234.1.- Río Leza en la confluencia con el Río Vadillos (San Román de Cameros -La Rioja).
La confluencia a la que alude el título de la imagen se produce al final de la recta con renglón torcido que describe el río Leza. Discurre por tierras con lomas de color gris claro, que viran al ocre apagado en las vaguadas y valles, cerca del río. La niebla se desliza por la pendiente de la ribera desde la derecha, ya ha logrado borrar casi del todo una sección de montañas, y se cierne ahora sobre los chopos. Quedaré sepultado bajo ella en cuestión de minutos, conoceré su sabor y su olor. Porque la niebla sabe y huele, no es aire puro sino materia arrastrada por el agua condensada. Una que me envolvió en la Ciudad Universitaria de Madrid una vez que esperaba al autobús traía el inconfundible saber del baicón. ¿A qué saben las nubes? Pues la primera que caté a panceta fría. Desde entonces no me hago ilusiones. La niebla no me traerá brigadoones ni unicornios. Tal vez me los extraiga de dentro, si los albergó. En un viaje camino del norte de León una niebla me suprimió de la realidad en torno a Aguilar de Campoo. Ni la carretera bajo las llantas podía verse. Pero como conducir no deja de ser un ejercicio de confianza seguí avanzando sobre el asfalto. Entonces sonó en la radio del coche "Insurrección" de El Último de la Fila. Y por unos instantes el Universo tuvo unos pocos metros cúbicos de volumen, el del habitáculo de mi coche, un solo sonido, el de la canción, y un solo sentimiento, el que me sugerían los recuerdos que me arrancaba de dentro aquella letra tan triste.
La niebla tiene la cualidad de resumir el mundo. A veces a lo más esencial, otras a lo accesorio. Varias son las caravanas lentas entre la niebla en las que estado cuando discurría hacia Barcelona a la altura de Lérida. En esos casos suelo preferir abrir la marcha, porque mi capacidad para inventar es superior a la media. Tras la niebla puede ocultarse cualquier cosa y una carretera es bien fácil de imaginar para quien vive solo de espejismos. El Leza trae más piedras que aguas. Las orillas son tan pedregosas que la hierba apenas tiene espacio para poder susurrar un poco de verde en el paisaje. Sorprende que en su camino a través de estas tierras donde predominan la marga y la arcilla el río encuentré tantos guijarros con los que adornar su lecho. Pero mirando detenidamente la orilla derecha puede apreciarse como el terreno está constituido por rocas cementadas por esa marga y arcilla, que a medida que el río lame va eliminando hasta acabar desmoronando el conglomerado. Mi firma está abajo a la izquierda.
"Insurrección" - El Último de la Fila
234.2.- Río Leza a la altura de San Román de Cameros (La Rioja).
A la altura de San Román el mundo desde el río se convierte solo en una sospecha. El valle se desdice poco a poco y sus laderas se subliman, se vuelven aire blanco al calor del invierno. O quizás sea el frío el que hiela la bruma y la solidifica. El mundo se convierte en hielo mientras se desvanece ante mis ojos, por lo que me guío más por el sonido de mis pasos sobre las piedras. La vida nunca fue una promesa así que no me sorprende que quien sea que la haya obrado se arrepienta ahora. Mientras tenga mis pies abrigados por las botas de montaña y pueda caminar sobre las aguas obraré mis propios milagros. Me cuesta creer que el Leza pueda ser capaz de llenar un embalse, que se le conceda esa responsabilidad, pero cauces más callados, incluso mudos, he conocido donde se planeaba construir una presa. Estoy a 4 kilómetros aguas arriba de lo que algún día habrá de ser la cola del embalse de la Presa de Terroba. Mientras espera ese momento el Leza se tambalea como un borracho ante mis ojos, el cauce mojado se arrima hacia la orilla izquierda para trazar una amplia curva después que le devuelve al centro y luego le lleve hacia la ribera contraria. Para olvidar camino en la niebla y agradezco y agradezco que ante mis ojos haya menos cosas a recordar.
234.3.- Río Leza a la altura de San Román de Cameros (La Rioja).
Algo de luz se filtra por el filo de las montañas. Un trecho del río ha sido en parte canalizado. La escollera protege el terreno agrícola de la zona de vega. Aunque no hay plantado. En muchos casos cuando llegas al lugar donde se ejecutará una obra de grandes dimensiones encuentras cierto abandono en el territorio y no sabes si se eligió el sitio por ello, para reducir los costos de las indemnizaciones, o fue el saberse la elección del lugar lo que ralentizó o paralizó la actividad. Ahora añoro esa sensación de ensoñación que provoca la niebla, de extravío de la realidad, de derrota aceptada, como una venda en los ojos, como un amanecer que no cuaja, como el reflujo del tiempo tras impactar con el futuro. Ojalá me pudiera borrar de la realidad en estos momentos, olvidarme de su cara y con los ojos cerrados, con los ojos vendados por la niebla, volver a escuchar un te quiero de sus labios.
"I Want You" - Kings of Leon
Lentos los labios para besarte pronto. Las manos lentas para recordarte primero. Lento es el amor que antes llega a lo más hondo. Lento.
234.4.- Río Leza a la altura del emplazamiento de la Presa de Terroba (La Rioja).
Vendieron la presa como ecológica. Para impermeabilizar su núcleo, para que no hubiera filtraciones en el azud se dijo blanco sobre negro que no iba a ser necesario asfaltar. Esta y otras ventajas ambientales proponía el escrito que yo mismo redacte. Vale, lo del asfaltado estaba en el proyecto original y lo que iba de mi cosecha eran lugares comunes, pero es que ahora me entero, investigando en internet, que la obra se tardó en construir varios años y que una riada la dañó, y que ahora es necesario asfaltar para tapar las grietas surgidas tras la crecida del río. Y, por supuesto, se "vende" como una gran mejora adicional, cuando va en contra del espíritu original del proyecto y es la manifestación de una derrota. El proyecto reformado contempla la ejecución de una presa de materiales sueltos, con pantalla asfáltica. Su ubicación es dos kilómetros aguas arriba de Terroba y dos kilómetros aguas abajo de Soto de Cameros, en una zona de desfiladero que la niebla me hurtó por completo. Traté de hacer fotos desde las laderas, pero lo que mostraba la cámara era una nada sin concretar, llena de árboles con el trazo de su dibujo tratado con el difumino, sin la referencia de la pared contraria de la garganta del río. Eso puede ocurrir, que conduzcas 300 kilómetros hasta un lugar del mapa y cuando llegues haya desaparecido momentáneamente.
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