lunes, 5 de diciembre de 2011

231.- Río Iregua al sur de Torrecilla de Cameros (La Rioja).



231.1.- Río Iregua al sur de Torrecilla de Cameros (La Rioja).

Reproducir el viaje 4 años después de que lo realizará está siendo complicado. Después de cruzar el Parque Natural de la Sierra de Cebollera continué por la N-111 hasta alcanzar el valle del Río Iregua, que discurre junto a la carretera durante un tramo bastante largo. Para acceder al valle derl río Leza, mi destine, hube de atravesar una de las pequeñas sierras alargadas que componen la que en conjunto se conoce como Sierra de Cameros y que separa ambas cuencas vertientes. Algo al sur de Torrecilla de Cameros parte de la N-111 una ruta de trazado bastante tortuoso, a través de las carreteras LR-245 y L-345, que tras un recorrido lleno de curvas y cuestas conecta, conecta con la carretera que discurre junto al río Leza, la LR-250, a la altura de Jalón de Cameros.

Antes de adentrarme en esta ruta tomé algunas fotografías del río Iregua. Se trata de un río de montaña en el tramo en que es fotografiado, con las aguas amoratadas por el frío y con el bosque de galería desnudo de hojas, aunque algunos en algunos árboles se adivina ya el despuntar de las yemas foliares, cuyo crecimiento se incentiva con el frío, una de esas aparentes paradojas de la naturaleza, que no son sino sentido común. Cuanto peor parece la situación mayor debe ser el esfuerzo para lograr medrar en el mundo. El escaso calado del río, su bajo caudal, delata las piedras arrastradas en anteriores crecidas.



231.2.- Río Iregua al sur de Torrecilla de Cameros (La Rioja).

El río Iregua es, al igual que el Leza, un afluente del río Ebro. Sus desembocaduras son bastante próximas. Discurren en casi todo su trayecto vital en paralelo y van a morir muy cerca el uno del otro, el primero a la altura de Logroño y el segundo de su aeropuerto (Agoncillo). Y en ningún momento de sus vidas dejan de ser ríos jóvenes. Avanzan entre montañas, driblando y saltando entre las piedras, alegres, despreocupados, con corrientes balbuceantes, de escaso caudal, rápidas, sin apenas dibujar meandros y terrazas, discurriendo entre nieblas y nieves, sin meditar los pasos. Y lo se por que he visto morir a ambos en un viaje que tuve que hacer relacionado con la mejora del aeropuerto de Logroño. Y la forma en que se lanzaban sobre las aguas del Ebro estaba cargada de inconsciencia, del desconocimiento de lo que es la muerte, en plena adolescencia. Porque ambos ríos nacen en la Sierra de Cameros y, apenas logran salir del laberinto de estrechas calles que representa esta cordillera, son interceptados por un Ebro, también joven entonces, pero que prevalece sobre ambos por su mayor fuerza y obliga a sus aguas de ambos a girar en ángulo de 90º. No será el Cantábrico, el mar que les prometieron en que vean al final, sino el Mediterráneo.

Hoy he recorrido Matrix tras descubrir esta canción, que he estado escuchando toda la tarde, hasta ahora en que la noche ya se ha apropiado de las horas que restan de día. Y mientras remato esta entrada aun sigo escuchándola. Si la escritura es un estado de ánimo, el de estas líneas está calcado del que me procura esta melodía.

"Pyro" - Kings of Leon



231.3.- Río Iregua al sur de Torrecilla de Cameros (La Rioja).

Por la tarde, ocho horas después, al desandar el camino recorrido por la mañana, volví a pasar por el puente de la N-111 que cruza sobre el río Iregua. A lo largo del día la niebla también se había hecho dueña de esta zona, añadiendo ángulos muertos a mi punto de vista del mundo desde aquel lugar. Tal vez sea eso lo que esté ocurriendo entre nosotros. Si antes todo era diáfano y no había tema de conversación que fuera inconveniente, ahora la visión que cada uno tenemos del otro, sobre todo la que tengo yo de tí, se ha llenado de ángulos muertos, de zonas de niebla, que ocultan secretos o cosas que no quieren decirse. Se que algo me ocultas, que algo en tu interior te pide decirme algo. Antes de ayer casi te atreves. Y no ha sido la primera vez que has estado cerca de hacerlo. No se lo que es exactamente, pero algo me dice que no me gustará cuando lo oiga. La niebla tiene la capacidad de difuminar las distancias, primero para empequeñecerlas y luego para volverlas infinitas. El mundo se achica y, cuando se espesa, tras la niebla queda oculto todo lo que puede marcarnos un rumbo. Un mundo sin tí sería tan chico como el que habita El Principito, lleno de ángulos muertos, carente de relieve, del calor de la lumbre del cielo. Seria un mundo en el que el Sol estaría desterrado y  en su lugar reinaría la niebla. ¿Dónde está la montaña, donde el cariño que me tenías?¿Cómo puedes ocultarlos con unas manos tan chicas?



231.4.- Río Iregua al sur de Torrecilla de Cameros (La Rioja).

Hay una veta verde esmeralda en la corriente, junto a la orilla izquierda, un reflejo de algo cuyo origen no logro desvelarlo. Niebla blanca de nubes y bruma ocre claro de árboles, todo se difumina en la imagen. Salvo esa veta verde que parece no tener un origen razonable. El farallón calizo del fondo obliga al río a torcer su rumbo. Ya camino de Madrid la noche se me echa encima, aunque aun hay luz para las últimas fotos. Volver a los mismos lugares de la mañana, saber que es lo que aguarda en el sendero, deja de ser una ventaja tras el ocaso o entre la niebla. Sabe Dios por qué paré para hacer exactamente las mismas fotos y no otras, sobre todo si tenemos en cuenta que no me servían para mi trabajo. La forma de razonar del viajero es a menudo extraña porque se ve obligado a repensar las cosas constantemente en función del cambio de escenario. El río avanza hasta chocar contra la montaña y recula. Tal vez esté en su ánimo escalarla por el lugar más abrupto. ¿Cómo reprochárselo si cada vez que te pienso quisiera retar a tu olvido?

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