sábado, 11 de diciembre de 2010

74.- Paisaje en el entorno de Caldearenas (Huesca)



74.1.- Matorral rastrero en torno al Alto de Monrepós (Huesca).

Tras sobrepasar Arguís y recorrer el primer túnel parace como si se entrase en el país de Papá Nöel. De repente te parece muy convincente el paisaje, que se ajuste a lo que debe ser. Norte, frío, bosques, matorrales ateridos.

La imagen ofrece un detalle de formaciones tapizantes del suelo de una especie llamada vulgarmente erizón (Echinospartum horridum). Se trata de una especie espinosa que con su porte rastrero trata de contrarrestar el efecto negativo de los fuertes vientos. El Es lo que hay que hacer cuando el aire sopla frío y feroz, apegarse a la tierra, robustecer las raíces, ofrecer el menor perfil posible al devenir de las cosas, crecer hacia los lados y no hacia arriba, dejar de aspirar a imposibles en el aire, mullir el terreno como una esperanza de tiempos mejores. No, no es el calor lo que deseca a las plantas sino el viento. Contra las temperaturas hay defensa pero no contra el viento incesante. Por eso las cumbres de las montañas están desiertas de vegetación. Ríos de aire, corrientes que remontan una ladera y descienden por la contraria. Y aquellos que están a su merced se adaptan o perecen ahogados, pero resecándose por dentro. Ojalá sangrase savia por las heridas para tener una estrategia contra este huracán de vida.



74.2.- Paisaje en el entorno de Caldearenas (Huesca)

Si sigues la carretera y bajas la ladera del Monrepós por su vertiente norte, encuentras paisajes como este, típicos de paramera. En primer término pueden verse las formaciones de erizon, y la imagen sirve para integrarlas mejor en el paisaje en el que insertan. Los matorrales verdes presumo que son enebros (Juniperus oxycedrus), y los que ofrecen un aspecto de estar moribundos por su color marronáceo son ejemplares de boj (Buxus sempervirens). ¿Y esto por qué? El caso es que estamos en febrero y quizás el invierno ha sido demasiado duro. Tal vez esos días de sol hayan acabado con él. El sol y el frío es una mala combinación. la planta suda, por así decirlo, pero no es capaz de reponer la humedad que pierde a través los estomas por que la que hay en el suelo está helada y es inaccesible para las raíces. En resumidas cuentas: y yo que sé. Las plantas no hablan, no dicen donce les duele. El diagnóstico rara vez es una certeza. Tan parecidas a veces a las personas que no quieren darnos pistas de los males que las aquejan.

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