282.1.- Río Deba a su paso por Eskoriatza (Álava).
El dormir es como un puente
que va del hoy al mañana.
Por debajo, como un sueño,
pasa el agua, pasa el alma.
(Juan Ramón Jiménez)
El pequeño puente de piedra sobre el Río Deva no parece que conduzca a ninguna parte. Tal vez sea cuestión de la perspectiva, pero el coche que empieza a cruzarlo se diría que no tendrá camino por el que discurrir en la otra orilla, siquiera espacio para estacionar. Imagino que todo es una ilusión óptica. La calle tiene que seguir por alguna parte en la margen izquierda. La opción más probable es que progrese perpendicular a la corriente, escondiéndose tras el edificio en primer término. Si hubiera de prevalecer la lógica esa sería la respuesta. También puede tratarse de un puente peatonal, en cuyo caso se simplificarían los enigmas. O te dejas guiar por la lógica, aunque contradiga los sentidos, o reformulas las condiciones de partida para sortear supuestos incómodos. Renunciar es una solución poco popular. Te dicen hasta la saciedad, incluso en las frases escritas en las hojas de los almanaques, que hay que luchar por lo que se anhela con fuerza, por los deseos que llenan el espíritu, hasta el último aliento, hasta hacerlo posible, tercos como las mulas. Pero a veces el deseo contraviene la lógica y plantea situaciones paradójicas, como en el dibujo de Escher, en el que el progreso de las figuras humanas las obliga a caminar en círculos y a que el agua fluya hacia arriba de la pendiente. No todos los deseos están permitidos. No hay un camino oculto a los ojos en el futuro por el que podamos transitar juntos. Puedo soñarte durante las noches y dejar que mi alma fluya bajo el puente desde el ocaso al alba, y luego atenerme a la lógica en las horas de vigilia. O puedo caminar sobre el tablero arqueado del puente y ver pasar por debajo el agua del deshielo.
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