jueves, 7 de julio de 2011
144.- Monumento a las víctimas del terrorismo de Vitoria (Álava)
144.1.- Monumento a las víctimas del terrorismo de Vitoria (Álava).
Seguí en el plano-callejero de la ciudad la traza de la línea de tranvía desde el Abetxuco hasta llegar a una amplia avenida, con una zona central con césped y varias hileras de castaños. Mi sorpresa fue encontrar en el camino del tranvía el Monumento a las víctimas del terrorismo diseñado por Ibarrola. Ahí estuve un buen rato cotejando planos del proyecto con callejero hasta darme cuenta de que había anticipado la entrada en la avenida una calle antes de lo proyectado, es decir, que el tranvía iba a discurrir por la calle lateral paralela a la que había supuesto en principio, evitándose de esta forma el desaguisado que se había creado por culpa de mi mala lectura de los mapas.
144.2.- Monumento a las víctimas del terrorismo de Vitoria (Álava).
La estructura del monumento tiene una hendidura por la que puede transitar una persona, con una luz en el suelo imagino que para iluminar la construcción y el entorno por la noche y convertirla en una referencia. Ahí se colocó mi modelo particular, que me ofreció una gama completa de posturas y gestos. Doy fe que son numerosos. El abanico de posibilidades es amplio en esta mujer.
144.3.- Monumento a las víctimas del terrorismo de Vitoria (Álava).
No me gusta llevar gente en los viajes de trabajo. No es tan divertido como pueda suponerse. A mi me descentra y suele ocurrir que al final visite menos lugares de los programados, de los que lo haría solo, por darme pena mi acompañante cuando ya llevaos muchas horas de campo. Rara vez llevo a nadie conmigo. La soledad tiene su pequeño aliciente y trabajo mejor. Pero hay excepciones. Las ciudades es una de ellas. Suelo ir a zonas alejadas de ellas, a veces con acceso complicado. Pero de vez en cuando surge una oportunidad. Vitoria está considerada como una de las capitules de provincia con mejor calidad de vida de España. En norte me gusta cada vez más. Sus ciudades son relativamente manejables, con un tamaño que puede caber en la cabeza, tienden a ser ordenadas en su urbanismo, son limpias, acogedoras y se come fabulosamente. Lleve a Patricia, que además insistía en hacer horas de conducción para entrenarse en el trayecto en coche. La ciudad nos enamoró, por su belleza y su alegría. Paseamos durante la noche y había mucha animación, más que en otras ciudades del País Vasco que he visitado. La dejé dormir a la mañana siguiente y cuando se despertó nos encontramos por la ciudad y me ayudo a acabar mi tarea haciendo que las fotos tuvieran sentido. Solo aquellas en las que está ella hay interés. Ella una vez lo fue todo, el elemento principal del encuadre de mi vida. No se por que sus fotos surgen ahora. Tal vez porque se aleja, por que empiezo a anticipar la sensación de echarla de menos. Y ella es tal cual puede verse aquí, siempre gesticulando, poniéndole caras a la cámara, alterando la expresión de su cara como una auténtica atleta del gesto. Las manos de dos colores, ese rostro que con el sol a sus espaldas desaparece. Negra hermosa. Me gruñe para divertirse, para descentrarme mientras muevo lentamente el objetivo para tratar de que el túmulo que hay tras de ella, con todos los nombres de las víctimas de ETA, salga también en la foto.
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