sábado, 17 de marzo de 2012

255.- Carrascales y encinares al sur de Angués (Huesca)



255.1.- Carrascales y encinares al sur de Angués (Huesca).

Aunque probablemente captada en el vecino término municipal de Blecua y Torres,  la imagen muestra las llanuras ligeramente onduladas situadas al suroeste de Angués, una pequeña localidad situada en la ruta de la N-240. Enfrente, por la zona de vaguada que se adivina ante nosotros, discurre el Barranco de la Fuente Umper, otro cauce seco en espera de las lluvias de otoño. La especie dominante en las formaciones de vegetación es la encina (Quercus rotundifolia), acompañada de la carrasca (Quescus coccifera), de coloración más clara y mucha menos envergadura. Todas la masa situada en primer término es carrascal, quedando las encinas más abajo en la hondonada. El matorral está compuesto por las especies habituales en cualquier zona de España, tomillos (Thymus sp.) sobre todo. Es un paisaje en el que el verde de las encinas dibuja garabatos sobre ocre claro de los campos de pan y las tierras sin labrar, que no cansa por que varía según la dirección de la mirada, aunque mantenga un patrón.



255.2.- Localidad de Angués (Huesca).

Más allá del carrascal, flotando sobre una colina, aparece ante mí la localidad de Angués. Apenas soy capaz en este viaje de encontrar los objetivos que tengo marcados. Es difícil interpretar los mapas. Los hitos que busco están alejados de las carreteras y los caminos transitables y acceder a ellos me lleva demasiado tiempo. Son varios los yacimientos arqueológicos y cruces de arroyos que he debido descartar sobre la marcha. Pero esta imagen compensa con creces las pequeñas derrotas. Incluso la dirección y el ángulo de incidencia de la luz me son favorables y la imagen capta los tonos suaves de la mañana. En la distancia solo puedo interpretar la existencia de un silo de grano a la derecha, cerca de donde la vegetación esconde en parte el pueblo, y la Iglesia Parroquial de la Purificación de Nuestra Señora en mitad del grupo de edificios y construcciones urbanas. Destaca la alta torre levantada sobre otra de época románica, en torno al siglo XII,  y rematada en el siglo XIV. Quizá debería haberme acercado. Esas dudas llegan ahora, mientras escribo, no entonces, cuando solo me interesaba fotografiar la masa vegetal. Otra historia que se queda sin narrar. Ni siquiera el encuadre es el adecuado. Angués se me escurre hacia la derecha de la fotografía, como si se estuviera deslizando inadvertidamente por la suave pendiente de los campos. Han pasado siete años. Tiempo suficiente para que de ocupar el eje de la imagen haya pasado a situarse casi en una esquina.

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