jueves, 1 de marzo de 2012

251.- Cañada Real de la Cabañera a su paso por Velillas (Huesca)



251.1.- Cañada Real de la Cabañera a su paso por Velillas (Huesca)

La mayoría de las vías pecuarias son en la actualidad, aquellas que no han sido delimitadas y amojonadas legalmente, tan solo un rastro de lo que fueron. Carreteras y caminos agrícolas han ocupado su trazado, dando una idea de por donde discurrían, pero no necesariamente del ancho que tuvieron. Muchas no tienen uso ganadero en la actualidad, y si gozan de protección legal, además de por el legado cultural que suponen, es porque se trata de suelo público al que el estado no está dispuesto a renunciar. Menos en un país donde la propiedad privada acapara la mayor parte de la superficie del territorio, más que en otros países. A pesar de tratarse de una cañada real, la de la imagen ha quedado reducida a mero camino agrícola, tal como delatan las huellas del paso de tractores. Son los campos de cereal los que dominan la zona, acaparando las pocas superficies planas donde es posible la mecanización del cultivo, siempre en secano. La encina es la dueña y señora del paisaje, que comparte a regañadientes con los trigales, haciéndose fuerte en las colinas. Los cielos de Huesca son siempre amplios, por alguna razón. Pequeñas nubes aumenta esa sensación de que el azul se expande indefinidamente en todas direcciones. Velillas no queda lejos. Es el inicio del tercer tramo Velillas-Ponzano, de la autovía A-22 Huesca-Lérida, que habría de discurrir, ya lo hace en realidad, en paralelo a la N-240.



251.2.- Cañada Real de la Cabañera a su paso por Velillas (Huesca)

No entiendo del todo porqué las sombras de las encinas son tan alargadas. Son las once de la mañana de un 10 de octubre y el sol debería estar más alto. O quizá no. Llegué a entender a los cineastas cuando hablan de lo estrecha que es la franja horaria en que la luz es propicia para rodar. En aquellos tiempos, hace 7 años, salía de Madrid antes de las siete de la mañana y me "plantaba" en el lugar del trabajo a eso del mediodía. Imagino que cogí aquel día la A-2 y en Zaragoza la carretera a Huesca, la A-23, para allí conectar con la N-240 que une la capital oscense con la ciudad de Lérida. Un largo trecho que a la vuelta, porque la razón de ser de tantos kilómetros seguidos era hacer el trabajo en un solo día, me tenía siempre dando cabezadas al volante. Si sobreviví a aquella época es por que Dios a veces tiene misericordia con los torpes. Pero, como decía, el sol tarda mucho en elevarse los suficiente como para borrar las sombras de las figuras, en algunas épocas del año no lo llega a hacer del todo, y comienza a declinar a media tarde, ubicando las sombras al otro lado de donde estuvieron por la mañana. Se trata de un camino que se cubre de barro de tanto en tanto. Por eso los tractores más que dejar huellas las esculpen en tres dimensiones. Si la maquinaria es muy pesada la profundidad de los los y la altura de las crestas de barro al secarse hacen impracticable el sendero para los coches.

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