sábado, 25 de junio de 2011
135.- Vista de Santoña desde la Playa de La Salvé (Cantrabria)
135.1.- Playa de La Salvé, en Laredo (Cantrabria).
Laredo y Santonia se sitúan a uno y otro lado de la desembocadura de la ría. Al norte, al fondo de la imagen, Santoña, con la Playa de San Martín. Al sur, en primer término, Laredo, con la playa de La Salvé, una de las más hermosas de España, que gracias a las mareas y al espigón de su antiguo puerto, ganó profundidad al captar arena del mar. Es importante reparar en esta imagen, luego sabremos por qué, en la construcción circular. que es el Fuerte de San Miguel, y el grupo de árboles, mayores que los de su entorno, que a pesar de la distancia puede apreciarse que se trata de pinos piñoneros (Pinus pinea). Diría que estas playas son más para pasearlas que para bañarse en el mar. Ahora mismo me encantaría estar allí recorriendo cualquiera de los mil rincones que ofrecen las marismas. Incluso solo. Me he acostumbrado a estarlo. Aunque si alguien leo esto de alguna forma sería como volver allí en su compañía. Estoy pensando en alguien con quien me gustaría especialmente hacerlo.
135.2.- Vista de la Peña Ganzo desde la Playa de la Salvé (Cantabria).
El Fuerte de San Martín data del siglo XVII, aunque lo que se conserva de él, y que puede visitarse en la actualidad, es un edificio del siglo XIX, después de varias reconstrucciones. Está situado al final del Paseo de Carrero Blanco. Tiene planta con forma de herradura y dos pisos comunicados por una escalera de caracol. A sus espalda queda una enorme montaña, y que aquella misma tarde fuí a visitar en busca de panorámicas desde lugares elevados, aunque los caminos que recorrí con el coche apenas me ofrecieron esa oportunidad. Hacía fresco a pesar de ser agosto, lo recuerdo porque un amago de melancolía me hizo desistir de mi excursión al finalizar el trabajo y tomar el largo camino a casa.
135.3.- Desembocadura de la Ría y la Marisma de Santoña (Cantabria).
Un bloque de edificios tapa lo que parece ser el hueco de una antigua cantera. Si se trata una visual hasta él obtenemos la línea imaginaria que delimita el Parque Natural de las Marismas de Santonia y Noja. En primer término, en la Playa de la Salvé, hay regueros en el filo de la playa. Un mar sin oleaje que no cede agua a la arena sino que la sustrae. Es un mar somero, propicio para la vida. Un poco más allá de lo que capta la imagen, a la derecha, está el mar Cantábrico.
135.4.- Desembocadura de la Ría y la Marisma de Santoña (Cantabria).
En el extremo de la montaña, y al pie de la misma, el la entrada a la ría, se sitúa un segundo fuerte. Se trata del Fuerte de San Carlos, construido en el año 1668, y reconstruido como el de San Miguel en el siglo XIX. Si vuelvo, si me acompañas, investigaremos si puede accederse a él para contemplar el mar, Laredo desde el frente, la entrada el océano en la ría, el mundo entero a nuestro alrededor. Cuando vuelves a casa y miras la fotos te arrepientes de no haber invertido algunos minutos más en investigar lo que las imágenes te muestran. Pero de la soledad nunca te arrepientes. Es el estado natural del viajero. Si vas acompañado el viaje se desvirtúa y es en la mirada del otro donde se posan las imágenes que traemos como botín en el regreso.
135.1/4.- Vista de Santoña desde la Playa de La Salvé (Cantrabria).
En el montaje queda clara la potencia visual de la montaña que cierra la marisma. Es toda esta zona es un paisaje lleno de recovecos, que no se repite, con llanos y montañas, bosques y marismas, mar y aire. Me une a Asturias un lazo sentimental por las veces que la he visitado. Tiendo a amar lo que conozco, lo que aprendido a mirar. Pero Cantabria es mucha mujer, un festín para la vista. Una tentación. Cada vez sitúo en mayor medida mi ideal en el norte. Necesito una cura meridional.
135.5.- Vista de Santoña desde la Playa de La Salvé (Cantrabria).
Ofrezco un segundo fotomontaje de la misma panorámica. Las fotos se captaron algo más atrás, apenas unos pasos. La secuencia es esta vez de 5 imágenes. Uno de los barcos veleros aparece por duplicado, y un desorden en el centro, en el mar, procura la sensación de que un segundo acaba de naufragar. Supongo que la perfección es imposible. Aunque estos dos errores tan evidentes casi le dan un toque simpático al montaje.
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