sábado, 3 de marzo de 2012

252.- Barranco de las Carboneras (Velillas - Huesca)



252.1.- Barranco de las Carboneras (Velillas - Huesca).

El primer obstáculo que ha de salvar el tramo de autovía es este pequeño arroyo, sin caudal en el momento en que tomo la imagen. Tiene el lecho cubierto de zarzas y en algunos puntos de sus bordes crecen árboles, sobre todo sauces, aunque también algún chopo. El curso principal recibe las aguas de un segundo curso capturadas en la ladera de la derecha y las lomas que hay al fondo de la imagen, aunque es difícil jerarquizar, decidir que barranco es tributario y cual receptor. Octubre es el mes de las moras y me parece estar viendo algunas en la esquina inferior izquierda. No hubiera sido la primera vez que habría matado el hambre arrancando las bayas a mi paso en mitad del monte. Pero tengo suerte en como funciona mi organismo, que solo me advierte de sus necesidades cuando las puedo satisfacer. Lo normal es que no tenga hambre hasta que me siento a la mesa a comer. Eso sí, que se encomiendo a su santo patrón quien se interponga en ese momento entre mi cacho de pan y yo. Muy a menudo he comido bocadillos mientras trabajaba para no partir la jornada de trabajo y poder iniciar el camino de regreso cuanto antes. Solo una vez recuerdo haber tenido problemas. Fue en Teruel, en el entorno de Santolea. A eso de las 6 encontré una gasolinera en la carretera principal, todo lo principal que puede ser allí una vía de tráfico, y maté el ansia a base de doritos. Aunque más necesario incluso que la comida es el café de después del postre. Sin él puedo caer en un extraño sopor, nada aconsejable si conduces.



252.2.- Campo de cereal en Velillas (Huesca).

El Barranco de Carboneras zig-zaguea entre los campos de cereal recién segados, las espigas contadas cerca del suelo y ya algo agostadas semejan un corte de pelo para-militar en las laderas. En las lomas que cierran el pequeño valle las encinas crecen entre pedregones de piedra caliza. Este árbol se adapta a todo, al calor o al frío y la sequía si no son exagerados, a los suelos básicos o ácidos. No así el alcornoque, que reniega de los últimos, razón por la que tiene en la mitad occidental de la Península su feudo. Los campos fueron cosechados ya hace un tiempo porque empiezan a proliferar las hierbas invasoras. Es octubre y puede que no hace una nueva siembra. los inviernos en el campo suelen ser verdes por la hierba incipiente de las gramíneas sembradas en otoño tratando de aprovechar las lluvias de esa estación y las de invierno. Pocas cosas hay más hermosas que las lomas y pendientes verdes por la hierba del cereal. Algo tan sencillo como eso siempre es una foto con acierto asegurado. Contrasta con la sensación áspera que provocan los trigales cosechados y agostados.



252.3.- Ejemplar de almendro (Amygdalus communis) junto al Barranco de Carboneras (Velillas - Huesca).

Árbol asilvestrado, que ha sobrevivido en muchos lugares al cese de su cultivo en parcelas de secano, el almendro es una especie habitual en los campos, que lo mismo prolifera en la España seca, como la Mancha, que en lugares donde el agua escasea algo menos. Arrimarse a un río es también una buena treta, aunque solo sea un arroyo seco la mayor parte del año porque, acostumbrado a la falta de agua, el almendro es capaz de medrar con la que escurre por el subsuelo. Su tronco de tonos rojizos contrasta con el verde intenso de su copa. Con el espinazo arqueado, como si inclinara a beber en el caudal inexistente, tratando de obtener su porción de agua antes que las zarzas se la roben. Su propia sombra hace de contrapeso para evitar caer en la zanja fluvial. A la orilla también del campo de labor, que tal ocupara en otro tiempo.

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