lunes, 11 de junio de 2012

287.- Cañada Real de Lleida a su paso por Binaced (Huesca)



287.1.- Cañada Real de Lleida a su paso por Binaced (Huesca).

Volví a ver a la persona con la que me había topado en el cruce del Canal del Zaidín. Volvimos a discutir. Me comentó que en su ánimo no estaba entorpecer mi trabajo, pero me pidió que comprendiera que a cualquiera le molestaría que fotografiasen su casa. Pero yo ya no estaba para admitir y conceder siquiera lo obvio. Le repliqué que si veía a alguien haciendo fotos del portal de mi casa y de toda la calle nunca montaría la escandalera que él estaba organizando. "En Madrid es normal que nada alarme o llame la atención", argumentó. "Pero aquí rara vez suele venir nadie". Había perdido toda la paciencia, la poca que traía en aquel viaje. le dije que me extrañaba que no hubiesen venido otras personas a visitar la zona de obras. Le dije asimismo que no tenía ninguna intención oculta más que la de hacer mi trabajo y rematé, viniéndome arriba, envalentonándome con aquel señor, que en ese momento discurría por una vía pecuaria que era de dominio público y, por tanto, nadie me podía cortar el paso. Siguió a mis palabras una discusión bizantina sobre terrenos públicos y privados que calentó aun más los ánimos. Podía haberlo solventado todo con un poco de mano izquierda, pero no siempre soy razonable. Sigo haciendo tonterías a mis años, como bien saben aquellos a quienes quiero, que no siempre me perdonan mis arrebatos infantiles.

Algo extraño se ha colado en la foto. Justo tras las balas de paja que hay junto a la margen derecha de la cañada, se alza una construcción que parece transparentarse en el aire, como si fuera un espejismo producto del calor. Pero es real y se ubica más allá de la línea del horizonte. Y al destacar tanto sobre dicha línea se adivina que se trata de una construcción muy alta. Quizás un silo de grano o los depósitos de cemento de una fábrica de hormigones. El efecto óptico le da un aire fantasmal. Y solo su presencia en otras imágenes me confirma que no es una anomalía de la fotografía o un espectro capturado in fraganti por la cámara.



287.2.- Caballeriza a medio construir cerca de Casasnovas (Binaced - Huesca).

A la vuelta a Casasnoves encontré una edificación, más bien su esqueleto, lo que parecía ser una caballeriza a medio construir. Habría de ser demolida, como las naves de ladrillo dentro del pinar y otras estructuras, pero fuera del periodo de cría del cernícalo vulgar (Falco tinnunculus) para evitar la afección a las nidadas de esta rapaz. Mientras buscaba un encuadre para la imagen mi amigo durante aquella mañana volvió a materializarse como por ensalmo. Esta vez la sorpresa, el hecho de ser pillado in fraganti fotografiando un edificio, aunque estuviera abandonado, me impidió hacerle frente con el mismo innecesario coraje que las dos veces anteriores. Siempre me pasa igual, acabo cediendo en las discusiones, sintiéndome en el bando incorrecto. En este caso con razón. Escuché sus quejas en silencio, y cuando se cansó de protestar mi excesiva curiosidad, se marchó dando por imposible una solución conmigo. El edificio era elegante. Un exceso en aquellas tierras tan solitarias. Una bandada de cuervos alzó el vuelo al tiempo cuando me acerqué a menos de 20 metros. Todo aquello quedaría debajo del agua, aquel alarde fallido de lujo. El árbol a la izquierda de la caballeriza se mostraba desnudo de hojas para combinar con el edificio sin paramentos. Un mundo sin piel, que iba a desaparecer antes siquiera de estar formado.



287.3.- Cañada Real de Lleida a su paso por Binaced (Huesca).

Tormenta en tiempo de verano. Hay nubes oscuras en el cielo que parecen traer la panza llena de lluvia. Pero se que lo más probable es que engendren tormentas secas, estériles de agua, cargadas de estática, amenazadoras, porque la lluvia no parece cuadrar con aquella llanura interminable. Los fresnos de ramas puntisecas, como manos de dedos amputados, flanquean mi coche mientras paseo inquieto cerca de la cañada. Y mientras veo los árboles arquearse en la imagen me doy cuenta que el de sopla aquí agitando las cortinas de mi ventana es el mismo viento que mezclaba los grises con los blancos para ensayar luces menos rotundas, que entonces y ahora es el mismo aire el que roza mis pulmones, que tengo la misma sensación de soledad impuesta por la lógica de las cosas, el mismo desasosiego de no tener futuro, la misma seguridad de que es lo que quiero pero también idéntica certeza de no lo merezco. Estar contigo, escuchar tu voz de niña, lidiar con tu genio de mujer, amarte para que mi cariño sea al mismo tiempo semilla y fruto. Sembrar en espera de la primera lluvia, de un aguacero que no llegará nunca, porque el tiempo de ahora es tan estéril como las nubes entonces y tu amor tan improbable en esta llanura interminable llamada presente.

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