viernes, 3 de junio de 2011

107.- Dársena deportiva del Puerto de Melilla.



107.1.- Dársena deportiva del Puerto de Melilla desde la Playa de San Lorenzo.

Cuando era niño detestaba los puertos, ahora tampoco sabría explicar por qué razón. Los veía como lugares sucios, desordenados, anárquicos, descoordinados. A medida que voy conociendo más mejora mi opinión sobre ellos. A algunos hasta me siento anímicamente ligado, como los de El Musel en Gijón o el de Laredo. Una imagen de una dársena siempre es espectacular, sobre todo si evita el mar abierto, que resta narrativa a lo que puede verse. Al fondo de la que nos ocupa queda la ciudadela antigua de Melilla, algo así como un barrio amurallado que domina la parte de la ciudad más cercana al mar. A sus pies discurre una Avenida adornada con palmeras, donde se conserva la última estatua de Francisco Franco. Asunto curioso. Por la bocana de la dársena más interior sale la avanzadilla de lo que parece la flota de una regata recién iniciada, barcos para un solo tripulante.



107.2.- Muelle pesquero del Puerto de Melilla.

Como todo puerto que se precie, el de Melilla cuenta también con su muelle pesquero. Es más bien exiguo, con pocos barcos y de pequeño tamaño. Imagino que las aguas que pueden surcarse serán poco amplias, con África tan cerca. La lámina de agua de los puertos, con su patina oleosa, siempre ofrece reflejos que parecen bailar ante los ojos. El aceite refleja de forma nítida, pero agitada por el oleaje muestra imágenes que tiemblan. La piedra de los edificios se vuelve fluida sobre la superficie del mar. No estoy en mi territorio, soy de secano, no se siquiera cual es el cometido de esas barquitas tan pequeñas, de aspecto tan frágil si las enfrento a las tempestades marinas que tan frecuentes parecen por lo que se puede ver el la televisión o el cine. ¿Pesca deportiva? Tan ajeno a mi mundo la costa que no concibo que puede haber de divertido en encerrarse durante horas en un espacio tan reducido. Estoy seguro que me marearía nada más soltar amarras si tuviera que navegar sobre ese puñado de tablas de madera.

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