sábado, 28 de mayo de 2011

105.- Capilla de San Bartalomé de Vilalvite (Lugo)



105.1.- Capilla de San Bartalomé de Vilalvite (Lugo).

Al contrario de lo que afirma esa creencia tan generalizada, la religión no es algo grande, tan enorme que nos supera. Al contrario, es diminuta y nos rodea por todas partes, que es empujada por el viento y está en el aire que respiramos. Y por eso es capaz de empaparlo todo. No hay filtro con cedazo de agujero lo suficientemente pequeño para evitar que se filtre en todos los sustratos, en el subsuelo que pisamos, que percole en la mente de la gente, gota a gota si es necesario. Viajando por España no impresionan tanto las grandes catedrales, que también, aunque más bien por otros motivos, más lúdicos, como las modestas muestras de fervor diseminadas por todas partes. Incontables, en tal cantidad que abruma. Recorres un sendero cualquiera en un paraje que parece olvidado y, si estás atento, siempre encontrarás una ermita en un recodo o en la cima de una colina, un santuario en un lugar considerado como mágico o histórico, un punto en la ruta para que el viajero muestre su devoción, una imagen de la virgen apoyada sobre las rocas y adornada con flores, que inevitablemente algún aldeano ha de reponer periódicamente, una cruz solitaria en un lugar visible desde la distancia, con o sin inscripción. En los pueblos sigue habiendo el mismo sentimiento que antaño. Seguramente porque ya casi todos los que los habitan sus viejos más entregados a sus recuerdos que su exiguo futuro. Y cuando hay sentimiento real no importan los adornos. Una ermita es un lugar pensado para la devoción real no para la magnificencia. Vale una simple estructura que resguarde de la lluvia una imagen en la que poder focalizar el fervor.

La Capilla de San Bartolomé es una simple edificación de muros de piedra encalados y techumbre con tejas de piedra también. Parece difícil pensar en algo más modesto. Pues he de decir que he conocido docenas de ermitas aun más modestas. Se encuentra junto a una carretera local de trazado sinuoso, que probablemente antes fue camino de tierra, y antes que eso sendero o trocha entre los prados. Por que los caminos siempre se trazan por los mismos lugares. Por eso los viajeros de todos los tiempos partieron y arribaron a los mismos lugares, llegaron a las mismas conclusiones en la discusión de todos los misterios que nos atormentan. Ahora que la religión parece haber muerto en la ciudad y solo encuentra refugio en los campos o en el monte, otras supercherías la reemplazan, que también inventa sus paraísos y sus infiernos, como la Ecología y la Política. La Naturaleza y la Democracia son nuestros nuevos amos, quienes nos juzgan, con sus ejércitos de acólitos y obispos que nos excomulgan por nuestro comportamiento blasfemo a las creencias. Me gustaban más las religiones antiguas, ahora fosilizadas en la distancia. Me siento más afin, tal vez por mi educación. Porque tengo que reconocer que siempre que veo una iglesia o una ermita, un lugar para la devoción católica me siento en casa, en mi territorio, entre mi gente. La Iglesia percoló hasta mi corazón descreído hace tiempo y ahora empapa todo lo que soy. Ateo pero devoto católico. Tampoco trato de que se entienda.



105.2.- Prado de siega en el entorno de Vilalvite (Lugo).

Algo igualmente pequeño en Galicia es la agricultura, donde abundan los pequeños campos de cultivo, a menudo en el entorno de las propias viviendas, porque estás se integran en los mosaicos de campos de labor, sin separaciones entre las zonas de cultivo y las áreas residenciales, como ocurre en otras tierras, por ejemplo, en Levante. El terreno ovalado de la imagen es el prado de siega que se adivina en la anterior imagen a espaldas de la Ermita de San Bartolomé, a su izquierda. Y si incluyo la fotografía es porque me gusta el dibujo geométrico de la hierba recién segada con el tractor. El mundo es bonito por sus detalles. A veces la belleza es casual y no tiene más propósito que hacernos felices por unos instantes.

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