martes, 25 de septiembre de 2012

317.- Ermita de Nuestra Señora de la Virgen del Peral (Mazarete - Guadalajara).



317.1.- Ermita de Nuestra Señora de la Virgen del Peral (Mazarete - Guadalajara).

Prácticamente nada más iniciado el recorrido realizo mi segundo hallazgo. Una ermita en lo alto de una loma con sus laderas roturadas. Desde donde estoy me recuerda vagamente a una pagoda thai, con su doble techo, aunque solo se trata de la perspectiva. Se trata de un pequeño edificio con dos naves de altura desigual. La construcción parece reciente. Está junto a la carretera y puede considerarse un elemento a proteger durante las obras. Las yemas en los ramillos del árbol se están abriendo. Es una primavera temprana en exceso. Momento: 9 de febrero de 2006.



317.2.- Ermita de Nuestra Señora de la Virgen del Peral (Mazarete - Guadalajara).

Una ermita es un lugar de devoción, creo que el más sincero de todos. Prima siempre la idea sobre la ostentación, aunque el derroche de medios nunca está descartado si es posible. Pero es un lugar que se elige, a veces por su significado real o simbólico, para expresar lo más íntimo y reservado. Y suele ser el producto del esfuerzo de unos pocos. A la iglesia se acuda, como lo hicieran tus antepasados, con el resto de la comunidad. La ermita la edificamos nosotros mismos para iniciar un camino de devoción. Algunas ermitas que he visto costaba unos instante caer en la cuenta de que lo eran. Esta no muestra símbolos religiosos. Hay una placa que indica su identidad pero, a parte de eso, es solo una pequeña construcción en mitad del páramo.



317.3.- Ermita de Nuestra Señora de la Virgen del Peral (Mazarete - Guadalajara).

Tu silencio me desconcierta, porque solo por tu palabra se que estás presente, porque este puede ser el definitivo, el que se prolongue para siempre, porque he aprendido a escucharme en tu risa y en tu llanto y ahora es como si estuviese mudo, falto de palabra, desprovisto del rezo. Tu silencio me desconcierta y me tiene indefenso, porque no tengo poder para invocarte. Vendrás si quieres y no habrá necesariamente razones que me lo expliquen. La esperanza del que espera es un árbol que da frutos solo cuando la helada no es fuerte, cuando la soledad no quema con su hielo la flor abierta demasiado pronto a la primavera. Los días se suceden y el silencio no rompe. Y puede que caiga en el desespero. Te echo de menos, y es tan poco lo que puedo hacer para remediarlo.

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