miércoles, 9 de mayo de 2012

274.- Plaza de los Sagrados Corazones (Madrid)



274.1.- Plaza de los Sagrados Corazones (Madrid).

He vivido toda la vida, salvo los primeros meses de mi vida, cerca del Santiago Bernabeu. Cuando se construyó en 1950 se situaba en el límite de la ciudad, en la frontera imaginaria entre la zona urbana y la rural. Una fotografía en blanco y negro de entonces que vi una vez mostraba un rebaño de ovejas en la actual Plaza de Lima. Cuando yo era niño el estadio ya estaba incorporado al ámbito de Madrid, pero la prolongación de la Castellana discurría entre zonas de descampados. Uno de ellos era lo que actualmente es AZCA, inmenso socavón en perpetuo estado de obras. Más allá de la Plaza de Castilla comenzaba la ruta hacia la sierra. Ni siquiera existían el nudo supernorte y la M-30, solo algunos tramos aislados.

Pero mi relación con el Santiago Bernabeu es incluso más estrecha. Hice mi primera comunión en la Iglesia que hay junto a él, en la Parroquia de los Sagrados Corazones, construida en 1965 por el arquitecto Rodolfo García Pablos. Eran los tiempos en que hacían furor las construcciones diseñadas con superficies regladas, en que lo abstracto se integraba en pintura y escultura, también en edificios religiosos. La iglesia tiene planta hexagonal. Vista desde el cielo, en la foto satélite, parece uno de esas cajitas para poner los quesitos que se van logrando en el juego del Trivial Pursuit, aunque sin colorines, ya que es gris plata. Otros dos hexágonos más pequeños se sitúan junto a la nave principal. La Plaza a la que da la fachada principal, en realidad una glorieta donde se cruzan y convergen 3 calles, recibe el nombre de la Iglesia. No hay fuente central, solo dos isletas, con vegetación sin lustre por la contaminación causada por el denso tráfico que se deposita sobre las hojas de las plantas.



274.2.- Grada Este del Santiago Bernabeu (Madrid).

Santiago Bernabeu concibió el estadio que luego llevaría su nombre para el máximo aforo posible, con gente viendo el fútbol de pie y muy pocas localidades de asiento. Una de las mentiras tópicas acerca del Real Madrid, como todas fácil de desmontar pero con enorme éxito, ha sido la de afirmar que era el equipo de los ricos, de los pudientes. Ojalá una inmensa mayoría de la población lo fuera, esa sería la única forma en que la afirmación podría ser verdad. No puede serlo porque el real Madrid es el club de fútbol, incluso club deportivo en general, que mayor número de simpatizantes tiene en el mundo. Pero es que, además, Santiago Bernabeu logró crear una masa social atrayéndola al estadio con localidades baratas. A los fondos cuando aun eran para ver el fútbol de pie fui algunas veces con mi amigo Guillermo, un barcelonés que vino a vivir a Madrid cuando ambos cursábamos segundo de EGB. Cuando mi padre me llevaba al fútbol era a las tribunas preferentes, al lugar de los privilegiados, pero aquellos asientos de cementos eran tremendamente incómodos, imposibles de sobrevivir los 110 minutos de un encuentro sin una almohadilla, pensadas para ser solo un poco menos duras que el hormigón.

En la que dentro de poco será la antepenúltima remodelación del estadio, el estudio de arquitectos Lamela insertó una grada de asientos que sobrevuela la esquina del Bernabeu. Esta grada rompe la simetría circular del estadio. Únicamente esta grada difiere del resto del perímetro. Se construyó cuando la conversión de las localidades de a pie en localidades de asiento, a la que obligó la Ley en su momento para aumentar la seguridad en los eventos deportivos, mermó tanto el aforo del Santiago Bernabeu que apenas si podía satisfacer siquiera la demanda de localidades de los socios. La grada de Lamela se asoma a la Plaza de los Sagrados Corazones y sitúa en la fachada que da a la calle Padre Damián, junto a la iglesia, cuyo elemento más característico es la cruz elevada, con una escalera para acceder a ella que se asemeja a las torres de los parques de bomberos. No es un rincón hermoso, aunque si vibrante, emocionante. Porque los días de fútbol son más hermosos, más intensos que el resto. El Fútbol es un sentimiento que no se apaga nunca, terco, reiterativo. A una Liga ganada se sucede otra por ganar, por disputar con las mismas ansias que la anterior. A cada partido grande le sucede a los pocos días otro de igual o mayor trascendencia. El fútbol es un fuego que no se apaga nunca, que arde perpetuamente, como las piras funerarias en homenaje a los héroes anónimos. A una generación de futbolistas le sucede otra, y solo los más viejos recuerdan a los que llevaron la camiseta del equipo décadas atrás. El presente es cada vez más chouvinista y más reacio a mirar al pasado. Pero la historia del fútbol, del Real Madrid, está compuesta por infinitos momentos, muchos de ellos olvidados por la mayoría, pero que pesan de la misma forma que los más actuales sobre lo que fuimos y lo que somos como sentimiento colectivo.



274.3.- Cuesta de Concha Espina desde el cruce con la Calle Serrano (Madrid).

Los días de partido grande la cuesta de Concha Espina, el tramo de esta calle que discurre entre la Calle Serrano y la Castellana se corta al tráfico. La pequeña cuesta que va desde Serrano a la Plaza de los Sagrados corazones se utiliza como parking de autocares de aficionados venidos de fuera de la ciudad. Los autobuses se estacionan en dos hileras en el centro de la calzada y, a veces, en las bandas de los extremos más cercanas a las aceras se permite que circulen los coches, aunque no es aconsejable usar esta ruta porque todo el entorno del estadio se peatonaliza. No son pocas las veces que he llegado a Madrid, he tomado la M-30 y al salir a la calle Ramón y Cajal, la continuación de Cocha Espina, he caído en la cuenta que era día de fútbol y tenía cortado el acceso a mi casa.

El barrio que queda al sur de Concha Espina, a la izquierda en la imagen, es El Viso, zona de chalet de gente con gran poder adquisitivo. En el área delimitada por Serrano, Concha espina y Paseo de la Habana proliferan las casas 5 estrellas en las que al pasear de noche se oyen los ladridos de los doberman y abundan las cámaras de vigilancia en los muros. En uno de los chalets de esta zona tuve mi primer colegio. Mater Gratie, colegio monolingue, siendo el idioma de uso el Inglés. Allí me codee siendo tierno infante, con los hijos de lo más granado de la sociedad madrileña. Hijos e ministros de Franco. Toda una generación de la familia Luca de Tena. No recuerdo donde estaba el centro docente, pero si que ocupada una amplia manzana en una calle con nombre de Río Gallego. Miño o Sil seguramente. Llevo décadas posponiendo una excursión para atisbar en mis raíces. En un lugar indeterminado de esta zona situé la acción de mi primer relato. Es un barrio fascinante, uno de esos que solo recorren quienes viven en ellos. Sin comercios, lugares de trabajo o edificios públicos, quizá alguna embajada, solo los inquilinos de sus fastuosas viviendas recorren sus calles y transitan por sus calzadas. Son barrios cerrados que viven dentro de la ciudad. Curiosamente mi otro colegio, en el que cursé el resto de mi vida de estudiante antes de la universidad, también se situaba en otro barrio de este tipo, el de la Fuente del Berro. Hay acacias viejas y olmos decrépitos en los alcorques de las aceras, por eso las copas de los árboles casi se transparentan y permiten ver la silueta del estadio al fondo de la pendiente, a la derecha.



274.4.- Calle Serrano en el cruce con Concha Espina (Madrid).

La calle Serrano se inicia en Príncipe de Vergara, muy cerca de donde está tomada la imagen, como una bifurcación de esta calle, separándose de ella en ángulo de 45 grados hasta alcanzar la distancia de 3 o 4 manzanas, luego con menor divergencia, discurriendo posteriormente, a partir de la Plaza de la República de Argentina, completamente en paralelo. Esta plaza, a la que conduce el tramo de la calle Serrano de la imagen, es conocida por su fuente con figuras de delfines en el centro. Es el lugar donde el Estudiantes, el equipo de baloncesto, celebra sus triunfos. Precisamente hace un par de días bajó a segunda división. No seré yo quien lloré por ellos. Este tramo, ligeramente en pendiente y con semáforos bastante dóciles, tiene una conducción vertiginosa, llegándose a plaza en cuarta e incluso en quinta a poco que uno se descuide.

Siempre me ha llamado la atención la gran cantidad de guarderías y colegios para niños pequeños que existen en esta zona, entre los que mi primer colegio fue uno más. Y es un dato curioso porque se, y no diré por qué, que son relativamente frecuentes los prostíbulos en la zona. La intimidad que dan los hotelitos y la tranquilidad de la zona la hacen propicia para esta actividad me imagino. Así, doy fe de haber visto, y no diré donde, un chalet de prostitutas junto a un colegio de jardín de infancia y primeros cursos. Sin que nadie lo notara, porque este negocio solo se publicita en las carreteras. Me divierte la idea de que algún padre de los escolares pueda ser cliente ocasional también de alguna de las chicas. Cosas más raras se han visto. Me contaron una vez sobre aquella mujer que trabaja en uno de estos sitios. En la versión que me relataron era la mujer de la limpieza, aunque el que fuera prostituta no varía en nada la moraleja. El caso es que un día al atender el timbre de la puerta vio a través de la mirilla a su propio padre, y nunca más volvió a confiar en la palabra de un hombre.

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