miércoles, 24 de octubre de 2012
332.- Etapa 17 del CN del Guadiana. Peña de la Visera (Helechosa de los Montes)
332.1.- Etapa 17 del CN del Guadiana. Vista del Embalse de Cíjara a la altura de la Peña de la Visera (Helechosa de los Montes).
Me resulta difícil ubicar el lugar exacto donde tomé la imagen a pesar del uso de Google Maps y de cartografía Escala 1:50.000. Si tuviera que dar una respuesta diría que es un lugar de la pista forestal por la que discurre el Camino Natural próximo a pequeño alto denominado como la Peña de la Visera. De este lado del embalse veríamos la península denominado como El Hoyo, de carácter casi plano, y del otro la Sierra de Lobera, en la divisoria entre Helechosa de los Montes y Villarta de los Montes. Es una imagen que se viene repitiendo y volverá a verse en posteriores etapas, pero que no deja de sorprender, en especial la ausencia de evidencias de la presencia del hombre. Siempre y cuando, claro, obviemos que las repoblaciones forestales y los embalses son obra suya. Pero no hay poblaciones ni caminos ni infraestructuras en ningún lugar de lo que abarca la vista. Tampoco edificaciones aisladas, habituales en casi cualquier punto de la geografía de España, aunque se trate de viviendas o haciendas agrarias abandonadas.
332.2.- Etapa 17 del CN del Guadiana. Masas de Pinar en la vaguada del Arroyo Tamujoso (Helechosa de los Montes).
Otra imagen recurrente de gran belleza en las etapas del Camino Natural son las masas de pinar en las laderas de las vaguadas que podían fotografiarse cuando se abría un claro junto al sendero en la ladera contraria. Masas de pinar de piñonero (Pinus pinea) muy compactas, que requerirán realizar clareos si se pretende potenciar la obtención de fruto, ya que es la luz la que fomenta la producción de fruto, ya sea en frondosas o en coníferas. La sombra favorece el crecimiento en altura y la luz la maduración de los individuos (crecimiento en grosor y fructificación). El fondo de la vaguada está ocupado por pinos resineros (Pinus pinaster), más esbeltos, de mayor talla y con copa piramidal en vez de globosa. El nombre del arroyo que discurre por la vaguada alude a la presencia del tamujo (Securinega tinctoria), arbusto característico del Parque Nacional de Cabañeros que, como sabemos se encuentra bastante cerca, del otro lado de la divisoria con la provincia de Ciudad Real, y que aquí hace acto de presencia en los claros, sobre todo, cercanos al arroyo.
332.3.- Etapa 17 del CN del Guadiana. Sendero a la altura de la vaguada del Arroyo Tamujoso (Helechosa de los Montes).
Reconstruyendo la jugada, justo en el tramo de camino que oculta la curva, ya que más atrás vuelve a ser visible, sería el lugar donde se tomó la primera imagen de esta entrada del blog. Como en aquella, es bien visible en el embalse una península de tierra, esta vez en la otra orilla. Se trata del pareja denominado como Morrillos de la Lobera, en la estribación sur de la Sierra de la Lobera. Tanto topónimo que lo alude a uno y otro lado del Río Guadiana obliga a pensar que el lobo era frecuente en estos lares en el pasado. Imagen ésta en el que se produce ese pequeño golpe de fortuna en que un elemento del paisaje pone el contrapunto y la redondea. En este caso el pino que aparece a la derecha, aislado, rodeado de roquedos. La complicada orografía por la que discurre el río a lo lejos hace parecer el embalse dividido hasta en tres láminas de agua diferentes. Los embalses y lagos de montaña tienden por lógica a adquirir formas parecidas a las de las figuras fractales, mientras que en zonas llanas suelen ser ovalados. A veces, como en La Mancha, cuando el terreno es completamente plano, adquieren incluso forma circular.
332.4.- Etapa 17 del CN del Guadiana. Masas de Pinar en la vaguada del Arroyo Tamujoso (Helechosa de los Montes).
El árbol que vemos aislado en primer en término, creo no equivocarme, es lo que en ordenación de Montes se denomina un "árbol padre". La gente tiende a creer, entre otras cosas porque cierto sector del ecologismo difunde esa idea, que la ordenación de montes, la explotación de los mismos con fines madereros, rinde al final del ciclo productivo un monte sin arbolado. Según esta creencia el ingeniero de montes se dedica únicamente a talar para obtener madera, y cuando ésta se agota se va al monte colindante a seguir con su labor, cual plaga de langosta. Nada más lejos de la realidad. Lo que ocurre es exactamente lo contrario. El concepto tan sobado hoy en día, tan idolatrado por quienes lo copiaron sin entenderlo, de "sostenibilidad", es un concepto, oh sorpresa, inventado por los ingenieros de montes europeos en el siglo XIX, sobre todo rusos, alemanes y franceses. Los bienes, cuando son escasos, tienden a ahorrarse. Europa no es el Amazonas o el África Tropical, donde la vegetación crece de forma exhuberante e incesante. Se gestiona cuando hay escasez, no cuando un bien es ilimitado o abundante. Cuando se trazan las bases para ordenar un monte lo primero que se hace es calcular por procedimientos estadísticos el volumen de madera en pie. Se estima dicho volumen y una vez que se sabe la cifra se divide esa cantidad por el turno fijado. Se conoce por turno la edad a la que se aprovecha el arbolado. Los pinos suelen talarse en torno a los 100 años, algo antes o algo después dependiendo de la especie y las características de suelo, orografía y clima del lugar. Es decir, si el turno que se ha fijado es, por ejemplo y redondeando, de 100 años, cada año se extraerá una centésima parte del arbolado en pie y se plantará la superficie desarbolada. Al cabo de un turno completo habremos extraído la totalidad del volumen de madera disponible, pero tendremos grosso modo, fíjate que curioso, el mismo número de árboles que al principio. La persistencia del monte es una de las máximas, uno de los grandes mandamientos de la ordenación de montes. Se debe obtener de el máximo rendimiento posible tanto económico, como ecológico y social, pero sin alterar el monte. Si nos fijamos bien en la imagen veremos que el árbol solitario está rodeado de tocones. Uno de los procedimientos para la tala de parcelas es lo que se denomina el aclareo sucesivo uniforme. En vez de talar la totalidad de la parcela y plantar a continuación, el apeo de árboles se realiza en varias etapas, dejando para el final los árboles que se considera que tienen mejor porte, más talla o vigor vegetativo. La semilla de estos árboles será la que de forma natural repueble la parcela, con la idea de que se transmitirá a la siguiente generación el mejor patrimonio genético disponible.
332.5.- Etapa 17 del CN del Guadiana. Masas de Pinar en la vaguada del Arroyo Tamujoso (Helechosa de los Montes).
A veces no entiendo ese afán que tenemos todos, diría que yo también, porque lean nuestros blog. Pienso que es pura vanidad, además de la que conlleva además inconsciencia y contradicción. Cada vez publicito menos mis blogs y empiezan a ser clandestinos. ¿De verdad quiero que me lean? Tengo que responder sí para ser totalmente honrado y evitar cometer trampas, pero reconozco que me también me preocupa la idea. En realidad solo quiero que me lea ella, y estoy casi seguro que no atiende a mis escritos. En otro tiempo si lo hacía, pero creo que me ha olvidado. Soy apenas ya para ella una rutina de su memoria que cada vez espacia más en el tiempo sus momentos. Tal vez una curiosidad que se ha vuelto obligada cortesía. Sólo ama quien indaga, quien pregunta, de viva voz o en secreto, sin articular las preguntas tal vez, pero consumiéndose en la espera por saber las respuestas. Quiero que me lean porque quiero que me amen. Quiero que me lea ella, que es para quien escribo, para que sus ojos calmos reciten mis palabras y me aprendan. La distancia no es el problema sino el silencio. No poder hacer llegar el mensaje. El olvido es un pecado de indisciplina. Se ama mientras arde el misterio. Todo lo demás son cenizas frías que tiznan las yemas de los dedos con la plata vieja del recuerdo que ya carece de acertijos.
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