miércoles, 27 de octubre de 2010

50.- Río Garciaz a su paso por el T.M. de Aldeacentenera (Cáceres)



50.1.- Río Garciaz a su paso por el T.M. de Aldeacentenera (Cáceres)

Extremadura y el agua. Es un tema de capital importancia, por que es uno de los factores que configuran como somos. Rezumante de agua en invierno y primavera, buena parte de su terrirorio más parece un desierto y un erial en verano. La necesidad de procurar pastos frescos al ganado lanar durante el estío determinó la necesidad de la práctica de la transhumancia. La longitud de vías pecuarias en España es espectacular. Seguramente es un fenómeno único en el mundo. Y no solo la red de vías es importante para conocer quienes fuimos y por tanto quienes somos. Las administraciones han caido en la cuenta de que se trata de suelo que puede reclamar como suyo, como propiedad del común. Regiones que hace poco renegaban de esta huella del pasado, como Cataluña y el País Vasco, estudian actualmente que senderos reclamar como vías pecuarias para sumarlas a la superficie de suelo público. España apenas tiene suelo de propiedad del Estado, y por eso es difícil aplicar estrategias forestales efectivas. Ha de saberse que el imperio español, que abarcaba los dos lados del Atlántico y los dos del Mediterráneo, comenzó a financiarse con la lana de las merinas, cuyo origen está Extremadura. La raza más valorada en el mundo en su tiempo. El material llegaba a Burgos y salía rumbo al extranjero, en especial Los Paises Bajos, en los barcos que atracaban en el Puerto de Bilbao. Y los paises extranjeros, en especial los Paises Bajos, nos vendían la lana en forma de paños y otros productos manufacturados, lógicamente más cara que antes de ser transformada. Mal negocio a la larga. Fue imposible establecer una industra textil en España, a pesar de que se intentó, por que iba en contra de los intereses de quienes controlaban las rutas del negocio de la lana, desde el interior de la Meseta, pasando por los caminos de la trashumancia, hasta los puertos del norte.

Extremadura y el agua. Los ríos de la tierra de mis antepasados son siempre de aspecto salvaje, carecen del don apacible. Labrados sobre la piedra, retorcidos en meandros obligados por las montañas de granito, discurren por tierras a menudo desprovistas del elemento humano. Extremadura es el territorio de la encina, el agua y los berroques. Agua que discurre por sus ríos y se aquieta en las innumerables balsas ganaderas. Agua que se tiñe de verde siempre que tiene excusa.



50.2.- Río Garciaz en Aldeacentenera (Cáceres)
Imagen contraria a la anterior. Vista del río ahora hacia aguas arriba. No lo parece, pero es el mismo. Un puente piedra cierra casi la imagen. Y una silueta, casi inapreciable, sobre la loma de la izquierda, delata el vuelo de lo que parece una rapaz de tamaño medio. Ojalá estuviese pertrechado de cámara con tele-objetivo.

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