viernes, 5 de agosto de 2011

173.- Práctica de la ganadería extensiva en el entorno de Cáceres (Cáceres)



173.1.- Prados del entorno de Cáceres (Cáceres).

Los rebaños de ovejas no solo son habituales en el entorno de la ciudad de Cáceres sino que son la razón de ser en esos extensos prados. Fue aquí donde surgió la raza ovina que durante varios siglos fue la mejor del mundo, la que financió el imperio español hasta que llegaron las primeras remesas de oro y plata procedentes de América. Las del fondo son nubes que traen lluvia en la panza. Mientras realizo esta foto me encuentro en algún lugar entre la autovía A-58 y el Embalse de Guadiloba, al sureste de Cáceres. Todas las ovejas orientan su cuerpo hacia la izquierda, lo que nos indica su dirección de avance, es un ejército alimentándose en marcha, desperdigado, abarcando la máxima anchura de terreno posible. Cuando llegué el momento de trasladarse a otro prado o volver a los rediles para pasar la noche se agruparán y formarán un pelotón compacto.



173.2.- Regato sin nombre en la pradera entorno a Cáceres (Cáceres).

La pradera está surcada de pequeños regatos que son como resquebrajaduras en un tepe de césped. La hierba de la orilla derecha está moteada por diminutas flores blancas, los ya mencionados ranúnculos acuáticos (Ranunculus aquatilis), mientras que la de la orilla izquierda está salpicada de ranúnculos de flores amarillas (Ranunculus repens). Dos ejércitos separados por el curso del arroyo, con una pequeña avanzadilla blanca. Las dos encinas de la esquina superior derecha muestran el mismo gesto en el tronco, como si las hubiera captado en mitad de una danza. El arroyo tuerce en dirección contraria como si de alguna manera estuviera implicado en la ejecución de ese ballet. A veces uno se pregunta por que la naturaleza se esfuerza tanto por ofrecer al fotógrafo una escenografía tan lograda.



173.3.- Rebaño de ovejas en la pradera en torno a Cáceres (Cáceres).

Dos perros pastores preceden al rebaño. Uno es enorme y el otro diminuto. Áquel se mueve de forma parsimoniosa. Su compañero es nervioso y para de correr. Me ve, y mientras el chico duda el grande sopesa que peligro represento. Es desdén hacia mi me indica que he sido aceptado. Su compañero reanudo su juego de azuzar a las ovejas para que mantengan juntas. Avanzamos en direcciones contrarias. He conseguido una imagen del grupo en la que sale el rebaño en su totalidad, pero queda excesivamente lejos. Quiero otra en que el rebaño sea el protagonista. Es difícil manejar el encuadre, tratar de mantener las ovejas de los extremos dentro de él.



173.4.- Rebaño de ovejas en la pradera en torno a Cáceres (Cáceres).

Al final tomo la imagen en el instante justo en que el rebaño abarca la totalidad del encuadre, de un extremo a otro a lo ancho. Los perros han desaparecido, me han dejado obrar a mi gusto. Parece fácil, pero fotografiar un rebaño de ovejas es verdaderamente difícil. Pero he tenido suerte. Aquellas llanuras están surcadas de vías pecuarias y la imagen vale su peso en oro para mi reportaje.

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