miércoles, 27 de octubre de 2010

25.- Ejemplares de eucalipto rojo (Eucalytus camaldulensis) junto a la línea ferroviaria (Huelva)



25.- Ejemplares de eucalipto rojo (Eucalytus camaldulensis) junto a la línea ferroviaria (Huelva)

Me contó en cierto ocasión mi padre que fue su abuelo materno quien trajo los primeros eucaliptos a Extremadura. Entiendo que es una afirmación producto de la exageración que provoca la admiración y magnificada y distorsionada por el paso del tiempo. No me atreví entonces a explicarle la opinión que a los ecologistas les merece este árbol australiano. Envenenador del suelo. Insolidario e insaciable bebedor de agua. Hasta le acusan de ser pirómano. Lo cierto es que gracias a la otra gran especie, el eucalipto blanco (Eucalyptus globulus), España existe, aunque de forma anecdótica, en la industria papelera y hay con qué imprimir los periódicos y los póster de Jessica Alba. Pero es casi un siglo de enfrentamientos entre ingenieros y biólogos, que jamás se pondrán de acuerdo por que persiguen fines distintos. De todas maneras, me gustaría que fuera cierto por que, al contrario que el blanco, el eucalipto rojo es un árbol hermoso, de porte señorial y talla sorprendente. Todo empequeñece en su presencia. Es un árbol que le sienta bien a Extremadura y que, según decía mi padre, comenzó a plantarse en una zona española de ascendencia portuguesa: Olivenza.

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