lunes, 1 de noviembre de 2010

71.- Interior de un invernadero en el campo de Níjar (Almería)



71.- Interior de un invernadero en el campo de Níjar (Almería)

Por la costa y el interior de Granada, Almería, Murcia, han surgido de la noche la mañana ciudades de plástico blanco, que al verlas de lejos, con los reflejos del sol parecen salinas. Organizadas con orden dentro de su miseria, las estructuras con estramados de palos y suelos surcados por tuberías de plárico para el riego por goteo, se organizan ocupando todo el terreno disponible, aprovechando las ramblas, caminos y las carreteras para formar las calles de estos poblados fantasmas. A cualquier hora del día ves gente deambulando de aquí para allá, como sonámbulos. Te los cruzas y casi ni te dirigen la mirada. Salen desde detrás de algún sitio, como por ensalmo y, tras recorrer tu espacio visual, desaparecen detrés de algún otro. Tuve curiosidad por conocer el interior de estos invernaderos. Me asomé desde el umbral de la entrada de uno de ellos donde se oían voces. Dos moros casi desprovistos de ropa trajinaban en el interior apuntalando las pequeñas columnas de aquel remedo en cutre de la Mezquita de Córdoba. Pedí permiso para entrar y tirar dos fotos. El diálogo fue complicado por la falta de un idioma común con muchos vocablos útiles. Como en sus plabaras no adiviné un no rotundo traspasé el umbral con cierto descaro para tomar las fotos. Juro que antes de acabarse el primer minuto ya estaba sofocado. La bofetada de calor fue tremenda. No creo que llegase a aguantar 5 minutos. A la segunda fotografía me largué casi corriendo, ávido, desesperado por alcanzar el exterior. Estábamos en pleno agosto pero la brisa tórrida me pareció uana ventsca de invierno nafa más salir. Los 40 grados me parecieron mejores que el aire acondicionado de unos grandes almacenes. Dentro no se que temperatura habría. Me da miedo solo pensarlo. Quizás 60 grados. Mientras el sudor resbalaba por todo mi cuerpo les comenté: “pues si que hace calor aquí”. Uno de ellos me aseguro en su mal Español que cuando pintaran de blanco los techos de aquellas jaimas de polietileno el calor sería mucho mayor. Me pareció pura ciencia ficción. Más calor que aquel tendría que achicharrar a las plantas, cocerlas en su jugo. Vaya locura tener a gente durante horas realizando un trabajo físico en aquellas condiciones. La esclavitud existe y se practica en España. Ya lo creo.

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