la ciudad deportiva, una verja alta que me impirde el paso. Sopeso la idea de saltarla. Sería posible, pero no quiero que nadie me sorprenda en una acción tan sospechosa. Podría desandar mis pasos, pero he visto que el sendero que busco flanquea las instalaciones por su margen sur. Está justó delante de mí.
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